17 de agosto 2005 - 00:00

Estudian derribar aeronaves amenazantes en Mar del Plata

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El diagrama de seguridad que estudia el gobierno prevé la operación de aviones de guerra en círculos concéntricos sobre Mar del Plata para evitar atentados en la cumbre presidencial.
El Ministerio de Defensa analiza una orden de operaciones para la IV Cumbre de Presidentes de las Américas que autorice el derribo de aeronaves terroristas. La masacre del 11-S, 11-M, los atentados en el subterráneo de Londres y la advertencia reciente del Departamento de Seguridad Interna de los Estados Unidos sobre nuevos atentados en setiembre han obligado al ministro José Pampuro y a los mandos de la Fuerza Aérea y el Estado Mayor Conjunto a contestar ahora interrogantes sensibles: ¿qué hacer con una aeronave no identificada que se dirige a colisionar el predio de reuniones en Mar del Plata? y ¿quién es la autoridad competente para ordenar el derribo? Dada la trascendencia de la decisión, se trata de buscar un responsable político de alto nivel, pero no tan alto que no estuviera inmediatamente disponible en caso necesario, cuando habría que decidir en muy pocos minutos.

Como último recurso, si fallasen todas las medidas para impedir que un avión renegado penetre la zona de seguridad o disuadirlo de que rectifique el rumbo se prevé la posibilidad de ordenar su derribo. Esta última misión correría por cuenta de los cazas de la Fuerza Aérea o baterías de misiles emplazadas en lugares que las fuentes declinaron mencionar por razones lógicas de seguridad.

• Seguimiento

Desde hace varias semanas, el jefe del Estado Mayor Conjunto, brigadier general Jorge Chevalier, y el titular de la Fuerza Aérea, brigadier mayor Eduardo Shiafino, siguen a diario la situación internacional del terrorismo en base a los reportes que da la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM) a cargo del contador Sergio Mileo. Esta repartición generalmente dedicada a explotar información obtenida de Internet tuvo que mejorar la performance ya que sus apreciaciones regularán las condiciones de apresto de los uniformados afectados a la seguridad de la Cumbre en Mar del Plata. Por canales discretos, la DNIEM supo de la tensión que reina en los organismos de seguridad estadounidenses ante la posibilidad de nuevos atentados y, como se sabe, George W. Bush sería blanco prioritario de Al-Qaeda.

El país carece de una ley de derribo, por eso se tomó el atajo de generar un plan contingente u orden de operaciones que contemple la delicada misión de disparar contra aeronaves que pongan en riesgo la seguridad de los mandatarios. ¿Firmará Kirchner un decreto de necesidad y urgencia para salvar el vacío legal? Resta que el documentosea aprobado y que se establezca la autoridad política que ordenará hacer fuego a los cazas.

El secretario de Seguridad Interior, Luis Tibiletti -uno de los que podría tener que «apretar el gatillo»- es conocido por su filosofía de que el empleo de la fuerza debe hacerse «dentro de la máxima racionalidad y procurando siempre el respeto de las garantías». Tibiletti tiene el manejo de las fuerzas federales de seguridad: Policía, Gendarmería y Prefectura. El comisario general Carlos Pardal, jefe del Comando Unificado que tendrá a cargo la seguridad del encuentro internacional, reporta a su secretaría.

Tibiletti
, capitán retirado del Ejército, es defensor acérrimo de la división de roles entre las Fuerzas Armadas y de seguridad, y de la no injerencia militar en asuntos internos, posición que estará a prueba en las operaciones de prevención de la Cumbre de las Américas. Una cosa es la declamación de políticas «garantistas» en foros de debate cuando no hay vidas en riesgo, y otra lograr que las deliberaciones de los presidentes se realicen con ciento por ciento de seguridad mediante la utilización de todos los recursos idóneos que tiene el Estado, sin compartimientos estancos.

• Apreciación

El derribo de un avión civil sólo podría ordenarse si, con los datos disponibles, se llegase a la conclusión de que se está ante un «ataque inminente» y no evitable por otros medios, lo que supone una apreciación y una decisión de alto contenido político. Ello obliga a establecer una línea caliente entre el mando aéreo del que depende el centro de operaciones aéreas (en este caso la guarnición aérea de Mar del Plata a cargo del comodoro Edgar Ricardo Gibeaud) y la autoridad política que ordenaría el derribo. Todo debe estar muy bien aceitado porque la situación tiene que resolverse en minutos. Se están organizando ejercicios simulados con el objetivo de reducir al mínimo el tiempo entre la toma de la decisión y el derribo de la supuesta aeronave invasora.

El factor sorpresa, dicen los expertos aviadores, es lo único que juega en contra del dispositivo de seguridad
. Por eso se pensó en cobertura radar provista por los equipos móviles Westinghouse de la Fuerza Aérea ( tridimensionales) que proporcionan parámetros de altura, velocidad y rumbo de los aviones, necesarios para dirigir la patrulla de cazas hasta esos supuestos «blancos» y destruirlos. El Estado Mayor Conjunto, el Ministerio de Defensa y los mandos de la Fuerza Aérea llegaron a la conclusión de que la única forma de garantizar el derribo, salvo que el avión se detectase fuera del espacio aéreo argentino, era contar con cazas en vuelo permanente o armas antiaéreas desplegadas, lo que supone un alto costo económico.

Se piensa en 3 patrullas aéreas de combate (PAC) integradas por más de 2 aviones en vuelo. Se les asignarán diferentes anillos de espacio aéreo, contados a partir del centro neurálgico a proteger que es la zona donde debatirán los 34 mandatarios. El más alejado (no se dieron detalles de la distancia por razones obvias de seguridad) estaría a cargo de aviones Pucará, el anillo central será responsabilidad de cazas Skyhawk A4-AR, mientras que el anillo donde están los presidentes -la zona vital-será cubierto por Mirage.
La orden de operaciones prevé que las aeronaves estarán en configuración de combate, es decir con la máxima capacidad de sus armas (misiles, cohetes y munición antiaérea).

La última alternativa es establecer una «zona de no vuelo» (no fly zone, según la denominación en inglés), una zona de seguridad mínima aérea que no puede ser sobrevolada por ningún avión, establecida por sobre los hoteles de 5 estrellas donde tendrán lugar las reuniones de los mandatarios. El avión no identificado ni autorizado que la penetre será inmediatamente derribado.

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