Estela de
Carlotto y el
secretario de
Derechos
Humanos,
Eduardo Luis
Duhalde,
tratan de que
se les pegue
algo de la
suerte
electoral que
tiene Daniel
Scioli. Fue en
el Congreso,
en la inauguración
de una
jornada sobre
derechos
humanos.
Néstor Kirchner no termina de asimilar el sacudón que le espera el domingo a la noche. Patalea cuando le hablan de una «derrota digna» de Daniel Filmus y se incomoda cuando detecta algún indicio que augura que el caudal de Mauricio Macri estará por encima de 60%.
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El traspié porteño, cuyo impacto podría agudizarse con un revés de Hugo Cóccaro, el candidato kirchnerista, en Tierra del Fuego, forzó al gobierno a programar a las apuradas una táctica para el día después del domingo de doble ballottage; quizá del doble fracaso.
Decidido a esconder hasta julio la respuesta al acertijo «pingüino o pingüina», el atajo es Daniel Scioli. Entre los descorches de la oposición, Kirchner lanzará o, mejor dicho, «relanzará» la postulación para gobernador bonaerense de su vice, Daniel Scioli.
En medio de tanto festejo ajeno y los pronósticos sensibles sobre inflación y crisis energética, la Casa Rosada quiere poner una «carta ganadora» para instalar lo que llaman una «agenda positiva». Scioli parece la única que Kirchner tiene a mano.
Girar la atención a Buenos Aires implicará, suponen, impedir que se diluya la polémica sobre Juan Carlos Blumberg y su condición de no-ingeniero. De ese modo, especulan, golpearán sobre un factor clave del esquema Macri y recuperarán la melodía de ganadores.
Así como no hay un solo dato que alimente la posibilidad de un triunfo de Filmus este domingo, tampoco aparece en un horizonte no desprovisto de intrigas un solo elemento que ponga en peligro el triunfo de Scioli en la pulseada bonaerense del 28 de octubre.
El «relanzamiento» de Scioli se producirá, además, en una semana que deberá hacerse cargo de la presidencia. A su regreso de Tierra del Fuego, previsto para el lunes -salvo un milagro en el ballottage-, Kirchner viajará a Santiago del Estero desde donde partirá a Paraguay.
Sobre el fin de semana próximo, el patagónico se instalará en Asunción para la cumbre semestral de presidentes del Mercosur.Con Kirchner afuera, Scioli cumplirá la tarea protocolar como presidente.
El empujón a la campaña del vice -que comenzó a operar en el edificio de tres pisos que Scioli tiene en Abasto, donde reunió a 300 concejales invitados por Dante Dovena y «Cuto» Moreno- tendrá como eje típico el diseño de «gestión», pero adornado con la presentación, informal, de sus ministros.
Elenco
Excepto tres casilleros -uno especialmente delicado-, Scioli tiene resuelto su gabinete posdiciembre. Los detalles:
Tras el incidente con el fiscal Carlos Stornelli, y la medición en una encuesta de Martín Balza, el rubro más sensible -seguridad, claro- es todo un interrogante. Es el único asunto en el que Scioli no delega y está enfocado de lleno, al punto de que cada semana -desde que se reunió hace más de un mes con 400 comisarios en la Escuela Vucetich- el vice se encuentra con un grupo de uniformados, siempre acompañado por León Arslanian. El viernes pasado, en la zona oeste -reunió a los jefes policiales en San Martín- ; hoy en el centro, en Roque Pérez. Sólo hay dos datos precisos: 1) Arslanian no continuará ni tampoco dejará un «gerente»; 2) no se aplicará la idea que acercó Aníbal Fernández -¿sospechan de la «cordialidad» del ministro del Interior?-para fusionar Seguridad y Justicia. Esas áreas seguirán separadas. «Voy a ser el gobernador que devuelva la seguridad», ensaya Scioli frente al espejo.
Otra cuadrícula vacía es la de Obras Públicas. Como Scioli pactó con Kirchner que la Nación reforzará la inversión en obras públicas en el conurbano bonaerense -supone que le permitirá liberar fondos provinciales para destinarlos a otras áreas y, de ese modo, reducir el déficit bonaerense-, reserva la butaca de ministro de Infraestructura para un «emisario» de Julio De Vido o, si hay cambios en esa cartera con Cristina, para quien sea el titular del área durante el próximo gobierno. El tercer hueco es Salud: Scioli fantasea con convencer a Ginés González García, pero el ministro confesó en una sobremesa que «ni loco» vuelve a la provincia.
En paralelo, el candidato comenzó a diseñar una reforma ministerial de la provincia que fusionará la Jefatura de Gabinete y el Ministerio de Gobierno para armar una « jefatura con poder» -es decir, firma y presupuesto- como la que ocupa Alberto Fernández a nivel nacional. Ese sillón -según anticipó el vice la semana pasada ante empresarios y dirigentes- tiene nombre y apellido: Alberto Pérez. El legislador porteño aparece hoy como el armador de Scioli en la provincia y continuará en esa tarea después del 10 de diciembre.
Menos definición hay en el casillero Economía: en la lista de Scioli puntea Carlos Mosse pero, por más de un motivo, la nominación del secretario de Hacienda tambalea. Suena, entonces, la continuidad de Carlos Fernández -quien derivó como sucesor de Gerardo Otero por recomendación de Mosse- y sigue en la grilla Rafael Perelmitter, que acompaña a Scioli como administrador en el Senado.
Para Desarrollo Social, Scioli piensa en Daniel Arroyo, actual vice de Alicia Kirchner en la cartera nacional y en Joaquín Da Rocha para Justicia. Además, aparecen en la libreta de anotaciones del vice Germán Pérez para Turismo y Marcelo Garrafo en Deportes. ¿Y José «Pepe» Scioli?: seguirá «pegado» a su hermano y, de tener un cargo, sería secretario general de la Gobernación.
Sólo dos ministros quedarían del equipo actual de Felipe Solá: Mario Oporto, actual jefe de Gabinete, a quien Scioli quiere en Educación -el profesor de Morón no se decide todavía si aceptar o no volver a un cargo que ocupó durante medio lustro-; y Débora Giorgi, en Producción.
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