10 de septiembre 2007 - 00:00

Lavagna suma apoyos y resta votos

Roberto Lavagna
Roberto Lavagna
El radicalismo terminó de definir su oferta electoral para la Ciudad de Buenos Aires de la peor manera posible. Pocos confiaban en que Roberto Lavagna sólo llevaría a la lista encabezada por Ricardo Gil Lavedra como única opción en el distrito. Aunque se lo mencionara como el candidato que pasó por una interna para acceder a su postulación, una rareza en estos tiempos, las turbias aguas de las negociaciones del comité Capital de la UCR no ofrecieron garantía del reconocimiento de exclusividad por parte del candidato a presidente. Más aún cuando el jefe mayor en la fórmula, el radical Gerardo Morales, que acompaña a Lavagna, fue dejado de lado en esa selección. El resultado fue, entonces, una muestra acabada del desbande electoral que significará este año el sistema de listas colectoras.

Como se sabe, Lavagna llevarátres listas para senadores y diputados en la Ciudad, pero ninguna de ellas representa a grupos que actualmente tengan bancas en el Congreso. Esa dispersión, sin ser maliciosos, parece casi un favor al kirchnerismo, que presenta como candidato a senador en la Ciudad a Daniel Filmus, con conocido vapuleo electoral este año por los comicios a jefe de Gobierno porteño y que cuenta con dos elementos distintivos: no quedó atrapado en ningún proceso de suba de impuestos en la Ciudad (como sí lo hizo el macrismo al apoyar la medida por ahora trunca lanzada por Jorge Telerman) y cuenta con la tracción de votos que le aportará Cristina de Kirchner. Hasta en la UCR creen que está para pelear la mayoría.

Siguiendo la lógica del peronismo, Lavagna terminó adhiriendo al postulado de moda en las elecciones argentinas: es mejor llegar a los comicios con varias boletas en el cuarto oscuro, que mostrar un partido o alianza unido y con propuesta homogénea.

Por eso, como mascullaban con resentimiento en la UCR -su gran socio en UNA- en la madrugada de ayer, aceptó «entregarle la franquicia a cualquiera».

En las tres opciones hay curiosidades. Los radicales tendrán que hacerse cargo de haber perdido la exclusividad en la lista porteña de Lavagna por el pésimo récord que vienen registrando en la Ciudad en los últimos años. Que en la selección final de los candidatos hayan dejado de lado al presidente del partido, el jujeño Morales, no fue una casualidad.

Pasaron por una interna en la que en lugar de unir fuerzas hicieron competir a Gil Lavedra con Rodolfo Terragno. Valió allí el aparato -que aunque ya escuálido, sigue nutrido por contratos y cargos en el Gobierno porteño- y hasta tuvieron que romper luego con Lavagna cuando éste no les reconoció más que el sexto lugar -sin la más mínima chance electoral- en su lista a diputados nacionales porteños. La ruptura vino entonces más por la lista a diputados que por los senadores.

Todo fue en pos de llevar como candidata a Silvana Giudice y como segundo a Nito Artaza. Giudice entró como diputada nacional en 2003, cuando Aníbal Ibarra fue reelecto, en una lista que llevó de primer candidato a Jorge Giorno, que hoy encabeza la nómina de diputados de Jorge Sobisch en la Ciudad.

El mérito de esa boleta fue tansgredir, sin que nadie se diera cuenta, las normas electorales y llevar el apellido de Ibarra en la lista de candidatos a jefe de Gobierno con tipografía más grande que las otras que también lo apoyaban. Con esa picardía, Giudice pensó que alguien la había votado a ella. En realidad, Ibarra quería desplazarla ya de la gestión -comandaba a los inspectores porteños- y encontró esa vía rápida pasándola al Congreso.

  • Bandera

    Destituido Ibarra, se alió con Telerman, que este año a los radicales les dio sólo el octavo lugar para la cuestionada Marcela Larrosa como legisladora porteña, puesto que finalmente no entró. Frente a semejante desbande de ese acuerdo con el lavagnismo hoy esos radicales muestran como mayor bandera el llevar esa sábana a los comicios con el mítico número 3, que históricamente definió a la UCR en elecciones en todo el país, Gil Lavedra y María Magdalena Iraizoz a la cabeza para el Senado.

    Así, la lista que ayer pareció como oficial para Lavagna es la encabezada para senadores por el escritor y diplomático Abel Posse, acompañado de Lucía Suárez y que lleva como primer candidato a diputado a una mano derecha de Lavagna, Alberto Coto, y como segunda a Soledad Aguilar. Tanto es así que esa lista se inscribió con el nombre oficial de Alianza Concertación UNA, bandera con que se presenta el ex ministro de Economía.

    Posse fue siempre considerado un hombre de Eduardo Duhalde, al que llegaron a proponer como canciller en el inicio del gobierno de Néstor Kirchner. No estaba hasta ayer a la madrugada en el menú electoral que negociaron los radicales con Lavagna, como tampoco lo estuvo Suárez, especialista en medios -quizás sea ésa la necesidad de asesoramiento que tiene el candidato a presidente de UNA por estos días- que hizo su carrera en Estados Unidos y luego fue traída a la Argentina para reorganizar el departamento de noticias de «Canal 9» cuando Alejandro Romay todavía mandaba allí. Luego pasó a dirigir los proyectos más exitosos en materia de contenidos en las señales de cable locales que se exportan.

    Más curioso aún es el caso de la tercera lista que lleva a Lavagna como candidato a Presidente. La encabeza Juan Martín Alterini por la Democracia Progresista, aunque en realidad anoche apesadumbrados los demócratas reconocían en un bar que en ese lugar intentaron ponerlo a Jorge Vanossi, para canalizar así una suerte de autopista del macrismo hacia Lavagna. Pero el propio Mauricio Macri vetó esa posibilidad. Como primer diputado lo acompaña Eduardo Osvaldo Guaglianone y Carmen Cassese de Caamaño.

    Con esa oferta electoral dividida, Lavagna podrá cumplir el sueño de aparecer multiplicado en el cuarto oscuro, pero si alguna chance existía para esos partidos de volver a tener una representación en el Congreso, así quedó riesgosamente diluida.
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