13 de febrero 2008 - 00:00

Ley de nombres de Cristina, sin tratamiento en Congreso

Julio Cobos
Julio Cobos
Si Néstor Kirchner predicara con el ejemplo, a partir de la sanción de la ley de apellidos enviada por su esposa al Congreso, debería pasar a llamarse Néstor Kirchner de Fernández. Sin embargo, el ex presidente no corre por ahora ese peligro: el proyecto enviado por la Presidente a sesiones extraordinarias no figura en los temas que debatirá hoy el Senado y ni siquiera comenzó a ser tratado a nivel de comisión.

Es que el kirchnerismo está dividido y, además del proyecto del Poder Ejecutivo enviado en noviembre de 2006, cuando Kirchner Néstor aún era jefe de Estado, existen otras iniciativas de legisladores oficialistas que son todavía más radicales en término de matriarcado. Por ejemplo, los proyectos de las kirchneristas Nora César y Ana Monayar, expediente 5459-D de la Cámara baja, exigen que los recién nacidos sean anotados primero con el apellido materno y en segundo lugar con el paterno.

«Los hijos llevarán el primer apellido de la madre. A pedido de los progenitores podrá inscribirse el apellido compuesto de la madre o agregarse el paterno. Si el interesado deseara llevar el apellido compuesto materno o el paterno, podrá solicitarlo ante el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas desde los dieciocho años», propone el artículo 4 de la ley presentada en el Congreso por la bonaerense César y la cordobesa Monayar, ex titular del Registro de las Personas de su provincia, quien justifica esta especie de fundamentalismo materno para reforzar vínculo madre-hijo, sobre todo en el caso de los menores no reconocidos por sus padres.

Amantes de la política estadounidense,los Kirchner podrían adherir a esta iniciativa en honor a John Fitzgerald Kennedy, quien también optó en su momento por llevar primero su apellido materno. Sin embargo, el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto más moderado que no parece conformar a todas las legisladoras del Frente para la Victoria, más cristinistas que Cristina.

  • Riesgo

    Más allá de que las comisiones de Familia de ambas cámaras todavía no están constituidas, trámite básico para poder emitir un dictamen que facilite la aprobación del proyecto en el recinto, por lo pronto el Senado no tratará en su primera sesión extraordinaria de hoy el proyecto de apellidos enviado por la Casa Rosada. De intentar abordarlo sin dictamen, el oficialismo debería reunir al menos dos tercios de los votos en cualquiera de las Cámaras, lo que pone en riesgo su aprobación. Más teniendo en cuenta que pese a su abrumadora mayoría, el Frente para la Victoria viene de fracasar en su intento de aprobar con mayoría calificada en la última sesión de 2006 el proyecto de reordenamiento ferroviario, resistido incluso por la UCR kirchnerista de Julio Cobos y Daniel Katz.

    El proyecto enviado por Cristina de Kirchner, si bien no llega al extremo de imponer en primer término el apellido materno, establece la obligatoriedad de inscribir en el Registro Civil a los recién nacidos con el apellido del padre y en segundo término el de la madre. También habilita inscripciones con el apellido compuesto del padre y compuesto de la madre, «con la limitación de no exceder cuatro apellidos», según establece el texto de la ley.

    Además, se habilita a los maridos a ejercer la opción de anotarse con el apellido de su esposa y la preposición «de» delante del propio. «El Ejecutivo envió un proyecto determinado, pero eso no significa que en el recinto se debata y se termine aprobando otro texto», había explicado a este diario el kirchnerista Luis Cigogna, ex jefe de la Comisión de Justicia. Otro tema polémico en relación con el texto enviado por la Casa Rosada: cita entre sus fundamentos a la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de las Naciones Unidas, conocida por sus siglas en inglés como CEDAW. Ese tratado internacional, que abre la puerta para la despenalización del aborto, había sido duramente resistido por el Episcopado de Jorge Bergoglio, quien incluso envió una carta al entonces presidente del Senado, Daniel Scioli, recomendando, en vano, su desaprobación.
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