Cristina de Kirchner movió por las de ella para el Bicentenario. El público, distraído, ignoró hasta ahora su llamado a armar un plan para 2010, pero la Presidente ya ordenó los primeros festejos. Serán en la Feria del Libro de Francfort de ese año, que estará dedicada a honrar a la industria del libro de la Argentina. Esa muestra, la más importante del mundo, dedica todos los años la muestra a un país, y los elegidos se esfuerzan por llevar a sus escritores y editores para exhibirlos ante todo el mundo. Es una oportunidad única que tienen esos elegidos para relanzar su actividad ante el mercado global.
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La Presidente, sin embargo, decidió que la presencia argentina en esa muestra se concentre en tres figuras de la mitología criolla: Carlos Gardel, Diego Maradona y Ernesto Guevara. Según les indicó a las autoridades de la Cancillería, las actividades, muestras, conferencias, mesas redondas, los discursos, actos y demás, deben concentrarse en esos tres personajes icónicos de la argentinidad con los cuales quiere identificarse la Presidencia.
Las cámaras del sector han explicado en vano que ninguno de los tres escribió jamás un libro. Gardel escribía música para las letras de Alfredo Le Pera, los libros que llevan la firma del Che son recopilaciones de escritos autobiográficos o memorialísticos y Maradona ha hecho goles que son un poema. Pero con todo eso no se puede construir, explicaron los editores y escritores en las reuniones preliminares con autoridades, la presencia argentina en una muestra de la industria editorial.
Fondos y burócratas ya hay. La Cancillería ha salido a buscar ideas con un presupuesto de cinco millones de euros. Seguro que los encontrará. Para que coordine todo, el gobierno designó a la funcionaria Magdalena Faillace (hoy coordinadora para temas de la Mujer) que tiene como antecedente haber sido subsecretaria de Cultura de Carlos Menem y de Eduardo Duhalde. Prefiere no recordar su paso por la (des) organización del Congreso de la Lengua en Rosario, adonde actuó Faillace también por orden de Cristina de Kirchner (era senadora, pero también primera dama). Esa reunión fue otra ocasión que aprovechó el gobierno Kirchner para malquistarse con el reino de España, a cuyos monarcas desairaron los Kirchner con impuntualidades y convirtiendo en emblema de esa reunión de las Academias de la Lengua a un dibujante, Roberto Fontanarrosa, con el solo propósito de halagar al monopolio «Clarín» -que era amigo entonces del kirchnerismo-. También fue oportunidad para que el gobierno mostrase su preferencia por las listas negras (las hubo de invitados o más bien desinvitados).
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