No bloqueará el diálogo ni clausurará, al menos en público, una eventual negociación pero Mauricio Macri terminó de ubicar a Roberto Lavagna como rival: en las tácticas que analiza el jefe de PRO, el ex ministro dejó de aparecer con rango de aliado, siquiera potencial.
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De ser un socio clave en el diseño de un bloque opositor a Néstor Kirchner la distancia entre ambos dirigentes parece, en esta hora, insalvable. El último golpe lo asestó Lavagna cuando menospreció -con tono mordaz- la convocatoria unionista de Juan Carlos Blumberg.
Durante la seguidilla de charlas que protagonizó en Mar del Plata el fin de semana -estuvo con Blumberg, con Jorge Sobisch y con peronistas de PRO encabezados por Cristian Ritondo y Daniel Amoroso- Macri dio indicios precisos sobre el rol que le atribuye a Lavagna: el de rival.
Tuvo Macri otra definición: les anticipó a sus aliados del PJ que antes de marzo anunciará el ring electoral en el que competirá en 2007. Es decir: si peleará la Presidencia o si se lanzará a conquistar la esquiva, al menos para él, jefatura de Gobierno porteña.
¿Y la provincia? Ese sueño se licuó: lo que alguna vez se impulsó desde sectores del macrismo para anotar a su jefe como candidato a gobernador está descartado. Es, en parte, producto de la maniobra de Kirchner de desempolvar el DNI bonaerense de Daniel Scioli.
- Tenés tres canchas para jugar. ¿Te decidiste por una?- lo interrogó Ritondo.
- Tengo dos canchas: la Nación o la Capital -lo corrigió Macri.
- ¿Y cuándo lo definís? -repreguntaron en la mesa. - Antes de marzo. Es decir, en febrero habrá mostrado sus cartas. No aclaró, sin embargo, que ese plazo se lo impone de algún modo Lavagna por su prematuro relanzamiento a principios de enero como, también, el cronograma todavía indefinido de la elección en la Capital Federal.
Escenarios
De los contactos múltiples que mantuvo en la costa, se despejan algunos datos sobre los escenarios que estudia Macri, las proyecciones electorales -con enojo sobre un encuestador- y su postura hacia Lavagna. Veamos:
Escoltado por Horacio Rodríguez Larreta, Ritondo, Amoroso, Diego Santilli y el primo Jorge, Macri se prestó en un almuerzo el viernes en el Sheraton de Mar del Plata al análisis del escenario político en la Capital, uno de sus posibles destinos políticos. Santilli aportó la presunción de que la votación será en junio -la primera vuelta- y en julio, el ballottage. La fecha no es, aseguran, una preocupación para el boquense porque «está instalado» así que «nos alcanza con los tres meses de campaña» que hay entre el anuncio y la votación. No ocurre, se regocijan, con Daniel Filmus que tiene un nivel acotado de conocimiento. Pero Telerman parece estar atento a otras cuestiones: más que especular con adelantar la votación por el poco conocimiento de Filmus, evalúa demorar la fecha para que tener tiempo para «mostrar» gestión.
Sobre números, hubo cálculos en el aire. Es decir: lo que llamaron el «voto progre» sumará lo que lograron Bielsa y Carrió en 2005, unos 40 puntos, más el porcentaje de peronismo que puedan sumar -sobre todo vía Telerman- lo que le agregaría 10 puntos. En total, calcularon, «tres candidatos» -Telerman, Filmus y el del ARI- deberían repartirse 50% de los votos mientras Macri arrancaría, aseguran, con «un piso de 32%». Esa diferencia, afirman, es indescontable -porque además como compiten por el mismo mercado electoral, habrá mucha tensión y disputa entre Telerman y Filmus- y Macri tendría una alta probabilidad de ganar Capital.
¿Pero es eso lo que quiere el presidente de Boca? Todos los que lo rodean, algunos más interesados que otro, palpitan que Macri mira a la presidencial. De allí surge otro dato. Con el desplante de Lavagna a Blumberg, Macri sumó otro indicador de lo difícil que resulta concebir un armado único con el ex ministro. «A Lavagna no lo veo crecer, es muy soberbio», se confesó y agregó una frase: «No ayuda a construir nada». En la mesa le escucharon otro comentario ácido respecto de que entre los candidatos posibles, de no competir él en la presidencial, Macri decidiría respaldar a cualquier opositor menos a Lavagna.
Al empresario lo mueve un temor: si se muda a la Capital y no pelea a nivel nacional, le dejaría ese campo libre al ex ministro. Es, dicen a su lado, lo que Macri quiere evitar y funciona como una de las claves que pesan en la determinación final del territorio en el que competirá. De allí que se evalúen diversos artificios como el que sugiere impulsar a Blumberg como candidato presidencial -a quien acompañó en la marcha contra la inseguridad que encabezó en Mar del Plata- o darle el respaldo a Jorge Sobisch (en la mesa se jugueteó con una fórmula Blumberg-Sobisch o Sobisch-Blumberg) para que, en caso de «bajar» a Capital, Macri no le libere la butaca de opositor mayor a Lavagna. Hay, entre otras cosas, bancas en el Congreso que por arrastre sumará quien se ubique como principal rival de los Kirchner y eso Macri se resigna a perderlo. Es lo que, para Macri, ubica definitivamente al ex ministro en el lugar de rival, sino enemigo.
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