Sorprendió destitución de Ibarra
El país vivió un gesto audaz de la sociedad hacia la política. Un gobierno que parece controlar todos los mecanismos del poder no pudo impedir que uno de sus mandatarios más encumbrados fuera destituido en un juicio político que abre una nueva etapa. Entre los diez votos que hicieron caer a Aníbal Ibarra figuraron algunos de diputados del oficialismo que el gobierno nacional fracasó en tornar a favor del ahora ex jefe de Gobierno. El revés de un amplio arco de adhesiones que salieron en defensa del funcionario porteño prueba que un puñado de ciudadanos puede tumbar a un gobierno. Quizás es exagerado este final, que será una amenaza para todo gobernante ante futuras catástrofes. Lo consiente quizás una sociedad que tampoco ha valorado en mucho la eficacia de la gestión de Ibarra. Lo reemplaza el peronista Jorge Telerman, que ya está en el cargo, hasta diciembre de 2007.
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Con el kirchnerismo dividido que terminó sumando para el abroquelado macrismo, la izquierda también partida y los votos del ARI, se reunieron las voluntades para desplazar al ahora ex mandatario. Los discursos de los legisladores, además, se esforzaron por retrucar la defensa mediática del ex jefe de Gobierno sobre que el enjuiciamiento constituyó «un golpe institucional». A Ibarra lo echaron ayer los legisladores especialmente por verlo responsable de no haber ejercido el poder de policía que le confiere la Constitución, además de las razones políticas propias que cada legislador y cada fuerza pueden tener en su haber.
En ese estado, totalmente opuesto al de su desayuno, por detrás de la butaca que ocupaba hizo el gesto del pulgar para abajo a quienes atendían el desarrollo de la audiencia. El humor le había cambiado cinco minutos antes de las 13, hora de la convocatoria para votar: «Romagnoli se dio vuelta, no se abstiene, vota la destitución». Se lo confirmó su jefe de Gabinete, Raúl Fernández, al mismo tiempo que el zamorista, ya sentado a la espera del inicio de la audiencia, confiaba que en realidad no era contradictorio votar la destitución aunque haya calificado de «circo» el proceso de juicio políticoy haya pedido apartarse de esa función de juzgador.
Desde el gobierno no le aseguraban el voto del kirchnerista Helio Rebot y así se mantuvo a la espera de que algo pudiera cambiar, cuando a la mañana ya planeaba festejos por su vuelta al reafirmar que la izquierdista Beatriz Baltroc lo apoyaría. Los familiares de las víctimas de Cromañón intentaron revertir el voto de esa diputada visitándola en su despacho al mediodía. Lo propio habían hecho con Romagnoli y otros legisladores.
Los diputados juzgadores, ya sentados en sus bancas aguardando la llegada del juez Julio Maier, presidente de la Sala, comentaban cómo podía ser que no conocieran el voto de sus pares antes de que lo emitan. Así es la Legislatura porteña, salida de las reglas que parece mantener el Congreso. También anima esa mecánica de la incertidumbre la variedad de lotes políticos que conviven en el recinto.
• Absolución crítica
La sorpresa la dio entonces Baltroc con un discurso crítico hacia Ibarra, pero justificando que no había causales para condenarlo a la vida doméstica por el trágico accidente de la noche del 30 de diciembre de 2004. Fue la primera, de acuerdo con el orden alfabético por apellido que se siguió para la votación, en dar un voto absolutorio.
A Ibarra lo destituyeron con los cuatro votos de la alianza PRO (Macri-López Murphy) -los peronistas Daniel Amoroso y Silvia Majdalani, Marcelo Meis (Recrear) y Roberto Destéfano (Macri)-, el del izquierdista Héctor Bidonde, los dos del ARI de Elisa Carrió -Facundo Di Filippo y Guillermo Smith- el de la independiente Florencia Polimeni, el del zamorista Romagnoli y el del kirchnerista Rebot, quien pronunció el discurso más duro de todo el recinto para justificar su voto. De los otros cinco legisladores de la Sala, cuatro se pronunciaron por la absolución -la ibarrista Laura Moresi, el socialista Norberto La Porta, el kirchnerista Sebastián Gramajo y la izquierdista Beatriz Baltroc, quien hizo el discurso más contundente a favor del ahora ex jefe de Gobierno- mientras que el kirchnerista Elvio Vitali se abstuvo aún con un discurso crítico a Ibarra.
Si bien con el voto de Smith ya se contaban los necesarios para la destitución, la Sala se mantuvo en orden -cuarenta policías se apostaron dentro del recinto- y se pudo escuchar al último de los diputados, Vitali, quien con su voto reflejó la crisis que atraviesa el kirchnerismo local. Vitali se abstuvo, Gramajo pidió la absolución y Rebot aportó lo que faltaba para la destitución (ver vinculada).
El operativo de seguridad incluyó la protección de Ibarra y sus abogados defensores para la salida del recinto una vez que Maier confirmó que «queda destituido el jefe de Gobierno» y pidió que se votaran las accesorias, pero el arista Di Filippo dijo que el suyo era un voto por la destitución pero sin accesorias. De esa manera no hubo 10 votos para inhabilitar a Ibarra a ejercer cargos públicos.
El ex mandatario se retiró por la puerta de detrás del estrado que conduce al Salón Eva Perón, donde en una sala contigua a ese lugar histórico, lo esperaban los ministros porteños, aliados y adherentes. En Bolívar 1, sede del Palacio Municipal, el sucesor Jorge Telerman y su colaborador Oscar Feito, miraron por TV todo el desarrollo del proceso, a solas. Inclusive resolvió Telerman no acompañar a Ibarra a una conferencia de prensa que ofreció en un hotel cercano a la Legislatura.
El viernes los legisladores deben tener redactados los fundamentos de su decisión que darán a conocer a Telerman y a Ibarra formalmente, pero ya el peronista queda en reemplazo, mientras que en la línea sucesoria sigue otro peronista, el macrista Santiago de Estrada, presidente de la Legislatura porteña.
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