12 de enero 2007 - 00:00

Tensión: temen choque entre los turistas y piqueteros

En otra escalada de un conflicto sin solución a la vista, el gobierno enfrentará una protesta múltiple que a pesar de estar dirigida, en las formas, al gobierno uruguayo y a la empresa Botnia, esconde un fuerte reproche a la administración Kirchner. Con un gran despliegue de seguridad -el muelle de Buquebús en Puerto Madero estará prácticamente militarizado-, luego de negociaciones con piqueteros y asambleístas se evitaría la interrupción del transporte marítimo con Uruguay. También habrá vigilancia reforzada de Gendarmería en los tres puentes fronterizos de Entre Ríos que sufrirán cortes totales en el fin de semana de recambio turístico. Para el gobierno hay un temor latente: que haya incidentes entre los pasajeros y los piqueteros y asambleístas, por lo que habrá operativos para evitar que los que protestan se encuentren con los que viajan hacia o desde Uruguay.

La Prefectura custodia desde ayer, con refuerzo de personal, la salida de naves deBuquebús. Hoy, desde las 10, deberá garantizar el libre acceso y salida de pasajeros.
La Prefectura custodia desde ayer, con refuerzo de personal, la salida de naves de Buquebús. Hoy, desde las 10, deberá garantizar el libre acceso y salida de pasajeros.
En alerta, con Puerto Madero militarizado, Néstor Kirchner soportará -muy cerca de su despacho- una protesta contra las papeleras, con el condimento de la acción piquetera y un temor no declarado: que se produzcan incidentes entre los pasajeros y los asambleístas.

Es un día que el gobierno temió que llegara: en secuencia, la conexión entre la Argentina y Uruguay podría quedar clausurada por unas horas cuando intenten bloquear tres puentes en Entre Ríos y, en Capital Federal, se trate de aislar el puerto de Buquebús.

Sobre la costanera, enancado en una orden judicial, el gobierno está decidido a no permitir un bloqueo total. Para eso planeó un megaoperativo policial. Habrá uniformados por toda la zona, en varios anillos, para impedir que los piqueteros acorralen a los pasajeros.

En la frontera la clave es otra: las fuerzas federales protegerán -«por seguridad» dicen- los puentes, pero no las rutas. Allí, la pulseada será política: ¿logrará Jorge Busti que los asambleístas vuelvan, una vez más, a romper contacto con Uruguay?

La protesta de hoy presenta un mismo factor que para Kirchner es tanto motivo de temor como de especulación: se trata de la irrupción de los piqueteros duros en la crisis de las pasteras de Fray Bentos. Como todas, esa dualidad supone riesgos y ventajas.

  • Engaño

    Esa presencia, organizada y politizada, acerca la amenaza cierta de disturbios, improbables si sólo intervinieran asambleístas. Pero, en simultáneo, «contamina» una causa que, más allá de instantes críticos, el oficialismo no supo ni pudo desactivar.

    En el gobierno se engañan con una lectura lineal: interpretan que diezmados y con posturas extremas, que los piqueteros se acoplen -en los hechos, se apropiaron de la protesta programada para hoy en Buquebús- le quita pureza y trascendencia a la movilización.

    Desde su regreso, Kirchner ausculta contrarreloj el megaoperativo de seguridad que desplegarán la Policía Federal, Prefectura Naval y, quizá, Gendarmería. En la previa,en reserva festejó que la concurrencia de asambleístas sea simbólica en la Capital.

    Además de las dos mencionadas -el riesgo a incidentes serios y el efecto negativo que tendrían los piqueteros sobre los reclamos de los asambleístas- el hecho presenta otras derivaciones que el gobierno se dedicó a evaluar con cautela. A saber:   

  • Sobre todo, implica la mudanza de un conflicto que tiene impacto nacional -hecho en el que incidió Kirchner cuando lo convirtió en una «cruzada» durante un acto en Gualeguaychú junto a la mayoría de los gobernadores- siempre se desarrolló en la periferia. Se traslada eventualmente a la Capital donde tendrá, aunque para un grupo acotado de usuarios, un alto nivel de repercusión. Esa « nacionalización» a Kirchner le disgusta como todo lo que supone protestas callejeras.

  • En ese proceso, la intervención de grupos piqueteros duros -entre otros, el Polo Obrero, derivación del trotskista PO, y Teresa Vive, extensión del MST- podría darle una continuidad temporal que sería casi impracticable para los asambleístas de Gualeguaychú. ¿Qué impedirá, si el bloqueo de esta tarde lo califican como «positivo», que los piqueduros no repitan cada viernes, durante todo el verano, sus marchas a Buquebús para impedir que aborden y bajen pasajeros? Esa alternativa preocupa al gobierno.   

  • En el caso de Buquebús aparece un elemento hasta ahora inédito: la protesta contra las papeleras afectará, por primera vez, a argentinos. El corte de puentes no incomodaba, masivamente al menos, a los entrerrianos. Pero este fin de semana, cambio de quincena, se espera que unas 40 mil personas viajen por Buquebús. Eso constituye uno de los principales fantasmas para el gobierno: que se produzcan incidentes entre los pasajeros y los piqueteros/asambleístas.

  • Ese temor explica por qué, como no ocurría desde hacía tiempo, la Casa Rosada negoció con los piqueteros -¿hubo promesas secretas para que los grupos puedan concretar algunos viejos pedidos?- para que éstos se comprometan a no agredir a los pasajeros que partan o vuelvan de Uruguay. «Tirarán huevos podridos al piso para que se sienta el olor pero no harán nada a los que quieran viajar» explicaba ayer una fuente del gobierno. Quizá se trate de un exceso de confianza o de ingenuidad. Hoy se verá si fue así o no.
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