Sin una minuciosa hoja de ruta es imposible decodificar a la UCR bonaerense. Repartidos en al menos cuatro tribus, los radicales empiezan a ilusionarse con una reconstrucción del núcleo partidario que anida en la presunción de que el ciclo Kirchner comenzó su debacle definitiva.
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Hasta ahí, las coincidencias que expresan el oficialismo partidario de Federico Storani, Leopoldo Moreau y Ricardo Alfonsín, los ex radicales K mudados al cobismo, los aliados de Elisa Carrió en la Coalición Cívica y los líberos de Superación Radical.
Toda esa dispersión -a la que habría que agregar subgrupos y vertientes-parece, de a poco, iniciar un embrionario proceso de ordenamiento con una primera escala en las legislativas de 2009 y, más engorroso todavía, quizá con una coronación en la presidencial de 2011.
Espumoso
De ahí en adelante, todo se vuelve espumoso. Veamos:
Días atrás, una antigua lealtad política explotó: Daniel Salvador, presidente del Comité Provincia, históricamente hombre del MODESO de Moreau, enfureció con su jefe porque éste lo subtitulaba todo el tiempo con las acciones y declaraciones partidarias. «O te vas vos o me voy yo», le dijo Salvador a Moreau y le quitó la llave de la oficina que el dirigente ocupada en la sede de Paseo Colón, formalmente destinada a su hija Carmela. De inmediato, tras romper ese padrinazgo, Salvador empezó una serie de rondas con dirigentes de la UCR que sólo bajo intimación judicial se sentarían a la mesa con Moreau. Anoche, por caso, cenaba en La Plata con dirigentes de Superación Radical, díscolos de la UCR que coquetean -y algo más-con la Coalición Cívica.
Más allá de una cuestión de territorio, Salvador expresa un matiz denso con el tridente Moreau-Storani-Alfonsín: no se muestra del todo convencido de las virtudes de Julio Cobos. De hecho, suele mostrarse seguido con Gerardo Morales, presidente del Comité Nacional,y principal verdugo del regreso del mendocino a la UCR, en tanto permanezca como vice de Cristina de Kirchner. Patológicamente radical, Salvador trata de unir, o reunir, a la mayor cantidad de patrullas perdidas del radicalismo para imaginar un 2009 con cierta unicidad de criterio y de sello electoral.
Pero, cualquier alquimia de ese tipo choca, al primer paso, con una imposibilidad: un sector -la ortodoxia y los radicales ex K-ensalza a Julio Cobos y otro -los aliados a la CC y Superación Radical-aparece más cercano a Carrió. La chaqueña que es candidata por Capital ha dicho, para que todos la escuchen, que no imagina ningún ensamble posible con Cobos. De allí que, con sigilo, en sectores de radicales se bosqueja como fórmula mágica de la unidad total, la posibilidad del dúo Hermes Binner-Cobos para 2011, y no como quiere el cobismo --así lo promueve Daniel Katzel dueto Cobos-Binner. El patrocinio del socialista de Santa Fe es la forma de los radicales enfrentados con Storani-Moreau-Alfonsín Jr de avisarle a Cobos que si permanece «rodeado» por esa cúpula, se olvide de sumar a otros sectores del partido.
El intríngulis radical revela, además, que los partidarios ex K, Superación Radical y los incorporados a la CC tienen como motor compartido su enfrentamiento con la ortodoxia partidaria que sufrió un sacudón duro a partir de la ruptura entre Moreau y Salvador, y la decisión de éste de ensayar vías de diálogo con otros sectores para fantasear con un 2009 donde el radicalismo no aparezca, como en las últimas cuatro elecciones, fragmentado en más de tres porciones. Tampoco, entienden, es imposible imaginar un esquema donde la UCR compita sola, pero ponen como límite la posibilidad de, otra vez, abrazarse a sectores del PJ. Un pase de factura -o autocrítica-para los ex K y, también, para los que se fascinaron con la postulación de Roberto Lavagna. Por eso, con recelos y diferencias, no se ve impracticable un realineamiento para las legislativas entre los tres grupos que combaten a los herederos de Raúl Alfonsín. Sólo queda afuera de ese plan, y por ahora de todos, los radicales K sobrevivientes como José Eseverri y Gustavo Posse, con su ínfima representación legislativa.
También, en el mediano plazo, puede generar ruido entre los pro CC la intención de algunos de empujar a Carrió a un rol electoral que no sea el de presidente. « Después de Cristina, en este país nadie vota de nuevo a una mujer» dijo un dirigente del interior, sin temor a ser tildado de misógino. Si Carrió, eventualmente, orientara su apuesta electoral hacia la Capital -por caso-quizá podría ensancharse la base de sustentación radical de la CC, tarea a la que -por vías diferentes-se dedican Margarita Stolbizer y Javier Mor Roig. Del otro lado, se mueven Jesús Porrúa, Diego Rodrigo y Marcelo Elías por Superación Radical, y Katz, Mario Meoni y Héctor Gutiérrez por los radicales ex K. Como escala previa a 2011, donde deberá resolverse el dilema Cobos, Binner y Carrió, esos tres sectores iniciaron una ronda de contactos para acercar posiciones y, con suerte, proyectar un único modelo electoral para las legislativas del año próximo. Casi una maldición para Moreau: es Salvador, su preferido y protegido, el más leal de sus laderos -que se mantuvo fiel al MODESO a pesar de todas las estampidas de dirigentes-asoma en la galaxia radical, con su voz cascada y su mansedumbre, como un enlace.
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