18 de octubre 2001 - 00:00

Por lluvias hay riesgo de epidemias; el gobierno manda ropa y alimentos

El avance de las aguas sobre los campos de la provincia ha dejado ya completamente aisladas a 13 localidades. Existen riesgos de epidemias y el gobierno busca que se declare la emergencia nacional por inundaciones. Suman ya casi 11mil los productores afectados.

Por lluvias hay riesgo de epidemias; el gobierno manda  ropa y alimentos
Buenos Aires - Los colonos del paraje La Rural se acostumbraron a un visitante atípico: un helicóptero que día por medio les acerca alimentos, botas y ropa.

Acorralados por el agua, ese puñado de vecinos vive literalmente en una isla que queda a 30 kilómetros de la ciudad de 9 de Julio y adonde sólo se puede llegar por aire.

Un helicóptero del gobierno bonaerense, que pidió el municipio local, permite el contacto periódico entre los colonos de La Rural y el «resto del mundo».

Al margen del costo económico, éste es otro efecto devastador de la crisis hídrica: los productores, antes autosuficientes, ahora dependen de la ayuda oficial para sobrevivir.

Ayer trece localidades bonaerenses se encontraban completamente aisladas por las inundaciones,
mientras que cerca de 100 eran afectadas de una u otra manera por el avance de las aguas.

Según datos del gobierno bonaerense, 10.886 productores agrarios sufren en forma directa el problema de la inundación que se ensaña con el noroeste provincial.

Esto representa el 30 por ciento de los 27 mil productores radicados en la zona afectada por el agua.

Se trata, en general, de extensiones dedicadas al cultivo o la explotación ganadera, que el agua no sólo inutilizó, sino, además, aisló a las familias que allí viven y trabajan.

Por eso, el gobierno puso a disposición de los municipios un helicóptero, y el Consejo de Desarrollo Humano activó el sistema de asistencia ante emergencias.

Hasta ayer, 47 intendentes se comunicaron con La Plata para pedir alimentos, ropa, colchones y otros elementos.

Alejandro Bagato
, responsable del Plan de Asistencia Social Directa, detalló que enviaron 35 mil raciones de comida, 8 mil pañales, 3.755 colchones y 10 mil chapas, entre otras cosas.

El reparto se coordina con las comunas, Defensa Civil y el Ejército, que aportó camiones Unimog para llevar productos a lugares aislados.

«
La demanda es muy grande y no termina acá: después, cuando el agua empieza a bajar hacia la costa, el conflicto se traslada a otros lugares», dijo.

Juan Bautista Vergés
, de la Sociedad Rural de Nueve de Julio --distritos muy golpeado-graficó el impactol: «En el partido, 4 mil familias viven del campo» contó.

No todo termina ahí.
El campo aporta 90 por ciento del Producto Bruto de la región, y cuando entra en crisis, todo el circuito comercial se resiente.

«La cadena de pagos está rota», dice Vergés, y relata que 300 mil de las 420 mil hectáreas del municipio están anegadas.
«Es un desastre que se sentirá por varios años», concluye.

El ministro de Agricultura,
Haroldo Lebed, confió que la provincia montó un sistema de «contención de las familias rurales».

Uno de tres productores -detalla el funcionario-está en «situación delicada» y necesita algún tipo de asistencia. Por eso los
cuantiosos envíos de ropa y alimentos.

El agua paralizó todo. Con los caminos cortados, más de cincuenta escuelas rurales tuvieron que interrumpir las clases.

En Carlos Tejedor el agua bordea el pueblo generando alto riesgo sanitario. «Por las napas altas, explotan los pozos ciegos», dijo el intendente
Carlos Rivas.

Por esa situación, allí -como en otros 40 distritos del interior-existe el
peligro cierto de epidemias. Rivas, para prevenir, ordenó fumigar con desinfectante.

Repetida, la historia agota a los actores.
Federico Rousillón tiene 72 años y toda su vida vivió del campo. Cansado de las inundaciones, decidió abandonar 9 de Julio.

«No doy más»
, confió para explicar su entrega en una reunión de despedida con productores amigos.

Rousillón ya vendió tambos de su propiedad. Otros productores tiran la leche que obtienen diariamente porque no pueden entregarla a los camiones.

Ayer el ministro de Obras Públicas,
Julián Domínguez, y Lebed se mudaron a la zona crítica y ordenaron potenciar el trabajo con una sola prioridad: que el agua no llegue a los pueblos. Pero los pronósticos dicen que queda mucha lluvia por delante.

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