5 de diciembre 2022 - 00:00

Powell quiere aflojar la presión, pero mercado laboral no da tregua

Después de lanzar a sus halcones, la Fed ensaya una suelta de palomas. Sin embargo, el nivel de empleo se expande con una firmeza que desafía los pronósticos.

Jerome Powell

Jerome Powell

¡Atención! ¡Paren las rotativas! Después de lanzar a sus halcones, la Fed ensaya una suelta de palomas. ¿Se convenció de que la inflación tiene la manzana rodeada (aunque todavía orbite entre 5% y 6%), y no es prudente exagerar? ¿Teme cebarse en demasía porque merodea un eventual accidente? ¿Pivotea la institución o solo el Gran Jefe, y busca que se conozca el debate por saldar? El contrapunto es notable. James Bullard, desde la Fed de Saint Louis, alertó a comienzos de semana: “los mercados subestiman el riesgo de que el Comité (de política monetaria) tenga que ser más agresivo”. ¿Y qué? Dos días más tarde, Jerome Powell, el mandamás, borró con el codo el sesgo belicoso de la comunicación oficial, una constante que inició a fines de agosto cuando avisó que no habría parto sin dolor en la lucha contra la inflación. “Tiene sentido moderar el ritmo de nuestro aumento de tasas de interés a medida que nos aproximamos al nivel de restricción suficiente para que la inflación baje”, señaló en Brookings Institution. ¿Es el fin del parto? No. La suba de tasas continuará. Se descuenta un retoque de medio punto para la semana próxima. Pero ello era archisabido. No es la agresividad extra que azuzan el citado Bullard o el gobernador Waller. Powell cambió el ángulo del discurso. No su contenido, sí el prisma. Resaltó lo obvio, el rezago de la política monetaria, y lo puso en valor. “Los efectos plenos del rápido endurecimiento todavía están por sentirse”, dijo. Después estampó la frase icónica: “no quiero apretar de más”. ¿Es el aterrizaje suave la nueva prioridad? Como sea, la marca a presión sobre los mercados cede por primera vez desde Jackson Hole.

Ya se dijo que no es Powell quien tiene la última palabra. La realidad, la data pura y dura, manda. Más cuando la inflación triplica la meta de 2%. Y la realidad se pronunció en discrepancia, el viernes, a través del informe de empleo. La economía titubea pero el mercado laboral se expande con una firmeza que desafía los pronósticos. Añadió 263 mil puestos de trabajo netos en noviembre cuando se esperaban 200 mil (que no es una cifra desdeñable tampoco). La tasa convencional de desempleo se mantuvo en 3,7% y la definición más amplia (U6) estableció un nuevo mínimo absoluto. Caben observaciones. El empleo, según la encuesta de hogares, lejos de aumentar, se estancó desde marzo, pero no es una medición tan confiable (como la que proviene de la encuesta de compañías). La duración promedio de las horas semanales trabajadas cayó (y es el indicador que anticipa). Pero son notas al pie. La economía gestó 562 mil empleos netos por mes en 2021, cuando creció 5,7%. En 2022 son 392 mil. Así nunca se produjo una recesión. Y la realidad fue más filosa todavía. Los salarios promedio aumentaron 5,1% interanual. En el mes, 0,6%. Es decir, aceleraron a una velocidad anualizada de 7,4%. Se desconocía tanta fogosidad hacia atrás (la serie fue revisada y dio un salto robusto) y hacia delante. ¿Qué subrayó Powell en Brookings? Que los salarios -clave para domar la inflación de servicios- eran el terreno donde la política monetaria registraba menos progresos. Ninguno, sugiere el informe laboral. Como dice Bullard, hasta Powell subestima la agresividad que puede tener que desplegar la institución que dirige.

Los mercados festejaron los dichos de Powell y se atoraron con el empleo. Wall Street tiene opinión propia, y de hecho comenzó el rally cuando la inflación de septiembre alentaba las peores presunciones. Es también data dependiente, pero a su manera. Pondera los balances de las empresas y el calendario propicio de fin de año y toma fuerzas de allí. La inflación dejó de subir. Punto, hoy no exige más. Que la economía se enfríe y el mercado de trabajo, no, es un equilibrio salomónico que podrá no ser sostenible. Sin embargo, para la coyuntura alcanza. ¿Consecuencias? La Bolsa subió fuerte con Powell y bajó muy poco con el empleo. Las tasas largas se hundieron con uno, y también con el otro. El dólar ya no atropella. Se retrajo a un nivel piso de cinco meses. No hay quejas. La volatilidad mudó de halcón a paloma. El S&P500 retomó la media de 200 ruedas con Powell y la defendió el viernes con éxito. Y el Dow Jones trepó 20% desde los mínimos; un simulacro, por ahora, de nuevo mercado bull. Con paciencia, y con saliva (como la de Powell), el negocio es dejarlo ser, y dejarlo correr.

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