El sector agropecuario puede tener una lista eterna de reclamos pero sin dudas la mayor preocupación comenzó a desaparecer con la llegada de las precipitaciones. El riesgo de no poder sembrar soja y maíz quedó descartado y si bien las lluvias no llegaron en tiempo y forma para el cultivo de trigo, sí permitieron avanzar con la campaña gruesa.
Advierten que en el futuro será necesario discutir la matriz impositiva en el agro
Las lluvias de las últimas semanas le cambiaron el humor al sector productivo, que se dispone a encarar la campaña gruesa mientras el Gobierno busca fondos para financiar sus gastos y al mismo tiempo acumular reservas.
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Con este espaldarazo, el campo podría soñar con una producción cercana a los 135 millones de toneladas, con la consecuente llegada de dólares que serán un bálsamo para quienes deban comandar los destinos del país a partir del 10 de diciembre. A priori, según estimaciones privadas, la cosecha fina, impulsada por el trigo, generaría exportaciones por al menos u$s3.600 millones, que ingresarán al estado siempre y cuando se instrumenten los mecanismos adecuados que logren cautivar a quienes deben cambiar granos por pesos.
Según Javier Preciado Patiño exsubsecretario de Mercados Agrícolas, el año próximo podría ser el momento adecuado para repensar la matriz impositiva, ya que el Gobierno contaría con los ingresos de una buena campaña agrícola y será necesario tomar medidas rápidamente para estimular la producción de soja, el cultivo más importante que tiene la Argentina tomando en cuenta todos los complejos exportadores.
Patiño aseguró en diálogo con Ámbito que “lo primero que hay que hacer es ponerle a la oleaginosa el mismo derecho de exportación que tienen los cereales. No tiene sentido mantener una retención del 33% cuando cada año se recauda menos porque cae la producción”.
En esa línea, el consultor planteó además que para estimular la producción de soja será necesaria la incorporación de tecnología, que implicaría que los productores paguen “royalties” por la propiedad intelectual de las semillas que las empresas generan, tal como ocurre en otros países del mundo, entre ellos Brasil. “Sé que algunos van a protestar, pero el interés nacional nos dice que hay que pagar por la tecnología que está dentro de la semilla”.
Si la Argentina logra crecer en la producción de granos y desarrolla el resto de los “motores” que tiene la economía (energía, minería, economía del conocimiento y el litio), se podrían dar las condiciones para debatir la matriz impositiva en el agro, con los derechos de exportación a la cabeza.
La discusión en cuanto a los impuestos que pagan quienes producen en la Argentina es de larga data, pero específicamente en el agro parece ser necesario y urgente, ya que por la alta presión tributaria la producción de algunos cultivos se transformó en inviable dependiendo la zona sobre la que se ponga la lupa y las condiciones contractuales al arrendar la tierra.
En tanto, en los últimos días distintos referentes de la dirigencia rural advirtieron que el Gobierno estaría “atentando” contra la actividad agropecuaria al intentar modificar ciertos gravámenes que le pegarían de lleno a los tenedores de las tierras rurales.
Retenciones
Al ser consultado sobre este tema, Santiago Sáez Valiente, titular de la consultora Sáez Valiente y Asociados, aseguró a Ámbito que “la sola existencia de los derechos de exportación, ya le quitan una tajada muy importante de la renta al productor. Pero el campo, la tierra rural es la fábrica, por lo tanto pretender gravar el inmueble rural es no darse cuenta que la producción disminuiría, al haber menos producción hay menos exportaciones, al haber menos exportaciones hay menos ingresos de divisas y por lo tanto menos recaudación”.
Según Sáenz Valiente es indispensable reformular la estructura tributaria ya que “esta probado que incentiva la evasión en todas las actividades y esa es la gran inequidad que vivimos los argentinos. Cualquier producto del supermercado tiene la mitad de impuestos, es decir que cuando compras un producto es uno para vos y otro para el estado y al que tiene muy bajos recursos le sucede lo mismo. Esto es algo preocupante. Creo que no se le presta suficiente precaución a las normas legales tributarias que pueden llegar a destruir un país e incluso a varias generaciones”.
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