31 de enero 2003 - 00:00

Se evaden u$s 50 millones con agroquímicos ilegales

En los últimos meses se hizo bastante habitual la comercialización de agroquímicos que ingresan en el país desde Paraguay sin pasar por ningún control aduanero, ni de calidad ni tributando los impuestos y aranceles correspondientes.

Uno de los productos que se convirtió en el caballito de batalla de los comerciantes ilegales es el metsulfuron, un herbicida que se utiliza para el trigo y para la preparación del barbecho químico (trabajo que se realiza antes de la siembra de los granos).

Este herbicida es de origen asiático pero importado por una supuesta empresa paraguaya que lo vende en nuestro país. Sin tener el registro correspondiente y las autorizaciones de calidad del SENASA, este herbicida es vendido a menos de 50% del valor real, lógicamente sin factura y totalmente en negro. Al corroborar la dirección y los teléfonos de la empresa que figuran en la etiqueta del mencionado producto nos encontramos con que dicha empresa no existe y los datos aportados son de casas de familias paraguayas. De esta forma se dificulta la trazabilidad de este producto. Las zonas más calientes de ventas de estos productos son las de producción triguera: sur de Córdoba y sur de Santa Fe. «Compré el producto porque era barato pero después de usarlo no resultó eficiente», comentaba con desilusión un productor de Tandil, centro de la provincia de Buenos Aires.

El comercio ilegal de agroquímicos genera múltiples problemas y desigualdades. Uno de ellos es que no están registrados en el país y por ende no tienen el debido control de calidad del SENASA, que es el que debe dar la garantía de eficiencia del producto.

Se dice que el organismo mencionado no tiene poder de policía para reprimir este tipo de comercio ilegal y que la escasez de fondos de su presupuesto hace inviable ningún tipo de operativo represor. Otros indican que quizás a las autoridades del organismo no les interese intervenir, porque solamente están abocadas al tema aftosa, que por el momento les da mayor prensa.

• Evasión

Otra desigualdad que se genera es que estos productos no tributan ningún tipo de impuestos o aranceles, creando una competencia desleal con aquellos que sí lo hacen. Aquí deberían investigar la AFIP y la Aduana, dos organismos que necesitan buscar los medios para recaudar estos impuestos perdidos. Se calcula que con los actuales volúmenes de comercio ilegal de agroquímicos, el fisco argentino deja de percibir alrededor de 50 millones de dólares.

Y otro gran inconveniente que ocurre es que al no tener controles del SENASA pasan a ser peligrosos para su utilización, ya que puede ocurrir que no sean eficientes, trayendo problemas en los cultivos, hasta intoxicaciones a quienes los manipulen.

Además, dentro de esta común forma de vender y comprar agroquímicos ilegales, están aquellos importadores que
declaran traer materias primas pero que, en definitiva, lo que ingresan son productos en grado técnico. De esta forma se pagan aranceles mínimos, se evitan registros en el SENASA, salvando así costos y controles estrictos de calidad.

Otro producto que llama la atención de los entendidos en el tema es el mancozeb -fungicida-, que se llegó a vender con etiqueta diciendo que era de Balcarce, provincia de Buenos Aires, pero por ahora no se produce en la Argentina. Hecho verdaderamente incomprensible. La mercadería que ingresaría de contrabando desde Paraguay lo haría por las fronterizas ciudades de Clorinda (Formosa) y Posadas (Misiones), evitando todo tipo de controles ya sea aduaneros, de los organismos de control de calidad e impositivos.

• Compraventa

Debemos considerar también que para que alguien venda ilegalmente debe existir alguien que le compre.

En definitiva, para hacer «negro» se necesitan dos y en este caso los que compran son los productores agropecuarios argentinos.

Mucho se está luchando contra las bolsas blancas de semillas. Y los bidones blancos de agroquímicos, ¿para cuándo?

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