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Pablo Pérez, capitán y uno de los futbolistas titulares de Boca, y el juvenil Gonzalo Lamardo dejaron el vestuario visitante del estadio Monumental para ser trasladados a una clínica, tras los violentos incidentes registrados en la previa de la Superfinal de la Copa Libertadores, y regresó más de una hora después, luego de ser atendido en el Sanatorio Otamendi, con un apósito en su ojo izquierdo.
Minutos antes, el secretario general de Boca, Cristian Gribaudo, afirmó que había jugadores del plantel "cortados y heridos" y aseguró que "no están en condiciones de jugar" la final.
"Fue un desastre total, hay jugadores heridos, cortados. Lamentable. Vamos a hablar con la gente de Conmebol porque hay jugadores que no están para jugar", explicó en declaraciones a Radio La Red.
Leonardo Jara, Sebastián Villa y Pablo Pérez recibieron golpes y como consecuencia se encontraban cortados.
Los dirigentes "xeneizes" solicitaron a la Conmebol que médicos de su plantilla se acerquen al vestuario visitante del Monumental para revisar el estado de salud de los jugadores afectados, aunque los facultativos firmaron una carta en la cual aseveraron que no se podían constatar lesión alguna y no había motivos para suspender la final, algo que terminó ocurriendo al finalizar la tarde.
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