Periodista: La inflación entró en modo pausa en EE.UU. Se desmoronó en Gran Bretaña. Donde uno mire está en retirada. La Unión Europea, Canadá que recién publicó sus números. Desapareció en China, desde ya. ¿Deja de ser el problema principal para los bancos centrales? ¿Qué ocupa su lugar? ¿Empieza a tallar la baja de tasas de interés?
Diálogos de Wall Street
¿Cuál es la agenda de la banca central ahora que la inflación afloja, Gekko?
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Gordon Gekko: La inflación encontró la horma del zapato con la política monetaria actual (y una mejoría notable de las condiciones de oferta) pero todavía es la prioridad, Ya no hay desborde, la inercia es favorable, pero su nivel es elevado y nadie sabe cuánto costará alisar lo que falta corregir. El sector servicios puede ser más terco de lo que se piensa.
P.: Los mercados descuentan que los bancos centrales podrán resolverlo sin causar grandes destrozos. Es solo cuestión de tiempo.
G.G.: Por eso mismo la discusión sobre el recorte de las tasas de interés es muy prematura. Lo que hay que esperar es una meseta de tasas estables y no un acantilado.
P.: Los mercados son ansiosos.
G.G.: Los bancos centrales, no. Y precisan que los mercados sigan haciendo parte de su trabajo de contención. Por eso, combaten la idea de que la baja de tasas, ahora que la inflación se frenó, está a la vuelta de la esquina. Las habrá escuchado decir a Susan Collins (Fed de Boston) o a Loretta Mester (Fed de Cleveland) que todavía una suba de tasas es posible. Es lo que recitan las últimas minutas.
P.: Es una suba que solo existe en el discurso oficial. Los futuros de fed funds en Chicago le asignan apenas un 2% de probabilidades a fin de enero próximo. Y luego declinan rápido hasta desaparecer.
G.G.: La suba de tasas que está en el discurso (o que todavía cuelga en el mapa de puntos del banco central) tiene una función importante. Le quita presión a la discusión lisa y llana por la baja de tasas. Es, si se quiere, una especie de filtro, no diría un tapón, para disuadir esa agenda de conversación.
P.: La Fed no está pensando en implementarla.
G.G.: Lo pensó en un momento, la data le confirmó que no es necesario. Es la misma data que consultamos todos. Así que las razones están claras. Empero, los mercados tienen una prisa que los bancos centrales no tienen. En Australia y en Inglaterra, el discurso es el mismo. Cuidado, que la suba de tasas puede no haber terminado. Y es la misma historia. Lo que se dice, entrelíneas, es que la política monetaria debe persistir hasta asegurarse que la baja de la inflación se consolida y apunta fuera de toda controversia a la meta de 2%.
P.: ¿Qué podría obligar a cambiar los planes? ¿Una recesión? ¿O la amenaza de una recesión?
G.G.: Usted puede argumentar que la eurozona está en una recesión y sin embargo el BCE no planea un viraje inminente de su política.
P.: Uno podría decir, más correctamente, que está estancada. Quizás sí Alemania está en una recesión pero allí es donde menos presión existe a favor de una política monetaria más laxa.
G.G.: Como sea, queda claro que la prioridad es disciplinar la inflación y devolverla al redil de 2%. Y es una faena inconclusa.
P.: En EE.UU., la canasta de indicadores líderes cayó por enésima vez consecutiva. ¿Cuán sensible puede ser la Fed a esa señal anticipada de recesión?
G.G.: Son 19 mermas mensuales, una tras otra. Como la inversión de la curva de bonos del Tesoro, son indicadores que presagiaron con nitidez una recesión que no ocurrió. Persisten en su mensaje, pero se van desdibujando. En el pasado, fueron oráculos certeros. Esta vez, no. Cuando irradiaron la señal más potente, la inflación también estaba descarriada y la Fed debía combatirla, sí o sí. Ahora, no habría problema en prestarles atención si fueran creíbles. La verdad es que la política monetaria se pudo aplicar a rajatabla porque el consumidor y el mercado de trabajo se pusieron la economía al hombro y no desfallecieron nunca. Si el cuerpo aguanta, la Fed mantendrá las tasas donde están por más tiempo. Esa es la idea.
P.: ¿Hasta dónde?
G.G.: Hasta que la inflación interanual no caiga por debajo de 2,5%. Si la data llegase a mostrar un debilitamiento acelerado, pienso que la Fed no tocará las tasas (no al nivel actual de inflación) pero sí permitirá que se instale la idea de la baja de tasas sin replicarla ni agredirla.
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