Después de siete años de ostracismo, Aerolíneas Argentinas volvió a ocupar un asiento en la IATA (International Aerial Transport Association), la organización que nuclea a las mayores aerolíneas del planeta. Este retorno tendrá como consecuencia directa (y casi inmediata) más importante su reingreso al «clearing house» de las aéreas, lo que la habilitará para endosar pasajes propios a otras compañías y a su vez vender tickets de terceros.
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El regreso de la línea de bandera a IATA se produce tras un ostracismo que arrancó cuando Aerolíneas pidió su concurso preventivo. En esa oportunidad, quedaron algunos saldos impagos de pasajes endosados que otras aéreas siguen reclamando, aunque ya no con el énfasis con que lo hicieran en ese entonces.
«Ya no se trata más de un tema económico; Aerolíneas ocupa un sitio central en el tráfico aéreo de la región, y puedo decir que nos estaban esperando con los brazos abiertos», dijo a este diario y desde Vancouver Jorge Molina, director de Asuntos Corporativos de la aérea nacional.
Agregó Molina que «esto nos reubica en el lugar del que nunca debimos haber salido, pero también venir a Vancouver nos puso en contacto con proveedores, con aéreas concurrentes (las que cubren los mismos destinos que Aerolíneas), con otras con las que en el futuro seguramente celebraremos acuerdos de código compartido, etc». Cabe apuntar que Aerolíneas viene negociando desde hace poco más de un año integrarse a Star Alliance, la unión de aéreas que encabeza United, en reemplazo de Varig, que la abandonó cuando quebró y fue desguazada.
El ejecutivo viajó a esa ciudad canadiense para participar de la 63ª asamblea anual de IATA, cuyo temario incluye cuestiones como el análisis del estado de la industria, el rol de las aéreas en la conservación del medio ambiente y la puesta en práctica de medidas de seguridad más simples y efectivas para los pasajeros. Es un hecho que destinos «difíciles» en materia de controles (sobre todo Estados Unidos) están perdiendo viajeros justamente por las incomodidades que provoca -por caso- tener que sacarse los zapatos y los cinturones, no poder transportar líquidos, cremas o geles, etcétera.
Molina resaltó la necesidad de operar con aviones « limpios»; además reveló que ya había acciones conjuntas con gobiernos y operadores de aeropuertos para simplificar esos mecanismos manteniendo la seguridad.
Cabe recordar que IATA había mantenido el año pasado una dura disputa con Aeropuertos Argentina 2000 (la concesionaria de las terminales aéreas argentinas), al punto que su presidente, Giovani Bisignani, llegó a reclamarle a Néstor Kirchner la rescisión del contrato de concesión. La cuestión se zanjó con un acuerdo entre las partes. «Pero fíjese el ostracismo en el que estábamos, que Aerolíneas, obviamente el principal jugador en el mercado argentino, no participó en la negociación o en el acuerdo», se sinceró Molina. «En sentido inverso, ahora formamos parte de nuevo de un cuerpo que está negociando mejores condiciones en aeropuertos como Londres o París».
En tanto, en su discurso de apertura de la asamblea, Bisignani admitió que «las aerolíneas del mundo deberían tratar de poner fin a su producción de dióxido de carbono, en parte ayudando a crear una nueva generación de aeronaves de 'emisiones cero' en los próximos cincuenta años».
Curiosamente, en la Argentina algunas aéreas (por necesidad) siguen utilizando viejas máquinas como los Boeing 737-200 no precisamente «limpias»; por esa razón no son autorizadas ya a volar en países industrializados, y recalan en mercados menos «intolerantes» en el tema de las emisiones, como el argentino.
«El transporte aéreo debe convertirse en un sector comercial que no contamina», agregó el directivo.
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