Aprobaron una amplia Emergencia Pública
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De todas las facultades que la Ley de Emergencia original delegó en el Poder Ejecutivo en 2002, sólo una tiene algún consenso en la oposición como para mantenerse: la potestad al gobierno de renegociar los contratos de concesión, marcos regulatorios y tarifas con las empresas de servicios públicos privatizadas. Pero el gobierno no pidió sólo eso en esta ocasión, sino también mantener la declaración de emergencia sanitaria, ocupacional, alimentaria, social, de los planes Jefas y Jefes de Hogar y de la economía en general.
El chaqueño Jorge Capitanich no eludió el punto principal en cuestión a la hora de defender el proyecto. Explicó claramente que el principal sentido del mantenimiento de la emergencia es dar el marco legal que impida que «las acciones de bonistas reduzcan los recursos destinados a otras áreas sensibles como salud o educación». En otras palabras, alertó sobre el miedo oficial a la posibilidad de que vuelvan a multiplicarse los pedidos de embargos contra bienes argentinos por parte de los holdouts que retienen bonos por más de u$s 20.000 millones (unitariamente sería sólo ese tramo el tercer default de la historia).
Capitanich abundó, además, con un argumento nuevo sobre la necesidad de la emergencia.
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