23 de octubre 2020 - 00:00

Bonistas del canje piden ahora el auxilio del Fondo

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Gentileza: TRT

Los grandes fondos de inversión internacionales que ingresaron en el exitoso canje de deuda organizado por el Gobierno ahora piden un rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego de perder fortunas históricas por el derrumbe en el precio de los bonos canjeados en el proceso encabezado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, pidieron ayer al organismo que dirige Kristalina Georgieva que acelere la aprobación de un acuerdo con la Argentina que les haga resucitar parte de sus enormes pérdidas. De paso, a través de un nuevo comunicado conjunto distribuido ayer, castigaron duro al Gobierno argentino por el desplome de sus tenencias y le reclamaron a Alberto Fernández, Martín Guzmán y a quién escuche decisiones de fondo para torcer el rumbo dramático de la economía argentina.

La crítica situación del mercado cambiario local, y sus consecuencias en las posesiones de deuda local emitida bajo legislación internacional, hicieron que nuevamente se unieran para un revival de sus declaraciones conjuntas a los clubes de acreedores Ad Hoc, Exchange Bondholders y Argentina Creditor Committee. Los tres grupos estaban ya dispersos desde la primera semana de septiembre, cuando sus títulos públicos canjeados comenzaron a cotizar y por el “Pacto de Caballeros” cerrado entre los principales fondos de inversión que ingresaron al canje y los dos bancos colocadores, el Bank of America (Bofa) y el HSBC. Se trata de una clásica e implícita complicidad de los grandes actores de los mercados financieros internacionales, de no provocar ventas masivas de los títulos canjeados en un proceso de reestructuración o lanzamiento de nueva deuda voluntaria; protagonizada por otras entidades financieras de peso mundial.

Según afirman los principales acreedores, ellos mantienen sus papeles argentinos cumpliendo el pacto, pero la mala praxis local provocó (medida en la brecha cambiaria de más del 100%) una huida de los bonos argentinos que perjudica seriamente las posesiones de los tres grupos de acreedores. Entre otros se encuentran en esta situación el legendario BlackRock, PIMCO, Templeton, Monarch, Ashmore, Contrarian, Fidelity, Greylock y el resto de las grandes casas de inversión que finalmente aceptaron la propuesta del Gobierno de Alberto Fernández. El principal castigo lo recibió el que en teoría debía haber sido el bono estrella y faro de la Argentina poscanje: el Global 2035; seguido por el 2030. Por el derrotero que sigueron los bonos reestructurados, perdieron un 25% desde que comenzaron a cotizar.

En concreto, los tres grupos de acreedores comenzaron diciendo que “los acreedores se unieron para proporcionar u$s37.000 millones en alivio de flujo de efectivo y aceptaron una gran pérdida de valor para allanar el camino del país hacia la recuperación de una profunda recesión y la pandemia de covid-19”. El documento argumenta que Argentina insistió en negociar la reestructuración de su deuda comercial antes de elaborar un plan económico detallado y acordar un nuevo programa del FMI. Y agrega que “los tenedores de bonos preguntaron muchas veces durante las discusiones de reestructuración sobre la especificidad de un programa económico y expresaron su preocupación por lo que sucedería el día después del canje” de los títulos. Recordaron los bonistas que “Guzmán se negó asiduamente a proporcionar parámetros específicos de una agenda económica a los acreedores, insistiendo simplemente en que la sostenibilidad fiscal y la reconstrucción de las reservas internacionales eran sus objetivos firmes”. Recuerdan los tres grupos que “el Banco Central ha agotado las reservas a un nivel peligroso”. Y diagnostica que “la brecha resultante de más del 100% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo garantiza virtualmente que las reservas no se puedan reconstruir, un caso clásico de dinero poco sólido que expulsa dinero sólido”. En este contexto, los acreedores sostienen que “ya no es plausible que el Gobierno de Argentina culpe de sus problemas al legado económico que heredó. Después de casi un año en el cargo, el Gobierno argentino aún tiene que ofrecer una visión económica coherente y sostenible a la sociedad argentina y a los mercados” y concluye afirmando que “es necesario romper este círculo vicioso. El Gobierno de Argentina enfrenta tiempos difíciles y compensaciones. Los acreedores ya han desempeñado su papel, brindando una oportunidad histórica a Argentina para comenzar de nuevo. Ahora le toca a Argentina y al FMI pagar los suyos”.

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