Hugo Moyano prometió desactivar su unicato para delegar las decisiones de la CGT en una «mesa chica» integrada por diez caciques sindicales a cambio de conseguir, luego de más de un año de crisis, la normalización de la central obrera, como le exige Néstor Kirchner.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Ese fue el costo más visible que acepta pagar el camionero para normalizar la central obrera, fracturada en tres porciones tras el caos del 17 de octubre pasado en San Vicente. Desde entonces, no sesiona el Consejo Directivo porque Moyano carece de quórum propio.
Ayer, en otra cumbre maratónica-duró 5 horas-, los caciques sindicales que integran la «mesa chica» se citaron en la sede de UATRE para coronar la reconcilización entre Moyano y Luis Barrionuevo, motor de un fallido «putch» contra el camionero el año pasado.
Tal como el miércoles pasado anticipó este diario, se acordó convocar al Consejo Directivo de la CGT para el 8 de mayo a las 13 con un temario cerrado sobre tres temas. Será el regreso del intrépido Barrionuevo a las oficinas de la calle Azopardo.
Puntos
Dos semanas atrás, Ambito Financiero detalló los puntos del acuerdo: a) pedir la convocatoria al Consejo del Salario, para subir el mínimo a 1.050 pesos; b) bloquear la inclusión de la CTA en el directorio del PAMI; c) respaldar la campaña de traspaso de AFPJ al sistema de reparto.
Esos ítems fueron reforzados ayer como el contenido de la agenda común entre Moyano, Barrionuevo, Gerónimo Venegas (UATRE), José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), Andrés Rodríguez (UPCN), Jorge Viviani (Taxistas) y Antonio Caló (UOM).
En la sesión del martes próximo se pactará además solicitar una audiencia a Kirchner pero no para que se realice, a solas entre Moyano y el Presidente, sino de la que participen los diez integrantes de la «mesa chica», que completan Gerardo Martínez (UOCRA) y Roberto Fernández (UTA).
Anoche, dirigentes gremiales ponían en duda que Kirchner acceda a conceder una entrevista masiva con el club que, en teoría, consensuará las determinaciones de la CGT aunque será Moyano, claro, quien controlará el poder institucional y la relación con la Casa Rosada.
Quedan, al margen, dos asuntos en suspenso:
El tema más espinoso es el pedido para que Moyano «coparticipe» los cargos que tiene en el gobierno, puntualmente el manejo de la APE que delegó en el abogado laboralista Juan Rinaldi. Esa área es clave para el reparto de los aportes adicionales a las obras sociales, sobre todo en un momento en que muchas están en situación crítica en términos financieros. El moyanismo resiste esa embestida.
En junio de 2005, al dinamitar el triunvirato que facilitó la unificación en 2004, Moyano generó la ruptura de los « gordos» que abandonaron la central cuando perdieron a su delegada en la cúpula, Susana Rueda. Ahora, tras acordar con Barrionuevo y los jóvenes brillantes Martínez-Rodríguez, queda además una rendija para el retorno, todavía muy prematuro, de los «gordos». No es imposible: Armando Cavalieri dialoga más de lo que se sabe con Moyano y, sobre todo, con ministros de Kirchner.
Dejá tu comentario