24 de febrero 2005 - 00:00

Cupones bursátiles

El lunes, con la baja de precios que sobrevino, resultó una buena muestra para comprobar de qué manera se fue ampliando la base local de órdenes. Se dirá que existió una mayor proporción vendedora dentro del mix que forjó un efectivo total de $92 millones. Y es verdad. Pero no es menos cierto que la plaza no se cerró, a pesar de una corriente generosa de partidas en oferta, y que si ello hubiera sucedido, posiblemente los precios habrían tenido que pagar un peaje mucho más duro. Hubo ventas, pero también existió asimilación dando salida, esperando horas cruciales y cuando se puedan recoger los datos del canje. Giran en torno al mercado otras cuestiones, que hacen a la política, a las instituciones. Y hay siempre el mal humor presidencial en cada alocución. Que ahora apunta a los que se juntan, tras haber endeudando al país y declarando el default, sin mencionar a los que se sirvieron de tal cesación de pagos o de la devaluación. Porque nadie desea que las campanas suenen por él, cuando de repartir culpas se trata...

La plaza parece relacionar nada más que el resultado del canje con su tendencia: una aseveración que puede ser, o no, segura. Porque la baja del lunes tenía sus puntos marcados desde el viernes y hasta era deseable que se produjera para limpiar el árbol de las alzas que se cuelga en el aire, aunque las motivaciones pudieran venir para simple toma de utilidad, o impregnadas de todo el tufillo que -como una fatalidad persigue a toda institución y a toda investigación en nuestro medio. Decapitación completa de cúpulas militares, acusaciones cruzadas y otra veloz precisión presidencial, acerca de: esto ya sucedía antes, cuando gobernaban otros. El tema es que seguía sucediendo y -tal ciertas manifestaciones- con acento en éste foco que se prendió fuego, desde 2002 especialmente. Y en tal época no estaban gobernando los esquimales, justamente...
 
La Bolsa parece, acaso solamente parece, vivir de lo estrictamente económico, del dato financiero, de un canje de deuda, aunque después de ello deberá escudriñar el horizonte en búsqueda de otras apelaciones. Y cuando tal cosa suceda, no parece existir un escenario claro y convidador, limpio, estimulante. Más bien, se encontrarán cuestiones de fondo sin resolver, otras apenas pegadas con engrudo y nuevos roces de todo tipo enfrentando a sectores nacionales de toda índole. Campo e industria, empresario y obrero, políticos contra políticos, en lo que continúa siendo un mosaico al que no se puede aglutinar detrás de un bien común, de una meta a la que abrazar. Los liderazgos implican, la historia lo demuestra, que sean lemas o metas virtuosas, o malsanas, el modo de juntar voluntades. Es teniéndolas y haciendo que todos se unan detrás. Y de eso no hay nada.

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