26 de noviembre 2025 - 00:00

Diálogos de Wall Street: la Bolsa expectante ante una Fed dividida en torno a la baja de tasas

¿Las malas noticias son buenas noticias, Gekko? Si le abren el camino a otro recorte de tasas en diciembre, sí. La Bolsa hoy se siente más segura con menos tasa que con mejores fundamentos.

Gordon Gekko da su parecer sobre si las malas noticias económicas son buenas para la Bolsa debido a la expectativa de un recorte de tasas de la FED en diciembre.

Gordon Gekko da su parecer sobre si las malas noticias económicas son buenas para la Bolsa debido a la expectativa de un recorte de tasas de la FED en diciembre.

Periodista: Ni el balance extraordinario de Nvidia ni la creación robusta de 119 mil puestos de trabajo en septiembre. Lo que salvó a la Bolsa de sufrir una caída memorable fue la promesa de otra baja de tasas el 10 de diciembre. La Fed al rescate, de nuevo.

Gordon Gekko: Jerome Powell no abrió la boca. Pero lo reemplazó John Williams, el presidente de la Fed de Nueva York.

P.: Con el mismo suceso que hubiera tenido Powell.

G.G.: Eso sí.

P.: ¿Qué debemos entender? ¿Qué la Fed va a bajar las tasas, sí o sí? ¿O que vio con enorme preocupación una probable caída de la Bolsa, y que está dispuesta a hacer lo que haga falta para evitarla?

G.G.: La decisión no está tomada. El silencio de Powell dista de ser casual. La Fed está dividida. Powell se reserva la opinión. Defenderá la decisión que se tome en diciembre, sea cuál sea.

P.: ¿Será el chairman quién defina en diciembre?

G.G.: Quizás como haya tenido que hacerlo también en octubre. No todos estaban convencidos de bajar la tasa como lo hicieron, a excepción de Jeff Schmid, quien fue el único que terminó votando en contra. Cuando Powell nos avisó que la reunión de diciembre no tenía asegurado el mismo desenlace, probablemente venía de ejercer una fuerte amansadora con sus pares para doblegar su reticencia.

P.: ¿Con quiénes? Los presidentes de distrito son los que se oponen a repetir otra baja si la inflación no retrocede.

G.G.: Williams es la excepción. Y Mary Daly, de la Fed de San Francisco, pero ella no vota. Hay otros cuatro presidentes distritales que votaron en octubre y volverán a hacerlo en diciembre. Y los cuatro expresaron sus reparos. Jeff Schmid, de la Fed de Kansas City, ya vimos que fue inflexible.

P.: Y ya anticipó la idea de repetir su decisión.

G.G.: Así es. Hay otros tres que son los que probablemente Powell haya convencido de revisar su posición. Susan Collins, de la Boston Fed, Austan Goolsbee, de la Chicago Fed, y Alberto Musalem, de la Fed de Saint Louis.

P.: ¿Podrá convencerlos nuevamente?

G.G.: Suponiendo que Powell no piense como ellos.

P.: ¿No es el caso?

G.G.: Suponemos que sí, que Williams habló en línea con el pensamiento de Powell, pero tampoco lo sabemos a ciencia cierta.

P.: En todo caso si no consigue alinearlos, los votos restantes alcanzarían para concretar la tercera reducción de tasas del año.

G.G.: Sí. Pero una baja de tasas que se resuelva con cuatro disidencias generaría mucho ruido. Habría que remontarse a los años setenta y ochenta para encontrar algo similar.

P.: Y podría dañar la credibilidad de la Fed.

G.G.: Mucho. Me imagino que Powell encontrará la forma de emprolijar la situación y arribar a una solución consensuada. Pero, por eso mismo, si no lo consigue, y las discrepancias quedan expuestas a la luz del día, el impacto va a ser muy fuerte. Sobre todo, de cara al futuro. Hay Powell hasta mayo, y después se la acaba el mandato. ¿Quién domará este potro si ya no le obedece a un veterano con su experiencia?

P.: Que la Bolsa trastabillara el jueves pasado, ¿habrá cambiado la visión de los halcones?

G.G.: No creo, pero sí puede facilitar la tarea de ablande. La Fed no opina del precio de los activos, no es de su incumbencia. Pero tiene muy en cuenta las condiciones de estabilidad financiera. Y la Gobernadora Lisa Cook sí mencionó el riesgo de grandes declinaciones de precios.

P.: La Bolsa quedó grogui, y al borde del cachetazo, paradójicamente después de conocer un balance rutilante de Nvidia y muy buenas noticias de creación de empleo. Y Williams, ni lerdo ni perezoso, corrió a anunciar que la baja de tasas era factible “en el corto plazo”. ¿Si esto no es una señal de desesperación, qué es?

G.G.: De preocupación, sí. Williams no esperó siquiera a que abrieran los mercados. Que no quiso correr riesgos y llegar tarde, estoy de acuerdo.

P.: No quería tener que levantar el muerto de un viernes negro.

G.G.: Probablemente. Tampoco tuvo que esforzarse demasiado. Habló y se arregló todo.

P.: Se diría que la Bolsa con una tasa de fed funds en 4% corría el riesgo de derretirse. Y con la promesa de que se reduzca a 3,75% volvió a trepar con ganas. ¿No es una muestra de excesiva dependencia de lo que hace la Fed o deja de hacer?

G.G.: Lo es. En paralelo, se trató de un incipiente ataque de pánico que se contuvo por vía oral. Tampoco había una razón sólida para el derrumbe.

P.: Es una paradoja, pero lo que más desestabilizó a la Bolsa fue advertir un mercado de trabajo mucho más firme que lo imaginado. Había dudas sobre la posibilidad de sumar 51 mil puestos de trabajo y fueron 119 mil.

G.G.: Hoy no habló ningún funcionario, pero las ventas minoristas fueron bastante flojas y eso le sentó bien a la Bolsa. Después de verificar, eso sí, que los futuros de tasa se convencieron todavía más de un recorte en diciembre.

P.: Las malas noticias son buenas noticias. ¿O me equivoco?

G.G.: No. Ya vimos que el informe de empleo oficial de septiembre fue muy robusto y el mercado se sobresaltó. El análisis de ADP – al 8 de noviembre – lo contradijo y fue un alivio. Reveló que en las últimas cuatro semanas el sector privado redujo el empleo en 13500 puestos promedio por semana, y le da la razón a las palomas – como el gobernador Waller – que argumentan que el mercado de trabajo no se recuperó, que sigue necesitando de tasas más bajas para no dañarse. La Bolsa, hoy, se siente más segura con menos tasa que con mejores fundamentos.

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