26 de septiembre 2001 - 00:00

Divide al gobierno reclamo a Brasil

Cada uno con sus internas, la Argentina y Brasil comenzaron ayer a definir las estrategias que utilizarán en la rueda de negociaciones en la próxima cumbre de ministros y presidentes del Banco Central que, casi seguramente, se concretará entre el 8 y el 9 de octubre en San Pablo. Desde el gobierno de Fernando de la Rúa la disputa es, nuevamente, entre el ministro de Economía, Domingo Cavallo, y el canciller,Adalberto Rodríguez Giavarini. El primero plantea llevar a San Pablo la necesidad de que se elabore un listado de sectores perjudicados por la devaluación del real y que estos rubros tengan un arancel diferenciado que cubra las pérdidas argentinas. Desde el Palacio San Martín la teoría es continuar con la política de coordinar variables macroeconómicas, acelerando los tiempos.

Por el lado brasileño, el canciller Celso Lafer tiene una visión bastante parecida a la de Giavarini. Al titular de Itamaraty se le oponen tanto el ministro de Industria, Sergio Amaral, como el embajador plenipotenciario para el Mercosur, José Botafogo Gonçalves, que piensan que no sería mala idea suspender de plano la vigencia del proyecto de una unión aduanera, con la libertad para aplicar o no el Arancel Externo Común (AEC) vigente hasta hoy. La decisión, se aclaró ayer, sería temporal y no debería superar el período de un año.

Desde la Argentina, donde el diálogo entre Cavallo y Rodríguez Giavarini es casi nulo desde que el ministro de Economía volvió a insistir con la necesidad de tener bajo su órbita la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales de Horacio Chighizola, se asegura que Fernando de la Rúa tomará una decisión sobre la posición definitiva este fin de semana. Para esto quiere saber cómo piensan encarar el problema brasileño.

• Estudio

Desde Economía lo que se propondría en San Pablo es que se haga un estudio sobre los impactos en el comercio bilateral en los diferentes sectores, tomando como fecha de inicio la aplicación del factor de convergencia en junio de este año. Esto es, 2,3 contra los aproximadamente 2,7 reales por dólar de cotización aproximada actual. Entre los beneficiados que deberían entrar en el estudio se encontrarían, por ejemplo, los textiles (que además están subsidiados), papel, electrodomésticos, electrónica, computación, etcétera.

En los rubros donde la Argentina tiene superávit (maíz, petróleo, agroquímicos, automóviles), no deberían estudiarse cambios en la relación bilateral. Otra alternativa que se estudia en el Palacio de Hacienda es que directamente se imponga un arancel para el comercio entre la Argentina y Brasil, pero sólo para las importaciones del primer país. Lógicamente, ninguna de las dos posiciones podría ser aceptada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso ni por ningún otro brasileño, con lo cual se entiende desde el país vecino que se trata de una especie de «provocación» de Domingo Cavallo para llevar al Mercosur a un área de libre comercio, el viejo sueño del ministro de Economía.

Las cancillerías argentinas y brasileña prácticamente coinciden en que el Mercosur no debe dar un solo paso hacia atrás y que cualquier solución tiene que ser un perfeccionamiento del bloque.
Tanto Rodríguez Giavarini como Celso Lafer piensan en sintonía en que si el bloque demuestra estar unido en momentos difíciles como los actuales, esto le daría seriedad ante los ojos del mundo.

La idea que tienen ambos ministros de Relaciones Exteriores es que la mejor señal, y la que solucionaría el problema comercial de raíz, sería que los dos países se comprometieran en el corto plazo a coordinar variables macroeconómicas con un período tope hasta diciembre de 2003.

Desde el gobierno de Cardoso, Botafogo y Amaral piensan que es el momento de tomar una decisión extrema contra la Argentina.
Dicen que son «inaceptables» las embestidas de Domingo Cavallo, teniendo en cuenta que Brasil es el destino de 30% de las exportaciones argentinas y que crónicamente ese país tiene déficit comercial. Por esto es que proponen liberar la posibilidad de aplicar un AEC diferenciado, con lo cual Brasil podría comprar automóviles, petróleo, maíz (subsidiado de Canadá) y soja a mejores precios de los que se importan desde la Argentina. Actualmente el AEC del Mercosur está en un promedio de 13,5%, y para los productos que envía la Argentina podría reducirse a 5%. Si a esto se le suma la política de u$s 5.000 millones de subsidio a las exportaciones que el lunes anunció el propio Amaral, y que beneficia a los productores textiles y de electrodomésticos brasileños, el daño a la economía argentina sería completo.

Sobre la discusión ayer hubo opiniones de todo tipo. Por el lado argentino,
el ex secretario de Relaciones Económicas Internacionales Alejandro Mayoral apoyó el llamado a una reunión de ministros de Economía y Relaciones Exteriores de los dos países. Sin embargo, criticó todas las propuestas que se manejan hasta ahora. Sobre la posibilidad de coordinar variables macroeconómicas, Mayoral opinó que los dos países «demostraron que no pueden manejar las propias variables, menos pueden pedirle al vecino que lo haga».

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