10 de noviembre 2020 - 00:00

Llegó noviembre, ¿llegó el verano al mercado cambiario?

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Gentileza: FuraTermék Blog

Después de haber saltado más de 35 pesos en las primeras tres semanas de octubre, los dólares paralelos se desinflaron casi 20% en los últimos quince días, revirtiendo la tendencia alcista. En este marco, cobran sentido algunas preguntas. ¿Por qué bajó? ¿Caída transitoria o permanente? ¿Chau crisis cambiaria y expectativas de devaluación?

En octubre, el Gobierno cambió el enfoque de su política económica: dejó de castigar a la demanda y endurecer las restricciones para incentivar más a la oferta. En este giro se enmarcan la baja de retenciones, la suba de la tasa de interés de pases pasivos y las licitaciones de algunos instrumentos en pesos atados al dólar oficial, entre otros. En la misma línea, recientemente el Palacio de Hacienda dejó entrever que podría endurecer su meta fiscal del año próximo, llevándola del -4,5% del PBI aprobado en el Presupuesto a -3,5%. De esta forma, se restringiría no solo la liquidez privada actual, sino también la futura, relajando parte de las presiones.

Sin embargo, estas políticas llegaron tarde y en dosis bastante acotadas. Por lo tanto, no son los únicos factores detrás de la baja del dólar. La venta de bonos del Tesoro por parte de algunos organismos públicos contra pesos (oferta de dólares en los mercados paralelos) y las intervenciones “indirectas” en el mercado informal también ayudaron a reducir el precio de la divisa. Hay entonces dos grandes explicaciones: cambios en la política económica e intervenciones oficiales.

Pasando a la segunda pregunta, un análisis histórico ayuda a pensar hasta dónde podría bajar el tipo de cambio paralelo. En el peor momento de 2002, el dólar se vendió a 150 pesos de hoy -3,8 pesos de entonces-. En la misma línea, a valor actual, la divisa promedió los 100 pesos entre 2002 y 2007, la época del tipo de cambio real competitivo y estable, donde las exportaciones de bienes agropecuarios e industriales experimentaron un boom. En consecuencia, un dólar blue en la zona de 160 pesos sigue siendo caro al contrastar con nuestra historia reciente.

Sin embargo, los análisis históricos o de la economía real pueden no servir cuando se piensa a las variables nominales o financieras. El exceso de liquidez que genera la emisión de $1,6 billones para solventar el déficit del Palacio de Hacienda está provocando tensiones cambiarias, aun cuando $1,3 billones se hayan esterilizado a través de la venta de Reservas y operaciones de pases y Leliq. En respuesta, la base monetaria creció casi 40% nominal en lo que va de 2020, duplicando a la inflación y dejando un exceso de pesos capaz de presionar sobre la divisa.

En este contexto de elevada incertidumbre y muchas dudas sobre el rumbo del gobierno, además una débil relación con los mercados -y la clase media-, muchas personas optan por dolarizar sus ahorros. Para peor, la tasa de interés sigue estancada en 34%, un rendimiento que no alcanza para desalentar la demanda de divisas, máxime en un escenario de aceleración inflacionaria y expectativas de devaluación. El dólar paralelo opera también como refugio financiero entonces, y las referencias reales sirven todavía menos.

Por lo tanto, la baja pareciera ser más transitoria que permanente: aunque un dólar en 160 pesos está caro en términos históricos -quien venga con divisas desde el exterior, se encontrará con la Argentina más barata de los últimos treinta años-, la extrema volatilidad, liquidez e incertidumbre que atraviesa nuestra economía provocan que la cobertura sea una opción muy atractiva. Además, el impuesto PAIS (30% sobre el dólar oficial) y la retención del impuesto a las ganancias (35%), le ponen un piso a la brecha cercano al 65% (es decir, un dólar a 135 pesos).

Por último, y antes de cerrar, corresponde marcar que no desaparecieron las posibilidades de un salto cambiario en el mercado oficial. Por el contrario, este frente sigue (casi) tan complicado como hace dos semanas. Las Reservas netas orillan los u$s5.000 actualmente y el poder de fuego del Banco Central está muy deteriorado. En la misma línea, producto de las expectativas de devaluación, el superávit comercial empezó a sufrir en los últimos meses: impulsadas por el adelantamiento de compras, en septiembre crecieron las importaciones por primera vez desde 2018 (+3% i.a.), y en octubre las compras a Brasil saltaron 12,5% i.a. -todavía sin datos agregados- reduciendo la oferta neta de divisas en el mercado oficial. En consecuencia, aunque algunas variables se relajaron respecto de algunas semanas atrás, la batalla recién empieza; y el campo está minado.

(*) Economista jefe de Ecolatina

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