El caos de Bolivia impacta ya en las economías de América latina
La crisis de Bolivia que, lejos de moderarse, se acentúa cada vez más, lesionará a la economía regional si no se controla. Brasil, aunque tiene ya un plan de contingencia para horas o días, necesita ineludiblemente del gas boliviano para la poderosa industria paulista. A la Argentina también le hace falta que haya un entorno seguro en el país vecino que permita desarrollar las reservas gasíferas para comprar cerca de 30 millones de metros cúbicos diarios. Pero además, si se desestabiliza la industria de Brasil, los países que le compran y le venden también se verían afectados, no sólo la Argentina. El caos boliviano, que como trasfondo tiene precisamente el manejo del gas, se produce además en un momento internacional delicado, cuando la recesión asoma en EE.UU. y en Europa, y hay un corrimiento de los inversores hacia posiciones muy seguras por la crisis de las hipotecas. Ayer, Bolivia vivió un nuevo capítulo de su violenta historia: al menos doce personas murieron por choques entre militantes opositores y campesinos adeptos al gobierno de Evo Morales. La situación desborda las labores del ejército y de la policía, y por ello el líder indígena analiza la posibilidad de instaurar el estado de sitio: «La paciencia tiene un límite», advirtió a sus detractores. Los polos de Bolivia parecen no poder encontrar un punto de consenso. Ambos mantienen sus posturas inamovibles, y los costos están sobre la mesa. Anoche, ante la escalada de tensión, Cristina de Kirchner se comunicó con Michelle Bachelet y Luiz Inácio Lula da Silva para analizar la compleja situación. Nadie se anima a estimar un fin para este conflicto en el país vecino por la cantidad de variables en danza y por las reacciones que pueda ocasionar la escalada de violencia.
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El
presidente Evo Morales
anunciar la expulsión del
embajador de EE.UU..
«El ducto fue cerrado por razones de seguridad por técnicos de YPFB, luego de que manifestantes (antigubernamentales) tomaron la estación de bombeo de la ciudad de Yacuiba», dijo una fuente de la petrolera boliviana, asegurando que no hubo choques entre los civiles que forzaron el corte y militares que custodiaban el lugar.
Según una versión, los responsables de la planta de la empresa Transredes permitieron el ingreso de cinco mujeres para que verificaran el cierre de las válvulas, y evitar eventuales destrozos en la estación ante la amenaza de una ocupación masiva.
Radio «Frontera», de la localidad de Yacuiba, vecina a la frontera con la Argentina, informó que el ingreso de esas cinco mujeres fue ordenado poco antes del mediodía por el gobierno boliviano, para preservar la seguridad.
Ya el miércoles, la Cámara Boliviana de Hidrocarburo-BH) que nuclea a las petroleras privadas que operan en ese país, advirtió sobre «el alto grado de peligrosidad» de manipular plantas, estaciones, válvulas y ductos «sin procedimientos de seguridad adecuados».
En forma reservada, algunas de las empresas confiaron que el ejército boliviano no está interviniendo frente a las ocupaciones, y que los responsables de las instalaciones carecen de capacidad de negociación porque las tomas tienen carácter político.
Los hechos más notorios sobre la infraestructura de hidrocarburosfueron hasta ahora:
- La toma de 26 yacimientos del campo de gas Vuelta Grande, operado por la empresa Chaco, el martes por la noche, que suspendió la producción de 2,4 millones de metros cúbicos de gas que se destinan al mercado local, y en parte a la Argentina y Brasil.
- La explosión de un ducto en el poblado de Yacuiba ( miércoles a la madrugada) que envía 3 millones de metros cúbicos de gas por día hacia el departamento de Santa Cruz, para conectarse con otras líneas de bombeo a Brasil. Se estima que la reparación demorará por lo menos 10 días.
- El cierre, ayer a primera hora, de una válvula de seguridad ubicada en la comarca de Macharetí, en el departamento de Chuquisaca, sudeste. A causa de la toma, Transierra dejó de transportar 14 millones de metros cúbicos de gas a Brasil por siete horas.
Ante las circunstancias, el ministro brasileño de Energía, Edison Lobao, afirmó que su gobierno cuenta con un plan de contingencia ante la eventualidad de que haya nuevos cortes», aunque consideró que éste no deberá ser activado. Brasil prevé almacenar gas para una eventualidad, y en caso de necesidad puede obtener otros suministros desconectando termoeléctricas estatales y utilizando temporalmente diésel en algunas industrias. Esas medidas permitirían «resolver el problema sin mayores impactos en la economía», según el ministro.
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