Fin de libertad en salud: devuelven poder económico a los gremios
• La CGT quiere impedir que afiliados elijan su obra social. • Fue la reforma de los 90 que más afectó a los sindicatos. • Lo pidió Moyano en reuniones con De Vido y Alberto Fernández. • Aceptó techo para paritarias en marzo: 15% para suba salarial.
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Moyano pensó durante los últimos meses que muchos golpes que recibía desde la oscuridad del poder provenían de la Jefatura de Gabinete y no estaban destinados a él sino al ministro de Infraestructura. Creyó también que algunos alineamientos sindicales que se dispusieron en su contra, como la coordinación del estatal Andrés Rodríguez con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo, obedecían a órdenes de Fernández. Hasta las indagaciones de la AFIP sobre su entorno, por ejemplo en el caso del taxista Omar Viviani, parecían, en las peores pesadillas, originadas en la interna del gabinete.
Por eso el encuentro con Fernández, sobre el filo del fin de año, sirvió para despejar esas fantasías persecutorias, por lo menos por un momento. Pero como lo que fue a hacer el camionero a lo del ministro no era terapia sino lobbying, conviene pasar a las «conquistas» que le arrebató, por ahora de palabra, al jefe de Gabinete:
Fernández, por supuesto, le autorizó la pretensión pero le pidió tiempo para llevarla adelante.
El beneficio de este nuevo régimen era obvio: le otorgaría competitividad a un sistema apoltronado sobre la cautividad de los clientes o afiliados. Sin embargo, hay algunas distorsiones introducidas por esa prerrogativa que envalentonan ahora a los gremialistas y les hacen reclamar el retorno al orden anterior, donde cada contribuyente estaba «condenado» a la obra social de su actividad.
Esas distorsiones se vuelven bastante evidentes en el caso de obras sociales ínfimas que consiguieron acuerdos con prepagas. Se convirtieron así, sin prestar servicio alguno, en «boquetes» a través de los cuales las prepagas ingresaron al sistema « solidario» a capturar los afiliados de mejores ingresos. Los casos que se ponen siempre como ejemplo son los de Organismos de Control (su conductor, Hugo Buisel Quintana, para generalizar el aumento del mínimo no imponible para el Impuesto a las Ganancias. Es una medida bastante razonable, al menos desde que Kirchner la hizo efectiva sólo para un grupo de trabajadores, los petroleros privados de la Patagonia, y no para todo el universo comprendido en el problema. Fue una ley especial sancionada bajo presión, durante la huelga que los sindicalistas de Neuquén, Chubut y Santa Cruz interrumpieron el flujo de gas hacia el Norte. El traje a medida lo confeccionó en el Congreso un diputado subordinado a Moyano: el abogado Héctor Recalde. Ahora, el jefe de la CGT está urgido para corregir esa inequidad. Se enteró de que en la despedida del año que hicieron sus adversarios en la sede de la UOCRA, una de las conjuras fue promover un proyecto de ley propio, si fuera posible ignorando a Recalde, para generalizar el beneficio dado a los sureños. Moyano, es lógico, quiere adelantarse, pero requiere la venia oficial. Son los costos de su subordinación total a la Casa Rosada. Fernández, por supuesto, le autorizó la pretensión pero le pidió tiempo para llevarla adelante.
El beneficio de este nuevo régimen era obvio: le otorgaría competitividad a un sistema apoltronado sobre la cautividad de los clientes o afiliados. Sin embargo, hay algunas distorsiones introducidas por esa prerrogativa que envalentonan ahora a los gremialistas y les hacen reclamar el retorno al orden anterior, donde cada contribuyente estaba «condenado» a la obra social de su actividad.
Esas distorsiones se vuelven bastante evidentes en el caso de obras sociales ínfimas que consiguieron acuerdos con prepagas. Se convirtieron así, sin prestar servicio alguno, en «boquetes» a través de los cuales las prepagas ingresaron al sistema « solidario» a capturar los afiliados de mejores ingresos. Los casos que se ponen siempre como ejemplo son los de Organismos de Control (su conductor, Hugo Buisel Quintana,es casi tan conocido entre los constructores de Miami como entre los afiliados de Monserrat), Capitanes de Ultramar y Comisarios Navales (pasó en poco más de un año de tener menos de 100 afiliados propios a 150.000 aportantes).
La denuncia de estas prácticas abrió una guerra entre gremialistas. Quienes siguen administrando sus organizaciones con prestaciones propias se quejan de que esos otros «sellos de goma» los vacían de los aportantes más remunerados y, por lo tanto, asfixian al sistema tradicional desde el punto de vista financiero. Estos argumentos sensibilizaron a Fernández, quien, si de algo conoce, es de los mecanismos del mundo del seguro que dominan el negocio de la salud. Si Kirchner cediera en el pedido, los gremios verían más que justificada la colaboración que ofrecen al gobierno en tiempos de alta inflación y el consecuente deterioro del salario. Volverán, como corporación, al paraíso perdido.
Imposible comparar la reunión con el jefe de Gabinete, aun cuando fue cordial y comprensiva, con la comida servida en lo de De Vido. El arquitecto agasajó a Moyano con las delicias de la casa y, además, le expresó su agradecimiento por los servicios prestados al gobierno durante el año. Una delicadeza propia de las fiestas fue no enrostrarle las prebendas de que han disfrutado el camionero y su grupo durante el mismo período, sin las cuales es imposible comprender aquella cooperación. Con delicadeza, el ministro le indicó a su huésped la conveniencia de abrir el juego dentro de la CGT. Es decir, le transmitió el mensaje escuchado de labios de Rodríguez, Martínez y José Luis Lingieri el miércoles de la semana pasada. «Si no incorporamos a todos, va a seguir habiendo problemas con la conducción», recomendó De Vido, quien ya sinceró su papel en esta trama hablando en primera persona del plural. Enseguida le sugirió a Moyano una señal ecuménica: realizar un encuentro con todos los sindicatos ligados a la energía, indispensables para evitar los cortes de servicios en el año electoral. «Quiero darles las gracias. Los tuvimos lejos y se portaron bien. En cambio, mirá lo que nos pasó con los amigos, que casi nos matan desde el Sur.» Meditaciones del fin de año de un ministro dadivoso.
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