Franco Macri volvió a su viejo amor: fabricar automóviles
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El socio de Franco Macri es sólo una de las ochenta terminales que hay en territorio chino, pero fabrica medio millón de unidades anuales, o sea, el equivalente a todo el mercado automotor argentino. La planta ubicada en las afueras de Montevideo -que era de Sevel y en la que en su esplendor se hacían los Peugeot de alta gama- tiene capacidad para 25.000 vehículos por año. Las expectativas son vender unas 5.000 el año próximo entre la Argentina y Uruguay e ingresar al mercado brasileño en el mismo período.
Sin embargo, a pesar de que por mucho menos los Kirchner agasajan a empresarios en sus despachos, Macri nunca logró que lo recibieran en la Casa Rosada, salvo una audiencia colectiva cuando se anunció el -hasta ahora fallido- proyecto del Belgrano Cargas. Quizás sea por esa «asociación libre» con los 90 que muchos hacen de Franco, a quien acompañaron Leonardo Maffioli -CEO de Socma- y su antiguo ladero de muchas luchas Jorge Aguado, más una cohorte de ejecutivos chinos. En cambio, no se vio a ningún funcionario oficial en el lanzamiento.
En sentido inverso, muchos atribuyen el crecimiento exponencial de Chery -que ya emplea a 25.000 personas y que tiene previsto llevar a un millón de unidades su producción en 2010- al hecho de tener su sede en la provincia de Anhui, de la que es nativo Hu Jintao, presidente de China.
Macri -en diálogo con este diario- dijo que «en América latina éramos una potencia, pero la aplicación de políticas equivocadas hizo que Brasil nos dejara muy atrás: nosotros involucionamos y ellos no paran de crecer. Pero las políticas de este gobierno favorecen el relanzamiento del sector industrial».
Cuando se le preguntó por la caída del tipo de cambio -al que fuentes de la Unión Industrial Argentina califican de «fin del modelo productivo»-, el veterano empresario eludió definirse: «Las coyunturas son todas discutibles; lo importante es que el país mantenga su ritmo de crecimiento para que la industria también pueda volver a ocupar su lugar. Pero el país crece cuando lo hacen todos sus sectores. Yo, como industrial, nunca acepté lo que se hizo con el sector en los 90».
Agregó que su grupo -del que prácticamente sólo queda esta «pata» automotriz, tras vender todos sus activos de la construcción a su sobrino Angelo Calcaterra y otros negocios en Brasil- «siempre buscó crecer, a pesar de que muchas veces las circunstancias no lo permitían». Respecto de la posibilidad de abrir una planta en territorio argentino, fue impreciso: «Está en los planes, pero no puedo decirle ni cuándo ni dónde se instalará. Pero las condiciones para fabricar aquí están, absolutamente... Fíjese si no cómo está creciendo el número de unidades fabricadas en el país...».
Sin embargo, en algún momento de la reunión de prensa Maffioli aseguró que hacia 2010 Chery invertirá u$s 500 millones para levantar una planta en la Argentina en la que se producirían hasta 150.000 vehículos/año. «Será para exportar casi toda la producción a la región, y obviamente no sólo para fabricar el Tiggo, sino otros modelos más masivos», le dijo a este diario.
En lo que hace al modelo lanzado ayer, su perfil lo asemeja indiscutiblemente a la versión anterior de la Honda CRV; Macri descartó de plano las dudas sobre cuestiones de seguridad que se les imputan a los vehículos de origen chino. «Tiene todo: doble airbag, frenos ABS, cinturones inerciales... Como siempre, los competidores mienten para desacreditarte.»
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