30 de diciembre 2019 - 00:00

Shale en EE.UU.: la política y la paradoja del éxito

Gas

No hay duda de que el crecimiento en la producción de petróleo y gas natural de los Estados Unidos ha sido consecuencia de la eficiencia lograda en las áreas de producción de la técnica llamada fracturación hidráulica (HF) o fracking en el shale o roca de esquisto que contiene gas y petroleo.

Los beneficios para Estados Unidos en general han sido importantes: desde nuevos empleos y mayores ingresos fiscales hasta menores costos de energía y menores emisiones de gases de efecto invernadero. Pero algunos candidatos presidenciales se han comprometido como parte de su “pledge” de campana a prohibir la tecnología que precisamente ha permitido este auge: la fracturación hidráulica (HF) o fracking.

Todos sabemos que promesas de campaña muy rara vez son cumplidas en su magnitud. Las promesas están basadas en una extrema interpretación de protección ambiental no respaldadas en estudios científicos compartidos. Pero lo peor es que están basadas en una interpretación equivocada de que es lo que el votante quiere en materia de bienestar general y que objetivos se pueden realmente alcanzar con la prohibición del fracking.

Dado que las consecuencias de cumplir con la promesa electoral podrían causar más daño que el bien a proteger, ello plantea una pregunta importante: ¿qué pasaría con los empleos y la economía si se prohibiera la fracturación hidráulica?

El Global Energy Institute ha producido un report que llega a conclusiones dramáticas. En efecto, la prohibición del fracking en los Estados Unidos sería catastrófica para su economía. Si dicha prohibición se impusiera en las elecciones de 2020 entre el año 2021 y el ano 2025 se eliminarían 19 millones de empleos y se reduciría el Producto Bruto Interno Bruto (PBI) de EE.UU. en $7,1 billones.

La recaudación impositiva a nivel local, estatal y federal disminuiría en casi un total combinado de $1,9 billones. Esto demandaría un recorte de gastos por escasez de fondos para escuelas, hospitales, infraestructura y otros servicios públicos críticos. Los precios de la energía también aumentarían y se volvería a importar regresando a épocas superadas de dependencia de los países petroleros.

Los precios del gas natural subirían un 324%, causando que las facturas de energía de los hogares se cuadrupliquen. Para 2025, los automovilistas pagarían el doble de gasolina en el surtidor y el precio del petróleo alcanzaría los 130 dólares por barril.

Para países como Argentina, si los planes del actual presidente de YPF se materializaran, lo que sería una debacle en Estados Unidos, se convertiría en una oportunidad histórica irrepetible para Argentina. Así son las paradojas del éxito.

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