No podemos decir ni que el máximo histórico que marcó ayer el precio del petróleo (tras llegar a u$s 84,1 por barril, cerró en u$s 83,32, su séptimo récord consecutivo), ni el desplome del dólar (rozó u$s 1,41 por euro y finalizó al rueda normal en u$s 1,4, un mínimo histórico, quedando además en el punto más bajo de las últimas tres décadas -y un poco más-ante un cúmulo de monedas como el dólar canadiense), ni la suba del oro (en u$s 739 la onza fue el valor más alto pagado desde enero de 1980, a los pocos días de fijar su récord histórico de u$s 850 la onza) y otros commodities son una sorpresa, por más que se achaque lo primero al cierre de algunos pozos en el Golfo de México por las tormentas tropicales, se vincule lo tercero con lo primero y se diga que lo segundo es consecuencia de todas las relaciones anteriores (aquí sumamos la decisión saudita de desvincular su moneda de la norteamericana). La verdad es que las cosas son mucho más simples, ya que de a poco los inversores van tomando conciencia del "lado oscuro de la fuerza" que disparó la Reserva Federal casi 72 horas atrás.
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Si bien resulta muy fácil excusar el 0,35% que perdió ayer el Promedio Industrial al cerrar en 13.766,7 puntos, con aquello de la "toma de ganancias" esto no resulta demasiado consistente (en lo que va de la semana, el Dow trepa 2,4% y acumula 3,06% para lo que va del mes), e incluso la idea de que fueron los malos resultados contables de Circuit City y Federal Express lo que disparó la ola bajista no resiste demasiados análisis si vemos que los datos que aportó la macro ( desempleo y actividad en la zona de Filadelfia) y el balance de Goldman Sachs superando fácilmente las previsiones (en este caso, el mercado no les creyó demasiado a los "números" y la empresa bajó casi 1 por ciento), hablaron de una economía expansiva.
La historia es mucho más simple. Hay desconfianza y miedo, sobre todo en el frente inflacionario (esto no quiere decir que hoy no se recuperen los precios o que la semana entrante no marquemos un nuevo récord). Por algo, el costo del dinero para el gobierno trepó a 4,67%, el máximo desde la primera mitad de agosto. Por las dudas, no se olvide de pensar.
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