"La Argentina oligárquica creó la petrolera estatal"
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P.: ¿De qué año estamos hablando?
N.G.: De la década del veinte. También hubo una actitud especuladora y rentista de algunos empresarios argentinos, ya que vivir de un royalty es más fácil que ponerse a desarrollar una empresa y conseguir el financiamiento. Sin las compañías nacionales, la política petrolera argentina entró en un dilema difícil: dejar el monopolio estatal o abrir la entrada a las multinacionales.
P.: ¿Y en el downstream qué sucedía?
N.G.: En ese sector, había arrancado la Standard Oil a principios de siglo, con una refinería en Campana, la que tiene hoy la Esso.
Lideraba las ventas un poco con ese producto nacional y mucho con importaciones. Luego entró la Shell, y a YPF le costó muchísimo competir. Recién a mediados de los 30 logra tomar, con mucha ayuda del gobierno, el liderazgo de las ventas de nafta y gasoil, que ha mantenido hasta hoy en día con la Shell y la Esso detrás.
P.: ¿Cómo fue la década del 30 con el tema petróleo?
N.G.: Para YPF, es la época más importante. De entrada, hay un personaje brillante, el ministro de Agricultura de Justo, que manejaba la empresa y la política petrolera en general. Se llamaba Antonio de Tomaso y era un disidente del socialismo tradicional, que junto con otros como Federico Pinedo se unen a la Concordancia. Impulsa la sanción de la primera ley de hidrocarburos de la Argentina, que distingue al petróleo de los demás minerales.
Aparece por primera vez el pago de regalías al Estado.
También se vota una ley orgánica de YPF, porque la empresa tenía casi 25 años y venía operando sin respaldo legal; con ésta se le da todo el territorio nacional para que lo explore y lo explote, salvo permisos ya otorgados. La Concordancia es clave, con ella se sientan las bases jurídicas para la industria y para YPF. Arma la red de estaciones de servicio con el ACA, se expande a todo el país en venta de combustibles, construye su sede central, el laboratorio de Florencio Varela. Es la edad de oro de la YPF estatal, desplaza a la Standard Oil y lidera el mercado de combustibles.
P.: ¿Y en la Segunda Guerra Mundial cómo es la situación?
N.G.: Es un golpe muy duro para YPF. Tenía tantos recursos y no había alcanzado la autosuficiencia, tenía que importar petróleo. Con la guerra se produce un shock energético brutal, todo el carbón que la Argentina consumía e importaba desaparece y los precios se van a las nubes. Las industrias se tratan de pasar a consumir fueloil y éste no alcanza. Las empresas privadas no se hacen cargo y toda la presión recae sobre YPF, que no tenía divisas para comprar y no conseguía repuestos ni materiales en el mercado internacional. El gobierno, con Perón como presidente, intenta disminuir el impacto sobre los consumidores, por lo que mantiene el precio de la nafta inalterado, pese a los mayores costos. Se mantiene una política expansiva y se evita la devaluación, lo que hacía escasear los dólares. En conclusión, YPF queda descapitalizada, con equipos viejos y le sacan dinero para financiar al tesoro.
P.: ¿Hubo algún cambio en la segunda presidencia de Perón?
N.G.: Perón se da cuenta de que con YPF no va a ningún lado, no tiene ni recursos internos ni las divisas para movilizar las reservas de petróleo y de gas que tiene la Argentina. Por eso, en el 54 arma un programa muy ambicioso para que vengan compañías extranjeras a explotar y explorar el petróleo argentino. Que traigan el capital, los recursos humanos y las divisas. Habla con la Shell y la Esso, pero pone a más empresas a competir y hace entrar en el juego a la California (hoy Chevron). Arma un contrato para explorar en la provincia de Santa Cruz, Perón lo aprueba por decreto y lo manda al Congreso, pero como fue poco antes del golpe de setiembre de 1955 y con toda la oposición en contra, queda sin ratificación. Lo paradójico es que el principal crítico fue Arturo Frondizi, quien al asumir más adelante como presidente hace lo mismo, firma una gran cantidad de contratos con empresas extranjeras que luego anula Illia.
Entrevista de Laura Costa
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