1 de junio 2007 - 00:00

"La Argentina oligárquica creó la petrolera estatal"

En un libro de reciente aparición -«Historia del petróleo en la Argentina 1907-1955: desde los orígenes hasta la caída de Perón»-, el economista de la Universidad Di Tella y ex secretario de Hacienda, Nicolás Gadano, se encarga de desmentir la visión general de que YPF fue creada por Hipólito Yrigoyen y, a su vez, resalta la paradoja de una explotación petrolera estatal que en realidad fue impulsada por gobiernos «oligárquicos y liberales».

Periodista: ¿Es real el contrasentido que existió en los orígenes de YPF Argentina, con un conservadurismo que no fue tan proclive a la explotación privada y sí a la estatal?

Nicolás Gadano: La gente tiende a creer que la Argentina previa al yrigoyenismo era liberal, que jamás hubieran impulsado la explotación petrolera estatal, sino que hubieran dejado, como decía la legislación minera en general, las minas para los privados. Sin embargo, en 1907 con el descubrimiento de Comodoro Rivadavia, durante la presidencia de Figueroa Alcorta, el gobierno reacciona con un decreto bastante precario jurídicamente, pero que reservaba una zona a la explotaciónestatal. A partir de ahí se empieza a crear lo que a la larga fue YPF. Y luego es en los gobiernos caratulados como «oligárquicos y liberales», concretamente con Alvear en la década del 20 y con Justo en los 30, que YPF se consolida, desplaza a las compañías privadas en el liderazgo del mercado de combustibles y se expande por todo el país.

P.: ¿Cómo era la relación con empresas extranjeras en ese momento?

N.G.: Habría que dividir los dos segmentos de la industria: el upstream ( exploración y producción) y el downstream ( comercialización). En el primero, por fuera de la zona de reserva que tenía YPF, había compañías privadas que comienzan a pedir permisos. Tanto en Comodoro como en Neuquén, el Estado descubre, empieza a armar una explotación comercial, y alrededor van las empresas privadas. En un inicio son todas argentinas, muchas cotizaban en la Bolsa y eran chicas. Pero la industria petrolera exigía tecnología, mucho capital con plazos de maduración largos, y mucho riesgo. Por eso, la mayoría de estas compañías aprovechó el interés de las multinacionales, que básicamente eran la Shell, la Standard Oil y alguna otra empresa inglesa, y les vendieron sus permisos a cambio de un pago inicial más un royalty sobre la producción.

P.: ¿De qué año estamos hablando?

N.G.: De la década del veinte. También hubo una actitud especuladora y rentista de algunos empresarios argentinos, ya que vivir de un royalty es más fácil que ponerse a desarrollar una empresa y conseguir el financiamiento. Sin las compañías nacionales, la política petrolera argentina entró en un dilema difícil: dejar el monopolio estatal o abrir la entrada a las multinacionales.

P.: ¿Y en el downstream qué sucedía?

N.G.: En ese sector, había arrancado la Standard Oil a principios de siglo, con una refinería en Campana, la que tiene hoy la Esso.

Lideraba las ventas un poco con ese producto nacional y mucho con importaciones. Luego entró la Shell, y a YPF le costó muchísimo competir. Recién a mediados de los 30 logra tomar, con mucha ayuda del gobierno, el liderazgo de las ventas de nafta y gasoil, que ha mantenido hasta hoy en día con la Shell y la Esso detrás.

P.: ¿Cómo fue la década del 30 con el tema petróleo?

N.G.: Para YPF, es la época más importante. De entrada, hay un personaje brillante, el ministro de Agricultura de Justo, que manejaba la empresa y la política petrolera en general. Se llamaba Antonio de Tomaso y era un disidente del socialismo tradicional, que junto con otros como Federico Pinedo se unen a la Concordancia. Impulsa la sanción de la primera ley de hidrocarburos de la Argentina, que distingue al petróleo de los demás minerales.

Aparece por primera vez el pago de regalías al Estado.

También se vota una ley orgánica de YPF, porque la empresa tenía casi 25 años y venía operando sin respaldo legal; con ésta se le da todo el territorio nacional para que lo explore y lo explote, salvo permisos ya otorgados. La Concordancia es clave, con ella se sientan las bases jurídicas para la industria y para YPF. Arma la red de estaciones de servicio con el ACA, se expande a todo el país en venta de combustibles, construye su sede central, el laboratorio de Florencio Varela. Es la edad de oro de la YPF estatal, desplaza a la Standard Oil y lidera el mercado de combustibles.

P.: ¿Y en la Segunda Guerra Mundial cómo es la situación?

N.G.: Es un golpe muy duro para YPF. Tenía tantos recursos y no había alcanzado la autosuficiencia, tenía que importar petróleo. Con la guerra se produce un shock energético brutal, todo el carbón que la Argentina consumía e importaba desaparece y los precios se van a las nubes. Las industrias se tratan de pasar a consumir fueloil y éste no alcanza. Las empresas privadas no se hacen cargo y toda la presión recae sobre YPF, que no tenía divisas para comprar y no conseguía repuestos ni materiales en el mercado internacional. El gobierno, con Perón como presidente, intenta disminuir el impacto sobre los consumidores, por lo que mantiene el precio de la nafta inalterado, pese a los mayores costos. Se mantiene una política expansiva y se evita la devaluación, lo que hacía escasear los dólares. En conclusión, YPF queda descapitalizada, con equipos viejos y le sacan dinero para financiar al tesoro.

P.: ¿Hubo algún cambio en la segunda presidencia de Perón?

N.G.: Perón se da cuenta de que con YPF no va a ningún lado, no tiene ni recursos internos ni las divisas para movilizar las reservas de petróleo y de gas que tiene la Argentina. Por eso, en el 54 arma un programa muy ambicioso para que vengan compañías extranjeras a explotar y explorar el petróleo argentino. Que traigan el capital, los recursos humanos y las divisas. Habla con la Shell y la Esso, pero pone a más empresas a competir y hace entrar en el juego a la California (hoy Chevron). Arma un contrato para explorar en la provincia de Santa Cruz, Perón lo aprueba por decreto y lo manda al Congreso, pero como fue poco antes del golpe de setiembre de 1955 y con toda la oposición en contra, queda sin ratificación. Lo paradójico es que el principal crítico fue Arturo Frondizi, quien al asumir más adelante como presidente hace lo mismo, firma una gran cantidad de contratos con empresas extranjeras que luego anula Illia.

Entrevista de Laura Costa

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