¿Kamala Harris o Donald Trump? Es la hora señalada, y la definición de la carrera electoral es una moneda al aire. Y conste que lo más grave sería que no se cumpla la ley de la gravedad. Que el escrutinio se complique “a la Bush versus Gore” (2000) y su desenlace permanezca en suspenso. La agonía muy rápidamente podría escalar en alta tensión y violencia.
La bolsa no le teme al resultado de la elección en EEUU, son los bonos los que se espantan
Gane quien gane, el mercado confía sin titubeos en el futuro del bull, el que ya avanzó más de 60% desde su piso y acaba de cumplir los primeros dos años. La Fed prepara un nuevo recorte de tasas esta semana. A los bonos no los moviliza la fe sino el espanto.
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Por supuesto que no tiene por qué ser así aún si la disputa es reñida. Cuatro años atrás, Joe Biden derrotó a Trump por un margen estrechísimo en el Colegio Electoral. Y la Justicia lo avaló en forma expeditiva. No hubo zozobra, aunque Trump, se sabe, sigue alegando un fraude masivo, y millones de sus partidarios lo creen en serio.
No obstante, gane quien gane, o aun si por un tiempo no ganase nadie, la bolsa confía sin titubeos en el futuro del mercado bull, el que ya avanzó más de 60% desde su piso y acaba de cumplir los primeros dos años. La virulencia de la campaña no le quitó el apetito. Tanto el Dow Jones como el S&P 500 y el Nasdaq establecieron nuevos máximos en octubre. Y sus avatares más recientes se movieron al compás de los balances, no de los discursos de barricada. Si fueron mediocres la culpa es de Meta y Microsoft y no de los políticos.
La economía es su salvoconducto principal. Creció 2,8% en el tercer trimestre, levemente por debajo de lo esperado por obra y gracia de un déficit de balanza comercial que se ensanchó más allá de los cálculos. Internamente, las compras finales del sector privado aumentaron 3,2% - con una fuerte presencia del consumo – confirmando una robustez excepcional. Y a la par, la inflación – medida por el deflactor del consumo – bajó a 2,09% en los últimos doce meses a septiembre, lo más cerca que estuvo de la meta oficial desde principios de 2021.
Ya se dijo: la herencia de la Administración Biden es envidiable. E incluye la predisposición manifiesta de la FED de recortar en forma sostenida sus tasas de interés. El hecho de que, en octubre, según se supo el viernes, el mercado laboral haya creado apenas 12 mil empleos netos – destruyendo 28 mil en el sector privado – no modificó la visión. Dos huracanes – Helene y Milton – y la huelga de Boeing relativizan el valor de las cifras.
Existe un camino alternativo para evaluar la situación con tranquilidad. Los pedidos iniciales de subsidios de desempleo se dispararon de 225 mil a 260 mil en la primera semana de octubre, encendiendo la alarma. Sin embargo, cuatro semanas más tarde, ya habían descendido a 216 mil, el registro más irrisorio desde abril. Mucho ruido y, al final, pocas nueces. La bolsa tampoco lo tomó mal. Con más razón, el jueves, la FED talará sus tasas un cuarto de punto. Por si las moscas.
Wall Street sube porque el nombre del próximo presidente la tiene sin cuidado, ¿o porque deduce que será Donald Trump? Las apuestas favorecen al republicano, es evidente. Los resultados de la votación adelantada también le hacen un guiño comparado con 2020. Pero no es garantía de nada. Y la bolsa no lo desconoce. Por eso esta última semana desensilló el optimismo extremo que la impulsó durante el mes, y se cuadró en una postura neutral, a la espera de los acontecimientos.
Es anecdótico, pero revelador, que la transacción más pro Trump de todas se haya desmoronado en la antesala de la votación. En efecto, la acción del Trump Media & Technology Group Corp. (DJT) se hundió más de 10% el viernes. Y 20% en las últimas cinco ruedas. ¿Pasó algo en la campaña? Trump sacaba ventaja en todos los mercados de apuestas – Polymarket (58%), Predict It (54%) y Kaishi (55%) – pero, como decía Tu Sam, puede fallar. Y en ese caso, la compañía dueña de Truth Social no valdrá gran cosa y el papel se hará trizas. El sábado, a última hora, una encuesta de Ann Selzer sorprendió. Dio a Kamala victoriosa en la republicana Iowa. Y en Predict It, el domingo, Harris picó en punta (57%). En cambio, con Biden aterosclerótico o sin Biden, gane Harris o Trump, Wall Street tiene chapa propia para sostener el paso de los toros. Si la Casa Blanca habilitase el piloto automático – y archivara las promesas electorales - sería todavía mejor.
Con los bonos del Tesoro es otra historia. No los moviliza la fe sino el espanto. ¿Harris o Trump? Una plataforma les parece mala y la otra, mucho peor. La idea de un déficit fiscal descontrolado – y una oferta de bonos superabundante - se les hace difícil de digerir. La FED redujo 50 puntos base la tasa corta el 18 de septiembre. Desde un día antes, las tasas largas treparon 80. El viernes, tras el famélico informe de empleo, y descontando que la FED recortará otros 25 puntos base el jueves, ascendieron 10.
Son dos viajes a contramano. Powell yendo cuesta abajo de 5,50% a 4,75%. La tasa de diez años, de 3,60% a 4,39% y subiendo por el ascensor. Su reacción tenaz es un aviso a los navegantes. Quien llegue a la Casa Blanca debiera prestar atención. Si empuña una agenda fiscal displicente tendrá en el mercado de bonos a su oposición más firme. Y, si es así, tarde o temprano, la FED tendrá que revisar sus planes. Y la bolsa, aunque la economía se hinche de vigor, deberá replegar los múltiplos de su valuación, acomodarlos a tasas largas más altas, y recoger las velas. Que todavía permanezca indiferente refleja la convicción de que, sea Harris o Trump, el éxito del aterrizaje suave, que ya sorteó tantos peligros, no será estropeado por la política.
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