24 de julio 2022 - 21:15

Semana clave: los mercados piden señales fuertes para disminuir tensión cambiaria

Mientras Batakis está en Washington buscando oxígeno del FMI y el Tesoro estadounidense, siguen las presiones devaluatorias. Desafío de nueva licitación el miércoles.

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Mientras la ministra de Economía, Silvina Batakis, procura obtener algo de oxígeno financiero en las entrevistas que mantendrá con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Tesoro esta semana, en Buenos Aires el Gobierno tendrá que seguir haciendo frente a las fuertes presiones sobre el dólar. Los mercados están a la espera de señales que aplaquen la desconfianza.

El almuerzo entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner en Olivos el sábado, del cual trascendió que se analizaron posibles medidas económicas, puede resultar insuficiente, sobre todo cuando el Gobierno tenga que volver a tomarle el pulso a los inversores el miércoles, en a una nueva licitación de bonos.

El equipo económico está orientando sus decisiones en función de una hipótesis que plantea el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, que es consistente con un “minimalismo” en la toma de decisiones. La misma indica que no se necesita aplicar un fuerte salto de la cotización del dólar, en función de que en esta etapa del año el mercado de divisas está presionado por las importaciones de energía con motivo del invierno. Pesce dice que se requiere un “puente” hasta que se componga el equilibrio. Cuando llegue la primavera, supone que disminuirán las presiones devaluatorias. El problema es saber si eso alcanza para evitar que se siga escapando la brecha. Tanto consultoras privadas como estudios académicos están planteando que la hipótesis del Banco Central puede no ser suficiente para llevar calma a los mercados.

Un informe del centro de estudios RA de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, advierte que la aparición de Batakis tras la renuncia de Martín Guzmán “no fue suficiente para anclar expectativas”. “Una semana después de su asunción el dólar ya cotizaba a $300, de la mano de nuevas restricciones a las importaciones y acceso al dólar oficial, que llevó a las empresas a buscar financiamiento extranjero para financiar sus compras al exterior”, se señaló.

La Facultad de Ciencias Económicas de la UBA precisa que el contexto previo a la crisis que desató la renuncia de Guzmán ya era delicado. Al respecto, asegura que en 2021, mientras el dólar oficial se actualizaba al 1% por mes, la inflación corría al 3%. “Esto redundó en que para diciembre el dólar se había depreciado sólo un 22%, mientras que los precios subieron un 51% año a año, significando un atraso cambiario del 15%”, señala la casa de estudios. También se dice que el Banco Central ha tenido una “débil política monetaria”. “La acumulación de inconsistencias macroeconómicas ha conjugado un cóctel difícil de manejar, el cual se manifiesta en un alto nivel de liquidez que se refugia en el dólar, anticipándose a mayores dificultades y resultando en una brecha cambiaria”, indica el trabajo. De ese modo, se señala que “el precio actual del dólar responde más bien a una cuestión de expectativas, por lo que no sería uno de referencia, tornándose necesaria una señal política en la dirección correcta con el objetivo de generar un shock de confianza”.

Por su lado, la consultora Ecolatina sostiene que para el Gobierno, evitar una devaluación del tipo de cambio oficial “es el principal objetivo en el muy corto plazo” pero indica que “sin una respuesta más contundente este objetivo se vuelve más lejano”.

Por caso, plantea que “la velocidad que tomó la crisis en la última semana, indicativa de la fragilidad subyacente, muestra que hacia adelante el escenario se torna más inestable, aún cuando se logren aplacar las presiones financieras y pueda encauzarse el programa económico”.

“Si un salto devaluatorio tuviera lugar, lo más probable es que sea desordenado o forzado por el mercado, lo cual empeoraría la situación aún más”, indicó la consultora. Ecolatina además plantea dudas de la política de mini devaluaciones del BCRA que se mantiene detrás de la inflación. Se estima que la primera va a un ritmo del 5% mensual, en tanto que la segunda al 7%.

“El Gobierno puede sostener un crawling peg en el tiempo en un marco en el cual la inflación se va moderando gradualmente. En caso de persistir, o incluso agudizarse este escenario, la capacidad de defensa del tipo de cambio oficial tiene serios riesgos de debilitarse”, dice el trabajo.

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