10 de marzo 2006 - 00:00

Riesgoso: crece pelea con gremios por más aumentos salariales

Los sindicalistas conocidos como "gordos" (Lescano, Cavalieri, Pedraza, West Ocampo), es decir, disidentes de la conducción de Hugo Moyano en la CGT, almorzaron ayer con quienes han ejercido hasta ahora el principal soporte del camionero en esa jefatura: Luis Barrionuevo, Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez. En la reunión comenzaron a analizar la posibilidad de presionar a Moyano para que encabece una puja salarial generalizada, que comience con el incremento en los ingresos de los propios camioneros, cuya paritaria empezará en días. En el sindicalismo existe malestar con el secretario de la CGT, a quien se le reprocha disfrutar en su exclusivo beneficio las prebendas que le concede Néstor Kirchner. El Presidente, por otra parte, espera que Moyano modere sus pretensiones a despecho de sus colegas. Ayer le adelantó que está dispuesto a facilitarle un aumento del salario mínimo, que beneficia a los sectores de menores ingresos. Para el resto, el incremento no debería ser superior a 15%. Además, el mínimo no imponible de Ganancias no será elevado, lo que también desalienta la presión salarial: parte de lo que se conquista va para el Tesoro vía impuestos.

Hugo Moyano
Hugo Moyano
El clima sindical comenzó a agitarse y la primera señal se verificó ayer. En la sede del gremio de Luz y Fuerza se sirvió un almuerzo al que asistieron el dueño de casa, Oscar Lescano; el representante de los Empleados de Comercio, Armando Cavalieri; el de Sanidad, Carlos West Ocampo, y el de la Unión Ferroviaria, José Pedraza. Es decir, los integrantes del sector enfrentado con Hugo Moyano en la CGT, los llamados «gordos». Del otro lado de la mesa se sentaron Luis Barrionuevo (Gastronómicos), Gerardo Martínez (Construcción) y Andrés Rodríguez (Unión Personal Civil de la Nación). Estos tres dirigentes fueron hasta ahora el principal sostén interno de Moyano y de José Luis Lingieri, secretario general y adjunto de la central obrera. El significado político de este conciliábulo es claro: quienes hasta ahora fueron socios de Moyano están convocando a sus adversarios internos para amenazar con un frente de tormenta al jefe de los camioneros. El malestar está ocasionado, como se verá, en problemas de reparto de poder interno.

Pero su dimensión más inquietante tiene que ver con la posibilidad de que esos conflictos deriven en competencias salariales de tal magnitud que terminen presionando sobre la inflación, es decir, sobre el flanco más vulnerable de la actual administración.

Advertido de este juego, por el cual la Casa Rosada comenzaría a pagar las disidencias sindicales -como ocurrió tantas veces en la historia del país-, Kirchner recibió ayer a Hugo Moyano y a José Luis Lingieri, y pactó con ellos una agenda de discusión de la que derivarían algunas « conquistas» capaces de descomprimir el ambiente laboral. Antes del 6 de abril, fecha prevista para el Comité Central Confederal convocado el último miércoles, deberían verse los frutos de esas negociaciones en las que el Presidente quiere intervenir en persona (como en casi todos los frentes de su administración en los que presume algún daño).

• Datos dominantes

Un panorama de lo ocurrido y de lo que puede ocurrir debería contemplar, en cualquier caso, dos datos que dominan de manera inocultable la escena, hoy como ayer: 1. La infinita capacidad de traición que tienen los sindicalistas para con sus propios colegas y, 2. la carrera que, todavía, lleva adelante la mayoría de ellos para congraciarse con el gobierno y sacar ventaja. Anotadas estas salvedades, conviene consignar los últimos acontecimientos y tensiones:

• La cumbre de Luz y Fuerza pretendió alinear a los «gordos» (Cavalieri, Lescano, Pedraza, West) con quienes hasta ahora han funcionado como los principales soportes de Moyano. La razón es comprensible: una vez ubicado en la cúpula, el camionero comenzó a usufructuar en su exclusivo provecho las concesiones que se le hacían, al parecer, como jefe de la CGT. Desde los arbitrajes por encuadramientos sindicales hasta los subsidios especiales otorgados a su gremio, pasando por la última y más importante conquista: el control de la Administración de Programas Especiales (APE) de las obras sociales, desde donde se reparten las asignaciones por alta complejidad. Este último resorte, en manos de Moyano a través del abogado Juan Rinaldi, amenaza los ingresos de mercantiles y personal de salud, beneficiados hasta ahora por su cercanía con el ministro Ginés González García.

• Para asociarse a una encerrona contra Moyano y Lingieri, los «gordos» pusieron como condición que sean primero Barrionuevo,Martínez y Rodríguez quienes encarrilen al camionero: «Lo pusieron ustedes, paguen ustedes el costo de enfrentarlo», dijeron Lescano y los suyos. Claro, durante el almuerzo no todos estaban al tanto de que Cavalieri venía de mantener una reunión con su odiado Moyano, de la que participaron el abogado Rinaldi y su colega laboralista Alberto Tomassone, que trabaja para el sindicato de Comercio. En ese encuentro -se lo localizaba ayer en el estudio de Rinaldi-, Cavalieri habría despejado el principal problema que lo separaba del camionero: la eventualidad de que, por no formar parte del consejo directivo de la CGT, se lo discriminara en los giros a su obra social.

• Sin embargo, nadie pudo ayer garantizar otro aspecto del egocentrismo de Moyano que podría complicar a los demás gremialistas, pero, sobre todo, a Kirchner. ¿Aprovechará el camionero el «poder de fuego» del que suele hacer exhibición para arrancar a los empresarios de su sector un aumento de salarios significativo, de 35%, por ejemplo? El Presidente le ordenó a Carlos Tomada, el ministro de Trabajo, que no homologue paritarias con ajustes superiores a 15% (10% de incremento absoluto y 5% justificado en incrementos de productividad). La discusión en la actividad de Moyano comenzará la semana próxima. Pero ya hay sindicalistas cercanos a él, como los del plástico, que tienen acordadas informalmente subas de 25% a 30% en los ingresos de sus afiliados (el caso de este rubro es simbólicamente importante: el empresario que suscribiría ese aumento es nada menos que Héctor Méndez, el presidente de la UIA y el hombre a quien Tomada le advirtió los límites imaginados por Kirchner). En este contexto se inscribe como otro caso decisivo el de los técnicos y pilotos de avión, que reclaman a Aerolíneas recomposiciones de sueldos que exceden en mucho lo previsto por el Poder Ejecutivo.

• Kirchner aceleró ayer el trato con Moyano y su círculo más estrecho para que encaminen su lucha sindical en otra dirección. El gobierno prefiere convocar al Consejo del Salario para llevar el mínimo a una cifra cercana a $ 1.000, en nombre de los más desprotegidos de la escala de ingresos. Esa imagen se proyectaría en contraposición con los trabajadores de mayores salarios, «privilegiados» que con sus mejoras terminarían provocando la espiral inflacionaria que afectaría a los más pobres.

Los sindicalistas reunidos en Luz y Fuerza pretenden que Moyano demuestre que representa al conjunto y que, como secretario general de la CGT, está dispuesto a arrancarles a las empresas de transportes de cargas un gran acuerdo salarial que sirva de patrón para todos los sectores de la economía. Pero también el Presidente está por colocar al camionero en la encrucijada de beneficiarse a sí mismo o actuar con la lógica del conjunto, sólo que debería demostrarlo al revés, vale decir, moderando sus ambiciones sectoriales. Para ese fin, Kirchner adelantó en la reunión de ayer por la tarde que no modificará, al menos por ahora, el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias: esto significa que quienes consigan grandes incrementos de ingresos deberán derivar parte de los mismos a las arcas del Estado, lo que desalienta bastante la presión salarial.

• A cambio de esa colaboración, el Presidente bendijo ayer en la Casa Rosada un acuerdo trabajoso, que apenas se alcanzó en las últimas horas: el de Héctor Cappaccioli, el superintendente de Salud que responde a Alberto Fernández, con el abogado Rinaldi, «indio de la misma pluma» con Aníbal Fernández y subordinado de Moyano en la APE. Hicieron las paces, de tal manera que ahora se podrá designar a los gerentes de ambos organismos.

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