Hay quien dice que con una excepción, el mercado tuvo una muy buen semana. Claro que en pos de entender qué es lo que paso, conviene precisar qué significa eso de "muy buena". Si bien se puede pensar que el optimismo se vincula con la variación en el precio de las acciones, los tres cuarto de punto que acumulaban hasta el jueves los treinta integrantes del Promedio Industrial, no son nada como para andar descorchando champagne (en un sentido similar, hay que admitir que 0,86% que perdió el Dow en la rueda del viernes, al cerrar en 11.120,04 puntos, no es nada preocupante ni modifica el escenario). La idea de un "buen mercado" tenemos que asociarla entonces al contexto, un contexto que por el lado informativo (hasta el viernes) no aportó demasiado y que desde las demás variantes financieras sólo puede tildarse de "desfavorable". Encabezando este "frente opositor" estuvo el incremento del costo del dinero (treasuries a 10 años), que de trepar 18 puntos básicos la semana previa agregó otros cuatro hasta el jueves (el viernes la tasa "explotó" al cerrar en 4,96%). En un sentido similar se movió el precio del petróleo que alcanzó u$s 67,39 por barril (ganó 1,5% en la semana), el oro que si bien quedó en la ultima rueda en u$s 588,4 por onza apenas 24 horas antes marcaba en máximo en un cuarto de siglo y por último el dólar que trepó en la última sesión a 118,17 yens y u$s 1,2112 por euro.
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Hasta cierto punto la idea no se puede discutir: el precio de las acciones resistió más que bien el cúmulo de factores adversos. Para algunos esto se justifica en que los balances que comenzaran a ingresar en los próximos días vienen con más sorpresas positivas que negativas. Ojalá sea así.
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