26 de junio 2007 - 00:00

Ya superan 3.000 trabajadores los suspendidos por la falta de energía

Julio De Vido
Julio De Vido
Pasta de galletitas que queda dentro de la máquina a medio hacer; obreros que son enviados a sus casas a las 18 en punto, hora en que se corta la provisión de gas; empresas que ponen a su personal a limpiar instalaciones dos o tres veces por semana con el único fin de no suspenderlo...

Fuentes del gobierno admitieron que ya son entre tres y cuatro mil los trabajadores alcanzados por suspensiones provocadas por falta de energía en las fábricas que los emplean. Obviamente, esta cifra podría multiplicarse si la crisis se extiende y prolonga.

Esas suspensiones afectan especialmente a sectores como vidrio, plástico, cerámica, alimentación y autopartes, que tienen la energía como materia prima fundamental. En la mayoría de los casos se hacen con pago de 75% de los salarios, situación que -según los empleadores- no podrá sostenerse en el tiempo.

No hace falta más que levantar el teléfono, marcar el número de cualquier industrial conocido y comenzar a escuchar lamentos y relatos dramáticos:

  • Fábricas de galletitas en San Luis y de fideos en Santa Fe se quedaron con «la masa adentro», cuando llegó el corte. Tuvieron que tirar todo y al día siguienteempezar de nuevo.

  • Las máquinas de la industria plástica requieren varias horas para alcanzar la temperatura que les permite trabajar. Al haber cortes, esa temperatura se pierde y al día siguiente hay que empezar de vuelta, con la obvia pérdida de energía.

  • Un empresario admitió que está haciendo «la de la cárcel de trabajos forzados: a la gente del turno que debería trabajar durante el corte la hago limpiar la fábrica, al día siguiente las máquinas, un día después, de nuevo la fábrica (que está impecable) y así. Esto para no mandar la gente a la casa».

    Estas son algunas de las consecuencias directas de la fuerte crisis energética que está golpeando al sector industrial, y cuya solución los empresarios no ven en el horizonte inmediato.

  • Reunión en la UIA

    Para tratar de centralizar la información sobre todos los problemas que está causándoles, y como su edificio de la Avenida de Mayo es un constante hervidero de quejas, versiones y corrillos, hoy al mediodía habrá una reunión ampliada del comité ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), a la que concurrirán los presidentes de las principales filiales provinciales de la central fabril.

    Estarán los titulares de las centrales fabriles bonaerense, cordobesa, santafesina, puntana, misionera y patagónica, entre otras. Todos harán un relato pormenorizado de lo que pasa en sus territorios y por la tarde el informe que den será transmitido a la junta directiva de la entidad, que preside Juan Carlos Lascurain, especie de «parlamento» de ésta, y que tiene casi 70 miembros que representan a las regiones y a las ramas de actividad.

    La idea es elaborar un «paper» para elevarlo a los ministros del gobierno con incumbencia en el tema, o sea los mismos tres con los que se reunieron la semana pasada: Felisa Miceli (Economía), Julio De Vido (Planificación) y Carlos Tomada (Trabajo). «Creo que el gobierno no ha entendido del todo la gravedad de la situación y, además, por ser un año electoral, no hará más de lo que ha hecho hasta ahora», dijo a este diario un encumbrado dirigente. Igual, el informe se elevará.

    Las conversaciones con el gobierno que se mantienen en forma permanente giran alrededor de lo que la UIA ve como los tres componentes del gran problema: la coyuntura (o sea los próximos sesenta días), los siguientes 24 meses y el período 2009/10:

  • En lo inmediato, y tal como dijo varias veces Lascurain (sin que nadie parezca haberse enterado de que habló), piden «administrar el recurso escaso».

    Si bien admiten que la prioridad sean los hogares, exigirán que después vengan las industrias. En este sentido, dicen, el GNC debería venderse sólo a los 100.000 taxis y remises que lo usan. «El otro 1,4 millón de autos y hasta 4x4 que andan a GNC, que usen nafta», planteó otra fuente de la UIA. También quieren que se limiten los cortes a las empresas que no pueden pasar de gas a fueloil, pero si bien admiten que el costo para éstas será muy superior, no prevén pedir una compensación para las firmas que se vean obligadas a pagar más por ese combustible venezolano.

  • Respecto de los siguientes 24 meses, se encrespan: «Si no baja el consumo hogareño, no hay inversión que alcance». Está claro que el único mecanismo (docencias al margen) sería un aumento significativo de tarifas o, en su defecto, castigos más severos para quien gasta más. Ilusión vana: después de los resultados electorales del fin de semana, el gobierno en lo último que piensa es en enojar más al votante del área metropolitana, región del país en la que las tarifas son más bajas. La UIA usa las conocidas cifras de 22% de aumento en el consumo hogareño de electricidad y 33% de gas para explicar el «derroche» en que se incurre. El uso de energía de la industria, afirman, crece menos que el PBI. «No hay manera de compensar 3.000 megawatts más de consumo», se lamentó la fuente. «Acá hay gente que calefacciona piscinas, un lujo para pocos en Europa o Estados Unidos.» Dicen que De Vido, en la reunión del jueves de la que dio cuenta este diario, les confesó que había obras en marcha para agregar 1.200 MW al sistema, una cifra, obviamente, insuficiente.

  • Lo mismo vale para el próximo cuatrienio: «Habría que largar ya mismo con obras para 2009 y 2010, pero si no se racionaliza el consumo, no hay obra que alcance», dice otro dirigente.

    Está claro que nadie quiere siquiera mencionar la palabra «aumentos» en tarifas, pero está implícita en cada diálogo. Un empresario de generación admitió que «las empresas van a tener que pagar carísima la energía cuando los que están construyendo nuevas plantas en el marco del plan Energía Plus las pongan en el sistema. Como siempre: si un recurso es escaso, se lo paga más caro».
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