18 de mayo 2010 - 00:00

Alerta: la mancha afectaría “en días” a cayos de Florida

Miami - El gigantesco derrame de petróleo en el Golfo de México estaría a punto de alcanzar la Corriente el Golfo, que llevaría el crudo y su contaminación hacia los cayos de Florida y su barrera de corales, afirmaron expertos que estudiaron imágenes de satélites.

Uno de los remolinos ya «comienza a ingresar» hacia ese sistema del Atlántico, advirtió Villy Kourafalou, experta en circulación oceánica de la Escuela Rosentiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami (UM).

«Es una corriente rápida, con una velocidad que puede llegar a los 7 kilómetros por hora, es muy rápido en el océano», indicó por su parte Steven Morey, un investigador científico del Centro de Estudios de Predicción Oceánica y Atmosférica (COAPS), de la Universidad del Estado de Florida (FSU). «Podría trasladar la marea negra bastante rápido, en días, a los cayos», comentó Morey.

La extensa línea de islas o cayos, que descienden frente a la costa atlántica de la península y culminan en el mítico Key West (Cayo Hueso), representan uno de los principales atractivos turísticos y naturales de Estados Unidos.

El derrame y los disolventes que se utilizan para evitar que llegue a las costas podrían tener efectos tóxicos sobre la barrera de coral del sur de Florida, que se extiende más allá de Key West, la más grande del país y la tercera más extensa del mundo.

British Petroleum logró insertar con éxito el fin de semana un tubo sobre la principal fuga de petróleo que, según el director de operaciones de la compañía, Doug Suttles, recolecta 1.000 de los 5.000 barriles que fluyen al mar y los transporta a un barco en la superficie. BP operaba en concesión la plataforma Deepwater Horizon que explotó el 20 de abril y se hundió dos días después.

«No lo captura todo; todavía hay petróleo que fluye al mar», afirmó Suttles, quien insistió en que hoy intentarán tomar una cantidad mayor. El ejecutivo adelantó, además, que antes de que se acabe la semana la compañía hará «el próximo intento de detener completamente el flujo».

Paralelamente, la empresa sigue perforando un pozo alternativo con el que buscará sellar de forma definitiva el yacimiento por el que ahora fluye el petróleo, pero esa operación llevará unos 90 días, por lo que se estudian planes temporales alternativos.

En ese sentido, la secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Janet Napolitano, indicó ayer que el fin del derrame «no está próximo». «No estamos al comienzo, llevamos con esto casi un mes, pero tampoco estamos cerca del final», afirmó Napolitano durante una audiencia en el Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado.

Científicos estadounidenses anunciaron el descubrimiento de enormes columnas de petróleo bajo la superficie del Golfo de México que están acabando con el oxígeno a su alrededor y amenazan la vida marina de la zona.

Napolitano insistió en que el peor escenario posible es que el derrame de crudo, que según las previsiones oficiales mana a un ritmo de unos 5.000 barriles diarios, equivalente a unos 800.000 litros, se prolongue durante «bastante tiempo».

Científicos independientes insisten en que la cantidad de carburante que contamina las aguas del Golfo podría ser hasta diez veces superior a las estadísticas oficiales.

Sea como fuere, la magnitud de la catástrofe superó ya todas las expectativas, según afirmó ayer en la audiencia del Senado el contraalmirante de la Guardia Costera, Peter Neffenger.

Lamar McKay, presidente de BP America, afirmó durante la audiencia que su empresa es consciente de que se la juzgará «por los resultados de esto» y añadió que está destinando todos los recursos a su alcance para frenar el desastre.

La marea negra ya provocó la primera renuncia. Chris Oynes, responsable estadounidense de la explotación petrolera, solicitó su retiro ayer.

Mientras tanto, el secretario del Interior, Ken Salazar, que comparecerá hoy en otra audiencia sobre el derrame, dijo ayer que EE.UU. endurecerá los requisitos para realizar exploraciones petrolíferas y de gas en tierra firme.

Agencias AFP, EFE y Reuters

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