11 de mayo 2009 - 00:00

Audaz apuesta de Italia a la reconciliación

Giorgio Napolitano
Giorgio Napolitano
Lejos del ruido causado por el divorcio mediático de su primer ministro, Silvio Berlusconi, Italia ha vivido en estos días un acontecimiento menos estridente, pero de gran proyección política e histórica.

En el marco de una «Jornada por las víctimas del terrorismo», el presidente de la República, Giorgio Napolitano, recibió el sábado en su despacho del Palacio del Quirinal a un grupo de familiares de muertos por los hechos de violencia tanto «roja» como «negra» que golpearon a su país en los años de la Guerra Fría.

«La memoria no debe dividir», dijo el jefe de Estado italiano, que considera llegada la hora de «un enfoque equilibrado y compartido del terrorismo», una visión común de esas tragedias para que las mismas «no sean explotadas ni política, ni históricamente».

En diciembre de 1969, una valija cargada con 7 kilos de gelinita estalló en el interior del Banco Nacional de Agricultura de Milán, causando 17 muertos y 86 heridos. Por este hecho, fue injustamente acusado un ferroviario anarquista, Giuseppe Pinelli. Tres días después de su arresto, Pinelli «cayó» desde una ventana del cuarto piso de la comisaría donde estaba siendo interrogado. Tres años más tarde, un grupo de extrema izquierda ajustició al comisario Luigi Calabresi, en represalia por la muerte de Pinelli.

Cuarenta años después, las viudas de ambos hombres -uno, policía, el otro, activista sindical-, Gemma Capra y Lucia Pinelli, que hasta ahora nunca se habían encontrado, se dieron un abrazo en presencia del Presidente italiano y de otros familiares de víctimas de hechos de violencia inspirados por ideologías de signo opuesto.

Benedetta y Luca Tobagi, hijos del periodista del Corriere della Sera Walter Tobagi, asesinado en 1980,publicaron en la ocasión una carta abierta señalando que la semilla de esperanza que su padre había visto «en la presencia de muchos jóvenes en el funeral de tres policías, pocos meses antes de ser asesinado, se renueva» ahora en la ceremonia en el palacio presidencial. «La libertad individual de admitir o no un error, de conceder o no un perdón -escriben los Tobagi- será siempre respetada, pero no debe justificar obstáculos en el desarrollo de un proceso de reconciliación y progreso civil. Una democracia libre y madura no puede más que rechazar la violencia y las ideologías que la alimentan, pero debe ser capaz de aceptar y reintegrar», dijeron.

La presidenta de la Asociación de Familiares de las Víctimas, Franca Dendena, recordó que el atentado al banco milanés fue el inicio de una etapa en la cual «se entrelazaron diversas tramas destructivas: de un lado, la derecha neofascista, con connivencia incluso en el seno del aparato de Estado, del otro, la izquierda extremista y revolucionaria». El saldo fue de casi 400 víctimas fatales, entre ellas Aldo Moro, dos veces primer ministro de Italia, secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas en 1978.

Napolitano, en tanto, manifestó su deseo de que ese encuentro marque una reconciliación, de modo que, «aunque sea difícil, penoso, duro», se pueda «mirar hacia adelante sin olvidar», pero «superando cualquier rencor instintivo».

Ahora bien, Napolitano, que en el pasado militó en el Partido Comunista, criticó toda teoría de la justificación: «No se puede confundir la destrucción, el ataque criminal al Estado y a las personas, con manifestaciones de disenso o de contestación política». El presidente italiano condenó tanto «el rechazo y la negación» de estos hechos, como «la lectura romántica de los actos sangrientos de este período». Ni una ni otra actitud «son aceptables», afirmó.

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