15 de diciembre 2014 - 00:11

Charlas de quincho

Si Bogart, en “Casablanca”, le recordaba París a Ingrid Bergman, ¿cómo utilizan hoy esa frase los kirchneristas? De éste y otros enigmas se enterará el lector en los quinchos de hoy, que comienzan su recorrido en la futura reunión en Paraná con Dilma Rousseff, por el Mercosur, y continúan fronteras afuera con otro sorprendente misterio: ¿qué tienen que ver Guantánamo con Ushuaia en la imaginación de un asesor de la CIA? Proseguimos con los entretelones de la semana que pasó en el santuario urbi et orbi, el Vaticano, para ocuparnos después de otro pequeño santuario, pero terrenal y radical, un hotel de la avenida Callao, y de lo que en él aconteció. Terminamos, desde ya, con arte. Veamos.

Bromas en la Plaza de San Pedro. Un hincha de River le llevó su casaca al papa Francisco, un sanlorencista encendido, el día de la final. A los músicos de la Misa Criolla les dijo: “¿Vienen a cantar o a desafinar?”.
Bromas en la Plaza de San Pedro. Un hincha de River le llevó su casaca al papa Francisco, un sanlorencista encendido, el día de la final. A los músicos de la Misa Criolla les dijo: “¿Vienen a cantar o a desafinar?”.
El acto cristinista del sábado dejó sin pausa ni descanso a los funcionarios y candidatos, que además debieron redoblar la jornada de trabajo para improvisar nuevos escenarios por la lluvia que impidió que la Presidente hablase desde el escenario con su discurso principal. También porque esta semana es de plena actividad por el cierre del Congreso, que tiene para tratar proyectos que el oficialismo busca aprobados antes de fin de año, y porque hay también cumbre de mandatarios del Mercosur en Paraná, en donde el hit será la foto con Dilma Rousseff, a quien Cristina de Kirchner le entregará la conducción de ese sello que recibió en junio después de un año de administración azarosa por parte de Venezuela. Ese lapso se alargó más allá de los seis meses por la crisis de Paraguay, y eso puso a prueba a la conducción de Nicolás Maduro, que terminó trasladando a esa experiencia las tribulaciones internas de su país. Por eso, la herencia que recibe Dilma se beneficia de esos meses de conducción por parte de Buenos Aires, que dejó al desnudo las carencias que tiene Venezuela en materia de expertos en política internacional y regional y que se trató de enmendar hasta ahora con la normalización de comisiones y de negociaciones que estuvieron postergadas. En la reunión de Paraná, además, Cristina de Kirchner podrá llevar el proyecto de convocatoria a diputados por esa liga, que ese día se intentará hacer ley en el Senado después de que lo traten mañana los diputados. Para el Gobierno, es una contribución a que se perfeccione el funcionamiento de Mercosur, además de poner en manos del oficialismo un producto útil para el cierre de candidaturas del año que viene porque habrá 43 bancas más, y pagadas en moneda fuerte, de las cuales buena parte representarán a todas las provincias. Si el peronismo repite resultados, puede presumir que tendrá un 30% de esas sillas, de manera de premiar adhesiones y contener fugas. La inocentada que gatilló la oposición de que ella quiere ser candidata la disipó la Presidente en el acto del viernes, cuando negó tener pretensiones: es, además, una chicana de campaña atribuirle la intención de buscar fueros legislativos, porque los tendría siendo candidata a cualquier cargo legislativo convencional por los distritos donde está habilitada (Santa Cruz, Buenos Aires). Este argumento lo pudo usar el oficialismo para parar esa ola, pero como sus dirigentes tienen una exagerada ponderación de lo que dicen los medios, en algún momento se dejaron arrastrar por esa acusación que hubieran podido ahuyentar con menos costo político.

Esa cita de Paraná parece la última de corte global que tiene la Presidente, quien la última semana pasó el viaje a China, postergado desde el viaje del mandatario de ese país, Xi Jinping, en julio pasado. Estaba previsto para noviembre, pero salud y agenda trasladan este trámite para marzo, en el que será el primer viaje de Cristina de Kirchner en su último año de mandato, que cerrará en septiembre con el típico discurso ante la ONU, en las horas previas a las elecciones del 25 de octubre. Mañana arranca esa cumbre con una reunión de cancilleres, y los presidentes se reunirán el miércoles para ese pase a Dilma. Comenzará allí el paso de gestión navideña, con la Presidente en el sur casi hasta fin de año. El cierre de grandes actos será el jueves 18 con anuncios para la provincia de Buenos Aires, con la presencia de Daniel Scioli, que maneja el distrito clave en cualquier elección, y que está en la vidriera por la puja que tiene con otros postulantes, uno de ellos Sergio Urribarri, que tendrá alto perfil estos días como anfitrión de la cumbre del Mercosur. El gobernador, que tuvo agitada semana entre fútbol, reuniones con celebridades en Miami (Bill Clinton, Luis Alberto Moreno, Carlos Slim) y actos políticos, prepara su propio cierre esta semana en el Luna Park, donde hará una megaconcentración sciolista que dividirá aguas. El justificativo es entregar el microcrédito 100 mil de un programa del Banco Provincia, que incluye reportajes en público de su titular, Gustavo Marangoni, del gerente del proyecto, Guillermo Francos, el ingreso a una hora determinada de Scioli con todo su gabinete por una de las vías que da ingreso al ring, digamos, y un final musical con el dúo Pimpinela acompañado por el coro Kennedy. El sciolismo, hasta entonces, hará silencio, en especial ante la necesidad de deshilvanar si fue el destinatario de algunas palabras presidenciales el viernes. On the record, lo niegan, pero de esas reuniones de reflexión que se sucedieron ayer en La Ñata salieron también respuestas a quienes creen que sí lo fue. Dicen con frialdad que quienes creen que algunas palabras se referían a él, debe, en todo caso, agradecerlo, porque hace lo que ellos no pueden hacer, que es diferenciarse del oficialismo de Olivos, algo que les reclaman adherentes de adentro y de afuera para mejorar la chance en las elecciones. En paráfrasis de Humphrey Bogart en Casablanca, ironizaba ayer un sciolista importante, siempre nos quedará Cristina ("Siempre nos quedará París", le decía el personaje a Ingrid Bergman cuando se despiden en el brumoso aeropuerto). En todo caso, no fue una semana fácil, ya que en el último partido de la liga Futsal no fueron las cosas bien, porque La Ñata perdió 8 a 6 con San Lorenzo, en la que fue también una pulseada de notables, porque al partido fue Scioli de jugador y Marcelo Tinelli de dirigente y los pudo capturar junto alguna cámara no oficial.

Apartado de la vacación meridional, Héctor Timerman, que dice haber asistido a la cumbre iberoamericana más aburrida -la de Veracruz, donde debutó el rey Felipe VI-, no tendrá vacación porque en la primera semana de enero tiene que ir a Turquía a hablarle de la Argentina a todos los embajadores de ese país en el mundo. De ahí se va a China, en donde hará las costuras finales del viaje presidencial de marzo próximo. Tiene, además, para entretenerse con el trámite legislativo de más de una veintena de ascensos de diplomáticos que tendrá el voto esta semana, y también para seguir el estado de las relaciones con los EE.UU., cuyo nuevo embajador viene en enero. De ese país sigue además las tribulaciones en materia de derechos humanos del último año de Barack Obama. En el fin de semana animó un asado familiar -es lo que hace en los asados, habla, porque es vegetariano- con una de sus últimas lecturas, el libro de un periodista sobre la guerra de la CIA contra los talibanes. En uno de sus capítulos se cuenta una historia sobre la apertura de la cárcel de Guantánamo en 2002 que roza, sin quererlo desde ya, a la Argentina. El director de la CIA, George Tenet, hizo una reunión con sus asesores en la que se planteó qué se podía hacer con los detenidos en Afganistán acusados de atentados como el del 11 de septiembre en las Torres Gemelas. Uno de esos asesores, cuenta Mark Mazetti en el libro "The Way of the Knife: The CIA, a Secret Army, and a War at the End of the Earth" ("El camino del cuchillo: la CIA, un ejército secreto, y una guerra en el fin del mundo"), era un José Rodríguez, puertorriqueño con experiencia en guerras sucias en Latinomérica que pertenecía a la línea dura. Uno de los presentes propuso llevar a los talibanes detenidos nada menos que la cárcel de Ushuaia, la más remota del mundo. No sabía, seguramente, que ese presidio es hace años un museo, pero figura en la literatura carcelaria como uno de los preventorios más crueles que hubo en la historia. Tenet le respondió que eso era difícil porque en la Argentina hay muchos cambios políticos y no había seguridad jurídica, digamos, para que pudiera durar mucho -gobernaba ese año Eduardo Duhalde, pero no consta que estuviese al tanto de tan macabra charla en la sede de la CIA de Langley-. Rodríguez, ocurrente, propuso que fuera en Guantánamo. ¿Qué va a decir Castro? Si se enoja, mejor, pero en esa isla no va a haber cambios en mucho tiempo. Ahí fue que, descartada Ushuaia, eligiesen Guantánamo, con el mal gusto de bautizar a la operación "Strawberry Field", alusión a la canción de los Beatles que se titula "Strawberry Fields Forever", porque esos presos estarían, se escuchó en esa conversación de espías, para siempre detenidos. Algunos de ellos caminan ahora por las calles de Montevideo.

Timerman tiene recuerdos frescos de estos entuertos, porque en enero de 2009, cuando era embajador en los EE.UU. y Barack Obama se disponía a asumir su primera presidencia, tuvo una cena discreta en la localidad de Chevy Chase, con Stuart Eizenstat que había trabajado con Lyndon Johnson, Jimmy Carter y Bill Clinton, y que era socio del estudio de abogados del futuro ministro de Justicia, Eric Holder. Este abogado conocía bien la Argentina porque fue vicecanciller de Madeleine Albright y el autor del Informe Eizenstadt, que reveló el ominoso robo de cuentas bancarias de víctimas del Holocausto por parte de varios bancos suizos. Había visitado la Argentina siendo canciller Guido Di Tella para asesorar a la Comisión de Esclarecimiento de Actividades Nazis en la Argentina que había creado Carlos Menem. En esa charla con Timerman se interesó en detalles de los juicios a los militares argentinos por delitos de lesa humanidad, quizás los mismos que habían cometido, bajo la administración saliente de George Bush, los militares en la guerra contra el terrorismo islámico. En aquella charla se habló de los juicios de Raúl Alfonsín, la amnistía de Menem, el rol del juez Baltasar Garzón y la aplicación de la justicia global en el caso Pinochet y de los argentinos, y la anulación de las leyes de punto final. Aquella charla dejó la impresión en la diplomacia criolla de que podía haber una revisión como la que ahora se hace en ese país con el informe de la CIA sobre las torturas en esa guerra. Holder ya ha renunciado sin haber hecho la revisión por la que interesó en aquella conversación su socio Eizenstadt. Después de aquella charla habló en la audiencia previa a la designación de torturas por parte del Gobierno Bush, y eso le complicó el trámite porque los republicanos de entonces quisieron examinar qué responsabilidad que pudo tener Holder como viceministro de Justicia de Clinton en el indulto, entre otros, al mítico empresario petrolero Marc Rich. Con eso lograron un silencio que ahora parece abrirse.

Cualquier cuita global la consuela el Gobierno con sus relaciones con el Vaticano, que cierra el año con un argentinazo mayúsculo que se vio por TV el viernes cuando el papa Francisco rezó la Misa Criolla en San Pedro ante un lote de funcionarios que incluyó a enviados de Buenos Aires y residentes temporarios allá, como el nuevo embajador Eduardio Valdés y el agregado comercial Guillermo Moreno. Francisco evitó contactos en público con la delegación, que escuchó sus palabras en la audiencia en la plaza del miércoles, cuando se acercó un hincha de River y le acercó una camiseta del equipo que esa noche jugaba la final de la Sudamericana, que ganó. El Pontífice la tomó en sus manos cuando le dijeron que se la enviaba desde Buenos Aires su sobrino Emanuel Bergoglio, el mismo que sufrió un grave accidente de auto, que es hincha furioso de River y que aprovechó la gracia para tutearlo al Papa por su sanlorencismo. "Les deseo lo mejor, y un saludo afectuoso a Gallardo, porque supe del fallecimiento de su mamá", respondió tomando la casaca. Con el grupo de músicos que ese día fue a saludarlo, estuvo cachador: "¿Han venido a cantar o a desafinar?", se rió. Como no habló en estos días con ninguno de los argentinos que viajaron a escuchar la misa, nadie sacó nada sobre una fecha de viaje a la Argentina, que ya suspendió para el 2016. Pero se sorprendieron ayer al escuchar que Evo Morales anunció en Bolivia que, en 2015, Francisco irá a su país. Eso reflotó las especulaciones sobre el viaje del año que viene a tres países de la región. Uno ya se sabe cuál es, Bolivia.

Si hay un santuario que los radicales honran por encima del restorán Lalín, el Centro Asturiano o el peristilo de la Recoleta, es el hotel Savoy de la avenida Callao de la Capital, un edificio de estilo neobarroco, obra del arquitecto italiano G. Agostini e inaugurado para los fastos del Centenario en 1910. En sus salones resuenan ecos de grandes gestas que, claro, perciben con oído fino los radicales -así como algunas especies advierten ciertos sonidos que se escapan al espectro de los humanos-, como los cabildeos de Arturo Illia antes de asumir en 1963 para armar su primer gabinete, o las experiencias privadas y públicas que vivió allí su vicepresidente, Carlos Perette, que vivió en el Savoy hasta sus últimos días. Allí recibió aquel naciente gobierno radical a las delegaciones extranjeras aunque el propio Illia nunca apareció en el ágape, justificándose en una indisposición que nadie explicó. Los supérstites de aquellas jornadas tampoco olvidan que los eventólogos de entonces eligieron, para animar la recepción, a la cantante Hilda Rufino, la "Cuyanita", acompañada por el conjunto "Tacita de Plata" conducido por el músico Mario Valdez. Nada más lejos de lo que hoy se recuerda de los años '60 en material musical. Esta vez, en el Restaurant Las Manzanas de la planta baja, el jefe del bloque partidario Mario Negri convocó a una cena de fin de año, en cuya mesa principal ubicó a Ernesto Sanz, presidente del comité Nacional y precandidato presidencial. Esa precedencia no impidió que estuvieran también Julio Cobos, Ricardo Alfonsín y, entre otros, Miguel Bazze, Patricia Gimenez, Eduardo Costa, Ricardo Buryaille, Fabián Rogel, Luis Petri, Oscar Aguad, los auditores Leandro Despouys, Horacio Pernasetti y Alejandro Nieva, y convidados por los diputados que solventan el costo de la tarjeta los asesores y empleados de la bancada radical, entre los que abundaba un malón de chaqueños. Menú frugal y casi casero, acorde con la austeridad que intentan lucir estos radicales, que sirvió para abrir debate sobre desventuras e ilusiones, disidencias y encuentros; todas formas de la afición primaria de esta formación por el internismo.

La presidenta de la Convención, Lilia Puig de Stubrin, se quejaba de la falta de apoyo y las rencillas entre las diversas tribus para que el partido y sus organismos internos funcionen adecuadamente. Ello sirvió para que algunos diputados le cuestionaran no haber logrado convocar un plenario de debate de la Convención desde que asumió en 2012. Puig, airada, llegó a decir que se encontraba cansada de las presiones y maltratos recibidos, que si seguían hostigándola terminaría renunciando. Y trazó un paralelismo entre su estado de ánimo frente al resto de la dirigencia con los últimos liderazgos femeninos del radicalismo -tradicionalmente misógino- que terminaron fuera de las fronteras partidarias, como Elisa Carrió y Margarita Stolbizer. Explicable el pánico escénico de esta sufrida dirigente si una convención es un torneo con 350 delegados de todo el país, ariscos y dispuestos a hacerse oír en la metrópoli cuando tienen oportunidad, que reportan a las tres tendencias de la familia radical: los identificados con Sanz y la posibilidad de acordar con Mauricio Macri; los que lidera Gerardo Morales que cierran acuerdos locales con Sergio Massa, y los que se identifican con Julio Cobos y Ricardo Alfonsin de mantener la conformación actual centroizquierdista de FAUNEN) lo cual puede constituir un cóctel de improbables consecuencias. Es algo que caracteriza a los radicales este horizontalismo de darle valor a lo que cada dirigente opina, venga de un despacho encumbrado o de una concejalía de un pueblo chico del interior. Sólo Raúl Alfonsín pudo, en estos años, imponer alguna autoridad sobre las diferencias.

También por el aniversario de la recuperación de la democracia hace 31 años, el comité de la Capital llamó a los afiliados del distrito a una acto de entrega de distinciones a autoridades que ejercieron la conducción de sus ramas en estas tres décadas. Parecía una minucia pero alcanzó una importante inesperada porque uno de los distinguidos fue Fernando de la Rúa, que ejerció la presidencia del partido, fue presidente de la Nación pero a quien su partido lo ha ignorado desde su salida en 2001. Tampoco hizo la conducción radical ningún gesto de reivindicación cuando fue absuelto en el juicio por los presuntos pagos de coimas en el Senado que nadie pudo probar. Ese cono de silencio sobre su figura parece ahora disiparse y De la Rúa tuvo el aplauso de las autoridades y afiliados que fueron el miércoles a ese acto en el cual también recibió su distinción el ex diputado Rafael Pascual, quien no sólo fue titular del comité porteño sino que lo fue la Juventud Radical en años espinosos, entre 1975 y 1982. Junto al actual presidente Emiliano Yacobitti y el ex diputado Jesús Rodríguez, integran el trío de quienes condujeron tanto la juventud como el comité central del distrito. Rodríguez, Enrique Nosiglia y Marcelo Stubrin se disculparon por estar fuera de Buenos Aires, pero hicieron llegar saludos a un lote de radicales entre quienes estaban Pedro Querido, Felipe Figuerero, Pedro Trucco, Nicolás Gallo, Daniel Figueroa. Como ese día casaba a su hija Delfina, tampoco pudo llegar el ex senador José Maria García Arecha, quien es recordado con sabor agridulce. Fue uno de los presidentes de la UCR porteña que más éxito tuvo (1995-1997) porque en ese lapso el partido ganó la jefatura del gobierno para De la Rúa y la interna presidencial frente al FrePaSo. Otros, los agrios, no olvidan que apenas asumió canceló el pago de siete celulares que usaban las anteriores autoridades y el alquiler de nueve cocheras con el mismo destino. Celular y cochera, desde entonces, pasaron a ser pagados por cada dirigente. Igual brindaron esa tarde por él.

Pascual, por su lado, se llevó el fin de semana a un buen lote de los presentes en esa celebración a su local de la calle Lavardén, que es nada menos que la casa en donde nación y se crió el jugador Miguel Brindisi y que el ex diputado compró hace años para instalar su comité político. Les propinó una inolvidable choripaneada que cerró él con un discurso que precedió su socio peronista, Julio Bárbaro, con quien anima actos por todo el país presentando un formato de unidad entre sus dos formaciones. Ofrecen un modelo de paz y unidad extraño a la política criolla, que se contradice con la intransigencia de los otros partidos. Y eso gusta al público que los escucha.También se hizo escuchar el exfiscal anticorrupción y actual diputado por la UCR Manuel Garrido, yerno de otro delarruista de paladar negro, el exministro de Salud Héctor Lombardo. A Garrido, lo ven algunos radicales como "pajarito llamador" encabezando una lista capaz enfrentar en las PASO porteñas a la figura hasta ahora más taquillera de FAUNEN en la ciudad, el exministro Martin Lousteau (que no usa el sello FAUNEN y hace su campaña con un logo exclusivamente centrado en sus iniciales ML y la silueta de su cuerpo) que cuenta con apoyo de la nosiglista Cantera Popular y en simultáneo negocia con Sergio Massa (sin candidato en la Capital por el momento) y con sectores del PRO de Mauricio Macri. Por si las moscas, radicales previsores de variado pelaje como Pedro Querido, Marcelo Canay, Óscar " Buda" Torres Ávalos, Humberto Dato, Néstor Pan, Miguel Salierno, Mario Casas, Oscar Ferraris, Edmundo Lavia, José Aguerre, Damián Farah, entre otros, no dejaron nada en las nutridas mesas de este quincho de Parque Patricios.

El final del año justificó otros encuentros, con mezcla de conspiración, despedida del año y también de consolidación de alianzas. José Manuel de la Sota siguió con su raid de campaña-timbreo, y cenó en la Capital con grupo en el que estuvieron el "Momo" Venegas, que le da la chapa del partido FE a su pretensión presidencial; el exlegislador Carlos Campolongo -que lo ha acompañado en alguna gira por la Patagonia-; la empresaria Teresa González Fernández, y el exjuez de la Corte Antonio Boggiano. Allí el cordobés juró que no va a una PASO del PJ, que su partido es FE y que lo tironean quienes lo quieren como gobernador de Córdoba. Tiene posibilidades de un nuevo mandato, pero hasta ahora rechaza esa posibilidad. El empresario Antonio Estrany i Gendre hizo su concierto anual en su casa de Martindale, reservado para empresarios y amigos; otros participaron de la enésima despedida de la saliente embajadora del Canadá, Gwyneth Kutz. Más cerca de la política, Julián Domínguez bailó el Pericón nacional buscando votos en San Vicente y el titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, buscó votos para su intención de ser jefe de Gobierno porteño con una misa en el Pilar y un acto en la Recoleta en memoria del fusilado Manuel Dorrego, un gesto de federalismo saludable en un dirigente que viene de un estado acusado de unitario como Buenos Aires.

El circuito de las artes de La Boca fue un sueño durante muchos años, pero cobró forma el sábado por la tarde, durante la vernissage del espacio Prisma. En el sofisticado galpón remodelado de la calle Wenceslao Villafañe quedó en evidencia que la energía que hoy circula por el lugar no se aplaca con la ferocidad de una tormenta. Los artistas han ganado un nuevo territorio y esa tarde estaban dispuestos a celebrar. La gira comenzó temprano, por la avenida San Juan, para ver en el Museo de Arte Moderno la última muestra que presenta en la institución el curador Rafael Cippolini; luego, a la Fundación Proa llegaron para admirar las obras que el chino Cai Guo-Qiang pinta con pólvora encendida. Allí mismo, cuando se oscureció el cielo, anunciaron que el talentoso chino iluminará la Vuelta de Rocha con sus fuegos de artificio el 24 de enero. La recorrida culminó en Prisma a la medianoche, cuando se agotaron las reservas de vino y cerveza. Los temas de conversación resultaron inagotables. Para comenzar, la audacia de Alberto Sendrós para dejar el papel de galerista e iniciar una nueva etapa como director de una gigantesca casa de arte que alberga una gigantesca sala de exhibición y una residencia y taller que estrenó la artista Catalina León. Luego, la partida de Cippolini, considerado el mejor curador de Buenos Aires, genera inquietud en los artistas que consideran el MAMBA una vidriera indispensable.

Por su parte, el artista y editor suizo franco-argentino Sigismond De Vajay contó sobre el príncipe Eric Sturdza y su mujer, la poderosísima coleccionista de arte Afshan Almassi, que presentarán el martes un libro del fotógrafo argentino Gabriel Valansi. Se dijo que la coleccionista tiene en Punta del Este una casona cargada de arte y que su presencia puede determinar el éxito de la ambiciosa feria de arte contemporáneo Este Arte que se inaugurará el 3 de enero de 2015 en el Punta del Este Polo & Country Club, muy cerca de José Ignacio. Un entendido agregó que la idea inicial de la feria fue de Guntram von Habsburg-Lothrimgen, hijo de Laetitia D'Arenberg, pero un genuino conocedor de los secretos de este mundillo aclaró que la actual organizadora, Laura Bardier, reconoce la autoría y aspira a tenerlo como principal invitado. En Prisma estaban Julia Converti, Maia Güemes y Soledad Álvarez Campos, de la feria argentina arteBA. Lo cierto es que el comentario resultó inevitable: en la feria del Este no habrá galerías argentinas, y brasileñas tampoco. Aunque la primera semana de enero se mueven los personajes top de ambos países, la feria nació con perfil internacional.

En Prisma estaban los artistas estrella de la generación de los años 90, como Miguel Harte y Pablo Siquier; los jóvenes que triunfan en el mundo, como Matías Duville y Eduardo Basualdo; los buenos vecinos, como la artista María Marta Pichel y el galerista Nahuel Ortiz Vidal, que abrió una nueva galería a dos cuadras de allí, Barro, frente a la Usina del Arte. Entre los invitados estaba Claudio Golonbek, conocedor de la obra de Jorge Luis Borges. Se dijo entonces que Prisma se llamó la revista mural que en el año 1921 el escritor pegaba con sus versos en las paredes, y que la imagen de la ciudad de Buenos Aires refractada por un prisma la diseñó su hermana Norah. En plan de exploración estaban Agustín Soibelman, Nicanor Aráoz, Gabriela Urtiaga, Marina De Caro, Sofía Bohtlingk, Leo Estol, la plana mayor de la galería Benzacar, Guillermo Alonso, Santiago Bengolea, Lucía Ledesma, Arturo Carvajal, Willy Goldshmidt y Ana Gallardo, que planea instalarse pronto en La Boca con un gran proyecto y en el histórico Teatro Verdi.

Vamos a terminar con un chiste de humor negro.

Un empleado de crematorio, preparándose a incinerar el cuerpo del señor Pérez descubre que éste tenía un pene descomunal. Entonces, con el propósito de donarlo a la Facultad de Medicina para su estudio, lo corta y lo guarda en un frasco. Esa noche, en su casa, no puede evitar mostrárselo a su esposa. "Mirá esto", le dice incrédulo. Y la mujer exclama: "¡Dios mío! ¿Cuándo murió Pérez?".

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