- ámbito
- Edición Impresa
Cherries y berries quieren crecer

Esto determinó que la demanda local, hasta los 80 reservada sólo a los rubros más tradicionales, y apenas para ocasiones especiales, o nichos "sofisticados", como los requerimientos de los grandes hoteles internacionales, cambiara y se adaptara rápidamente, a medida que aparecían los sofisticados frutos.
Además, mientras al principio muchos de ellos aparecían ya procesados en forma de dulces, almíbar, etc., poco a poco fueron irrumpiendo en su versión "fresca", por lo que hoy en las grandes ciudades ya no extraña encontrar cerezas, frambuesas, o arándanos, y hasta grosellas y corintos se suman a las tradicionales frutillas y cerezas en su versión "fresca", en tanto que las cremas, mezclas, jarabes. etc. siguen ampliando su participación en comidas y productos procesados, tanto salados, como dulces (yogures, helados y postres, entre otros), demandados por los hipermercados, hoteles, heladerías o restoranes.
Simultáneamente, también iban creciendo las exportaciones al punto que, durante el período 2003-2008, las exportaciones de frutas finas frescas crecieron siete veces en volumen, en tanto las congeladas se triplicaron.
Pero no todo lo que reluce es oro. Primero se estancó el mercado internacional, pero además, tanto los berries, en general arbustos de frutos acidulados (arándanos, frambuesas, moras, grosellas, frutillas), o los cherries, arbóreos y de carozo (guinda y cereza), sufren las generales de la ley para cualquier sector productivo en el país: aumento de costos de producción en dólares, incidencia alta de los fletes ya que, en general, se producen en zonas alejadas de los puertos (La comarca andina del Paralelo 42, con epicentro en El Bolsón-El Hoyo, un valle ubicado en la zona precordillerana del noroeste de la provincia de Chubut y suroeste de Río Negro y Tucumán, como las áreas donde están más difundidas); fuerte peso de la mano de obra al tratarse de una actividad intensiva (10 personas/ hectárea, promedio) y encarecimiento por la energía, dada la imprescindible red de frío al tratarse, en general, de frutos muy frágiles, altamente perecederos.
Sin embargo, el mercado internacional ahora se encuentra especialmente atractivo nuevamente -sobre todo para los frutos azules-, con subas significativas en las cotizaciones debido, entre otras cosas, al "ingreso" de China en el mercado de demanda (sobre todo de cerezas y arándanos), y a que Estados Unidos duplicó su demanda de arándanos en los últimos años, todo lo cual terminó con el "estancamiento" que se venía registrando hasta 2011.
Esto provocó que los valores prácticamente se duplicaran en la mayoría de los casos, de 2010 a la fecha (ver cuadro).
Pero a esto también contribuyó el crecimiento continuo, de la demanda local, que la producción argentina no alcanza a abastecer, y que se tensó particularmente a partir de las restricciones impuestas a las importaciones, especialmente de Chile (también uno de los competidores importantes, aunque el país trasandino logra menores rendimientos que en la Argentina), debido al cuidado impuesto por el Gobierno hace un tiempo atrás, a las compras en el exterior por el gasto en dólares.
Así, la Argentina que no alcanza aún su autoabastecimiento, con un mercado interno que sigue creciendo, con muy buenos índices de producción, con un mercado internacional más que firme y con la ventaja, para nada menor, de producir en contraestación para el muy importante mercado del Hemisferio Norte, se encuentra ahora en la insólita encrucijada de estar asistiendo a la liquidación de chacras debido a la imposibilidad que tienen de afrontar los altos costos, y a pesar de su importancia como fuente de mano de obra y de capitales, ya que se trata de actividades también capital-intensivo. En el mejor de los casos, se frenaron casi totalmente las inversiones y apenas se apunta al mantenimiento.
El presente se da entonces con un sabor amargo para una actividad que presenta un contexto de demanda local, y especialmente internacional, casi inmejorable.
Dejá tu comentario