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Diálogos en Wall Street
La economía de EE.UU. no está tan débil como se creía, y la de Europa se hunde en recesión. Pero a la hora de votar por las chances de otra ronda de expansión cuantitativa, los operadores financieros se inclinan por la Fed y no por el BCE como el más proclive a recoger el guante. Hablamos con Gordon Gekko, nuestro hombre oculto en las trincheras de Manhattan, para conocer sus impresiones.
Gordon Gekko: Eso dice una encuesta regular que se realiza entre agentes primarios de la Fed.
P.: Quienes se supone que, por las características de su trabajo, en estrecho contacto con el banco central, son los que mejor pueden percibir las intenciones de la Fed.
G.G.: Es un supuesto fuerte. Y, aun siendo así, no significa que tengan acceso a información relevante para zanjar esta cuestión que no sea pública, que sea muy superior a la que manejan los demás.
P.: Entre ellos, según la encuesta, prevalece la idea de que el QE3 verá la luz en septiembre.
G.G.: Es fácil estar en desacuerdo. Conoce mi posición: las elecciones presidenciales de noviembre imponen una tácita veda política. Salvo caso de catástrofe, cualquier innovación importante quedará para después. La ventana de oportunidad para el QE3 se cerró en junio. Y allí la Fed prefirió extender la operación Twist.
P.: Le preguntaba porque una de las razones que se alega para justificar la suba de las acciones es la expectativa de que la Fed salga al ruedo.
G.G.: Más sube la Bolsa, más se aleja el QE3. No se olvide de que su incidencia es mucho mayor en los mercados financieros que en la economía real. Con un Dow a tiro de los máximos post-Lehman no hay necesidad de suministrar antidepresivos.
P.: ¿Cómo cree que impacta el aumento en las ventas minoristas de julio? Fue una sorpresa positiva. Y, quizás tenga razón, así se alejan las chances de una intervención.
G.G.: Después de cuatro meses de muy pobre creación de puestos de trabajo, julio quebró la mala racha y anotó un aumento de 163 mil empleos netos. Las ventas minoristas venían de sufrir tres bajas consecutivas.
P.: Y en términos nominales.
G.G.: Correcto. Julio acusó un repunte mayor que lo esperado. Rompe el molde con un avance del 0,8% contra junio. Es un registro saludable, con una participación muy amplia de sectores en alza.
P.: ¿Se disuelve la amenaza de una economía deslizándose en plano inclinado?
G.G.: Nunca fue un reto muy desafiante. Siempre pareció una reedición del «bache» de mitad de año que la recuperación tuvo que soportar también en 2010 y 2011. Digamos que se insinúa que el «pozo de aire» comienza a quedar atrás.
P.: Es difícil que la Fed cambie su sintonía si es así.
G.G.: Sería bueno indagar por qué los «dealers» primarios de la Fed creen lo contrario.
P.: Eric Rosengren, titular de la Fed de Boston, les aportó una buena razón. En su opinión, el banco central no debería esperar más y poner manos al QE3.
G.G.: Quiere que se establezca un programa que compre bonos hipotecarios sin límites de monto.
P.: No es tan tirado de los pelos, entonces, apostar a que la Fed pueda aprobar la moción en su reunión de septiembre.
G.G.: La propuesta está sobre la mesa hace tiempo. Aunque Rosengren no forme parte de la rotación actual dentro del Comité de Mercado Abierto.
P.: Tiene voz, puede proponer la iniciativa, pero no votar la decisión.
G.G.: Así es. Tal vez, John Williams -de la Fed de San Francisco- pueda defender una versión más acotada. Pero no hay muchos más. Y Williams no ha votado en disidencia. Acompañó pacíficamente la voluntad de la mayoría. Cuando se pudo poner en circulación el QE3 sin herir la sensibilidad de los políticos, se pronunció a favor del Twist2.
P.: Hay un disidente dentro del Comité. Jeff Lacker, de la Fed de Richmond.
G.G.: Seguro. Pero no porque pida el QE3. Lacker quisiera subir las tasas ya.
P.: La economía de EE.UU., por fortuna, amaga recomponerse. ¿Qué nos depara Europa?
G.G.: El famoso «double dip».
P.: ¿Puede decirse que Europa cayó, técnicamente, en una recesión?
G.G.: Cayó por falta de técnica, sí.
P.: ¿Es recesión? ¿O estancamiento?
G.G.: Por mí, llámelo como quiera. Si no es un camello, es un dromedario. Un percherón, seguro que no es.
P.: Me refiero a la definición convencional de dos trimestres consecutivos de caída.
G.G.: Eso no es muy relevante. La Europa de los 27 cayó en el cuarto trimestre de 2011, se mantuvo estable en el primero de este año y volvió a hundirse entre abril y junio. Si se compara con igual período de 2011, el declive es del 0,2%. En el caso de la eurozona, del 0,4%.
P.: Una recesión suave.
G.G.: Tal cual. Sin visos todavía de poder hacer pie. El Reino Unido está peor con una merma del 0,8%.
P.: Alemania y Francia resisten.
G.G.: Pero la marea los arrastra a todos. Alemania se expandía a un ritmo del 2,7% tres trimestres atrás, ahora bajó al 1%. Y Francia, que lo hacía al 1,5%, marca un avance interanual de apenas el 0,3%. No muy distinto del margen de error de la medición.
P.: ¿Y EE.UU.?
G.G.: Creció el 2,2%. Japón, el 3,6%.
P.: La verdad es que el QE3 no lo debería disparar la Fed antes de septiembre, sino el BCE.
G.G.: Qué duda cabe.
P.: Está entre las promesas de Draghi pendientes de clarificación.
G.G.: Se puede interpretar que sí. El BCE podría comprar deuda de corto plazo de los países acuciados por la crisis y, eventualmente, no esterilizar la transacción. Pero no se agite, espérelo sentado y no sueñe que se lo van a servir en bandeja en la próxima reunión de septiembre.
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