24 de agosto 2012 - 00:00

Diálogos en Wall Street

¿Se viene el QE3? ¿Sí o no? ¿Es ésa la promesa de la Fed en las minutas? ¿Qué entendió la Bolsa, que no sube cuando se le cumple uno de sus sueños? Para Gordon Gekko, el veterano especialista de las lides internacionales, la Fed hablará mucho, pero no ejecutará nada demasiado ambicioso, nada que interfiera en el último tramo de la campaña presidencial.

Periodista: ¿Qué pasó? Justo ahora que la mesa está servida, los comensales se levantan sin probar bocado.

Gordon Gekko: Estas cosas pasan.

P.: Tanto subir a cuenta de la especulación a favor del QE3 y cuando las minutas de la Fed dan a entender que existe la voluntad, los inversores se echan atrás.

G.G.: Las minutas dicen menos de lo que parecen afirmar.

P.: ¿No es un preanuncio de que habrá QE3 en la próxima reunión de septiembre?

G.G.: A decir verdad, no.

P.: A mí me pareció que sí.

G.G.: A los commodities también. Pero por una clara cuestión de conveniencia.

P.: No discuto que las Bolsas no lo tomaron como una invitación a subir; que era lo lógico.

G.G.: Si dieran el QE3 por hecho, este repliegue no durará más que un breve suspiro.

P.: Las minutas de la reunión que terminó el 1 de agosto, que se conocieron ayer, hacen un relato pormenorizado de las distintas variantes de relajamiento monetario que la Fed puede aplicar.

G.G.: Eso es así.

P.: Y la compra de activos de largo plazo figura en lo alto de la agenda. Esto es, el llamado QE3.

G.G.: Correcto.

P.: Las minutas dicen lo que no decía el comunicado oficial conocido tras la reunión. Allí se aclara que «muchos miembros» de la institución favorecen una mayor acomodación de la política monetaria.

G.G.: Señalan que esa decisión está prácticamente «garantizada» a menos que la información posterior revele un fortalecimiento «sustancial y sostenible» del ritmo de la recuperación económica.

P.: ¿Y usted cree que eso ocurrió? Que después del 1 de agosto, la economía nos muestra una recuperación contundente, vibrante, que haga cambiar de opinión a la Fed.

G.G.: La respuesta honesta es no.

P.: Admito que los números son mejores. Lo hemos conversado: la tirada reciente de datos es más sólida que lo que uno veía hasta uno o dos meses atrás.

G.G.: Sí, pero el dictamen de un fortalecimiento «sustancial y sostenible» no puede emitirse.

P.: ¿Y por qué piensa, entonces, que la Fed no va a echar mano del QE3 cuando sus autoridades se vuelvan a encontrar el 12 y 13 de septiembre?

G.G.: Fundamentalmente por las elecciones presidenciales a comienzos de noviembre. Conoce mi postura.

P.: La Fed no parece preocupada por ese punto.

G.G.: Es la estrategia del tero. El grito se pega en otra parte. No donde la circunstancia aprieta. Lo que no se dice es lo que importa.

P.: No hay ninguna referencia. Y, sin embargo, la minuta revela un compromiso fuerte hacia la acción.

G.G.: Retóricamente fuerte, pero eso es comunicación. Y ya hemos dicho que el arma que sí puede usarse, que no tiene inhibición, es la comunicación. Los aspectos políticos son claramente el freno a una intervención más decidida. «Si la situación no cambia, apretaremos el gatillo en septiembre». Ése es el mensaje de la Fed. ¿Qué sentido tiene esperar hasta entonces para hacer lo que pudo ejecutarse en agosto? ¿O a fines de junio? No es cierto que la situación se haya deteriorado de manera abrupta. Mayo y junio lucían más complicados.

P.: Cree que la Bolsa lee la situación como usted la ve.

G.G.: No. Pero la Bolsa tampoco está convencida de que el próximo paso de la Fed sea el QE3.

P.: ¿Y entonces?

G.G.: Da un paso atrás, que hubiera dado de todos modos. Estamos chocando contra una losa enorme, cuatro veces Wall Street trató de perforar estos valores máximos entre marzo y abril y no pudo.

P.: El Dow consiguió clavar nuevos récords intradiarios, aunque no consiguió conservarlos a la hora del cierre.

G.G.: No está mal. Está rasgando el cielo raso. Lo quebrará si cuenta con el QE3 en septiembre, por cierto.

P.: ¿Cómo sigue la película?

G.G.: La trama sigue siendo bullish, «alcista». El optimismo manda, pero necesita consolidar el ataque. Ahora todo el mundo va a cifrar su próximo paso en función de lo que se escuche en Jackson Hole.

P.: La historia se repite.

G.G.: Créalo o no. Y después decimos que no hay un patrón estacional.

P.: No debería existir.

G.G.: Estoy de acuerdo. Pero que lo hay, lo hay. Ya perdí la cuenta de cuántas conferencias de banqueros centrales llevamos en Jackson Hole, siempre en esta época del año, en las que toca definir otro zarpazo extraordinario de la política monetaria.

P.: Si las expectativas se canalizaran hacia lo que ocurra en Jackson Hole, la semana venidera, parece difícil que la baja de Wall Street se profundice mucho.

G.G.: Sobre todo, porque la Bolsa no compró la idea de que ya tenemos el ticket al QE3.

P.: Será que Bernanke modera allí el mensaje de las minutas.

G.G.: Bernanke es el dueño del circo. Si él dice que hay vía libre para el QE3, yo debería creerle. Pero hasta el momento su voz brilla por su ausencia. No pase por alto el detalle.

P.: ¿Puede la Fed dar marcha atrás así de buenas a primeras? G.G.: Siempre puede, por eso el lenguaje tiene tantos serpenteos. La creación de empleo repuntó, lo mismo las ventas minoristas, la confianza del consumidor. Usted puede argumentar que cabe tomarse más tiempo antes de actuar y, simplemente, correr el horizonte de espera. No desactiva la promesa de intervención, pero dilata los tiempos. Y no agrede a los políticos.

P.: ¿Cree que la Fed optará por escaparse por la tangente?

G.G.: Lea las minutas y verá un análisis de todo el vademécum que el banco central tiene disponible. Si se prolonga la cuasi promesa de no tocar las tasas de interés, o si se la vincula a la marcha de las variables de empleo (por citar un ejemplo), la Fed estará cumpliendo con lo que señaló en las minutas. Quedará bien con Dios y con el diablo. Podrá arreglar cuentas más tarde, cuando se haya sacado de encima el veto tácito que supone el clímax de la campaña presidencial. Y, para la economía, no será un perjuicio muy relevante.

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