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Diálogos en Wall Street
Comienza hoy la reunión de la Fed. ¿Qué esperar cuando el cónclave termine mañana? ¿La economía se frenó antes de que se cerrara el Gobierno? ¿Preocupa la inflación; esto es su desaceleración? Interrogantes que Gordon Gekko contesta a continuación.
Gordon Gekko: Eran otras circunstancias.
P.: No fue hace mucho tiempo. Lo manifestó no hace mucho más de un mes...
G.G.: Fue antes del cierre parcial del Gobierno. La economía bajó un cambio o dos, puso segunda y sigue así. Lo que no se quiso hacer en septiembre tiene mucho menos sentido ensayarlo ahora.
P.: La idea, pues, es que la reunión de dos días de la Fed será lo mismo que nada.
G.G.: En pocas palabras, sí. Hasta halcones como Richard Fisher, titular de la Fed de Dallas, admiten que no se puede abogar ahora por introducir modificaciones.
P.: ¿Cree que no cambiará tampoco el lenguaje del comunicado oficial?
G.G.: Debería.
P.: ¿Y entonces?
G.G.: Tendría que moderarse. Las "fortalezas" y las "mejorías" que se habían apuntado en los mercados de trabajo y de la vivienda, y en la economía en general, se disiparon. Ya se habían debilitado antes de la parálisis del Gobierno. Mucho más después.
P.: Usted dice que la economía perdió pujanza antes del "shutdown". No fue sólo el impasse que instaló la disputa política.
G.G.: Lo vimos en el informe de empleo con la fuerte desaceleración en la creación de nuevos puestos de trabajo. Son datos de septiembre, de antes que se produjera el cortocircuito entre el Gobierno y los republicanos. Lo volvemos a comprobar con el informe de ventas en curso de casas.
P.: Se derrumbaron las transacciones pendientes de concreción...
G.G.: En efecto. Cayeron el 5,6% de agosto a septiembre. Son cifras depuradas de estacionalidad.
P.: ¿El motivo?
G.G.: La suba de tasas largas que se produjo como consecuencia de la incertidumbre por la suerte del QE3. De abril a mayo el salto ascendente había superado el 6%...
P.: En mayo, Ben Bernanke alertó sobre la posibilidad de aplacar el ritmo de las compras mensuales de bonos y la tasa larga echó a trepar...
G.G.: Correcto. Y a partir de ahí fue todo retroceso en este renglón. Mes tras mes.
P.: En septiembre, el derrape se aceleró feo...
G.G.: La comparación interanual arroja una caída, lo que no sucedía desde 2011.
P.: Las tasas largas en septiembre orillaron el 3%, pero eso es historia. Hoy rondan el 2,5%. ¿Piensa que la baja llega a tiempo para atenuar el traspié?
G.G.: Tal vez se advierta un repunte en las cifras de noviembre y diciembre. Piense además que las ventas que están en proceso tienden a traducirse en operaciones cerradas uno o dos meses más tarde. Si la baja de tasas largas se mantiene, deberíamos observar una mejoría recién hacia enero. Digamos, para ser positivos, que 2014 comenzará con mejor pie para los negocios inmobiliarios.
P.: ¿Una razón para que la Fed prolongue la espera antes de intervenir?
G.G.: Una de varias. Si la Fed quería volcarle una jarra de agua fría a la incipiente efervescencia de la vivienda (y había más de una autoridad que sí), lo logró. Lo sensato es no insistir. Tampoco sirve alentar una neumonía.
P.: ¿Hay otras razones valederas?
G.G.: La Fed tenía en mente una idea de firme recuperación de la economía, y la realidad se movió a contramano. La discrepancia fue enorme como para no registrarla.
P.: El "shutdown" tuvo mucho que ver.
G.G.: La Fed no ignoraba el ajuste fiscal en curso y tampoco la posibilidad de un choque entre los dos partidos mayoritarios. Conocía las fechas límite y la intransigencia política. Podía no prever el cierre parcial del Gobierno, pero no desconocer los peligros. En 2011 ocurrió un cimbronazo. El abismo fiscal provocó una incómoda agonía sobre el filo de 2012. No se trató de una novedad.
P.: ¿Está entre esas razones una posible caída en la tasa de inflación? Desde julio el precio de la nafta cayó más del 10% en el surtidor...
G.G.: La Fed está en offside en sus dos objetivos: pleno empleo y una inflación en un 2%. Y como dijo Charles Evans, de la Fed de Chicago, también hay costos cuando la inflación persiste por debajo de la meta. La mochila del endeudamiento se torna más pesada. Y la Fed lo mirará con mucha atención.
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