18 de noviembre 2010 - 00:00

El Congreso terminó sin leyes, pero ya negocian marzo

Terminó el Congreso este año. Sólo una sesión en el Senado la semana próxima para liquidar temas pendientes, sin conflicto entre los bloques, separa al palacio del comienzo de las vacaciones. Y el saldo final no es bueno: si tomamos la performance del Parlamento como la mide el Presupuesto, es decir, en cantidad de leyes sancionadas, podría decirse que es uno de los más pobres de la era democrática.

La foto indica que la oposición se llevó lo que quería. Le demostró al Gobierno quién manda entre las bancas al bloquearle el Presupuesto 2011. El Gobierno, en medio del luto por Néstor Kirchner, sólo atinó a repetir el estilo conocido: negarse a aceptar cualquier cambio. Y de allí, con nimias cuestiones reglamentarias de por medio, salió un resultado que, en realidad, ya se venía repitiendo en casi todas las votaciones. Pero, por otra parte, la oposición pudo votar sólo una de las múltiples leyes que prometió en la campaña, el 82% a jubilados, y a las 48 horas Cristina de Kirchner se la vetó. El panorama general, entonces, no es alentador para casi todos los partidos. La oposición logró un triunfo, pero a un costo considerable: reconocer, aunque en medio de gritos e insultos, que fue Elisa Carrió, y a último momento, la autora intelectual de la derrota que se infringió al kirchnerismo. Lilita se lo volvió a facturar ayer: «Hoy se vio cómo la corporación política se abroqueló para defender sus intereses», les dijo tras su incómoda participación en la Comisión de Asuntos Constitucionales.

La Casa Rosada prefiere manejarse sin el Presupuesto 2011, que lo limita más que la ley de 2010 que ahora prorrogará y manejará por decreto. La oposición, al final, estaba convencida de lo contrario: que el Presupuesto 2011 era una trampa que distribuye fondos y facultades a Julio De Vido para nuevas obras y otras partidas por casi $ 115.000 millones, que no existirán ahora sin esa norma aprobada. Lo cierto es que ninguno de los dos grupos hizo mucho por sancionarlo.

Pero los dos argumentos son, de por sí, una violación a la Constitución: lo normal es que exista un Presupuesto; que la oposición lo debata y el oficialismo acepte cambios, en un reparto para todos que es habitual en todo el mundo.

El saldo de estos últimos 10 días incluye también daños en todos los bloques. El radicalismo no termina de salir de la crisis que se armó en Diputados al desplazar al cobista Oscar Aguad, que no quería bajar al recinto, por Ricardo Gil Lavedra, que sí pedía sesionar ese miércoles, justo en medio de las denuncias de Carrió.

Por si faltaba algo, al día siguiente Julio Cobos activó la operación para destituir a Gerardo Morales de la jefatura del bloque, alimentando las protestas que ya existían contra el jujeño por su estilo de conducción. Otro tema sin solucionar y que puede terminar con el descabezamiento de la bancada (ver nota aparte), sin candidato aún para la sucesión y con una extraña interna adelantada para beneficiar al alfonsinismo. Para colmo, el Gobierno ya juega a la mancha venenosa proclamando que a esos alfonsinistas los cuenta para negociar leyes desde marzo.

El macrismo no está mejor. Mauricio Macri realineó la tropa y ayer lo demostró. Sus diputados rebeldes, los desaparecidos del recinto el miércoles de la semana pasada, no bajaron a dar quórum con el kirchnerismo. Fueron el número que hizo fracasar la sesión. Pero no hay acuerdo aún dentro de la bancada sobre cómo seguirá en el futuro.

El kirchnerismo se mantuvo ayer unido, como siempre que pelea estas batallas, pero con futuro incierto. Las divisiones en el bloque amenazan con la misma fuerza que los peronistas ven cómo pierden batallas en el recinto. No están acostumbrados y, ante esto, miran a la Rosada esperando señales.

Para colmo, el estallido en el Peronismo Federal abre nuevos horizontes. La historia reciente, además, se encargó de revolver aún más las posiciones dentro del peronismo, al punto que los límites siempre se desdibujan. Ayer, tras el cachetazo de Graciela Camaño a Carlos Kunkel, Diana Conti salió como vocera a defender la posición oficial. Olvidó Conti que un lazo la unió a los Barrionuevo hace tiempo. En 2003, cuando el Senado intentó quitarle los fueros a Luis Barrionuevo como senador por Catamarca en medio del escándalo por la quema de urnas en la elección de esa provincia, fue Conti, con su voto, la que lo salvó de la expulsión, alentada quizás por su marido, cercano al sentir de las obras sociales.

En esa sesión, del 26 de marzo de 2003, Conti votó en contra, inclusive, de un proyecto de Cristina de Kirchner (senadora por Santa Cruz por entonces) para desplazar a Barrionuevo de su banca, mediante desafuero y expulsión.

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