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El Papa pidió en Jerusalén “poner fin a la venganza”
La segunda jornada de la visita del Papa a Israel, con actos de gran valor simbólico, estuvo ensombrecida por la lluvia de críticas de la prensa y de dirigentes políticos por un mensaje considerado «frío» sobre la Shoá (ver aparte).
Las actividades papales se desarrollaron en medio de un imponente dispositivo de seguridad israelí. Las calles de la Ciudad Vieja, ocupada por Israel en 1967 y luego anexada al país, estaban desiertas debido a los controles.
En un automóvil blindado, el Papa se trasladó al Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado del judaísmo, donde cumplió la tradición de colocar un mensaje entre sus piedras.
En la carta, escrita en latín, el Pontífice nombró a Jerusalén como «la ciudad de la paz» y pidió «al Dios de Abraham, de Isaac y Jacob que envíe paz a Tierra Santa, a Medio Oriente».
Poco después, frente a la Gran Sinagoga de Jerusalén, a pocos kilómetros, y dirigiéndose a los mayores líderes religiosos de Israel, el Pontífice se comprometió «irrevocablemente» a obrar por la reconciliación con los judíos.
Frente a los dos grandes rabinos, Yoma Metzer y Shlomo Amar, el Papa confirmó la declaración «Nostra Aetate», decidida al término del Concilio Vaticano II en 1964, en la que se anulaba la acusación de deicidas a los judíos.
En los 45 años transcurridos desde que el Concilio Vaticano II repudió el concepto de culpa judía colectiva por la muerte de Cristo, las relaciones católico-judías no se libraron del desencuentro a raíz de la actitud de la Iglesia ante el Holocausto nazi.
El Papa visitó luego el Coenaculum o Cenáculo, dentro del complejo de edificios localizados en la cima del Monte Sión, donde conmemoró la Última Cena de Cristo y defendió la presencia cristiana en Medio Oriente «como elemento vital» para la sociedad en toda la región.
En su paso por el Domo de la Roca, en la imponente Explanada de las Mezquitas, tercer lugar sagrado del Islam, Benedicto XVI se pronunció de nuevo a favor de la reconciliación y el diálogo interreligioso. «Pido humildemente al Todopoderoso que les traiga la paz y bendiga a las poblaciones amadas de esta región», afirmó frente al muftí Mohamad Husein, la máxima autoridad palestina de Jerusalén.
Hoy, Joseph Ratzinger se trasladará a Cisjordania, en los territorios ocupados, para celebrar una misa ante la Iglesia de la Natividad de Belén y visitar un campo de refugiados palestinos, a metros del muro de separación.
Agencias AFP y DPA
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