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El sur de China y sus paisajes verdes
Guilin es la más famosa ciudad que se ubica sobre el río Li -como se llama comúnmente al Lijiang-, en el sur de China, en la provincia de Guangxi. Desde allí parte la aventura que lleva hasta Yanshuo, el turístico poblado ubicado en medio de las formaciones cársticas y donde se encuentra el limpísimo río Yulong, con su natural escenografía de coloridas balsas de bambú, campos de arroz y búfalos de agua. Lo que se encuentra al viajar a esta zona del sur chino es una alternativa más natural y no tan superpoblada (en Guilin viven unos 4,5 millones de personas y en Yangshuo unas 300 mil) en comparación con otras áreas de China. De algún modo, viajar a esta región húmeda y selvática es un complemento ideal de la moderna Shanghái y la histórica Pekín.
• Entre Ríos
La ciudad de Guilin es muy fácil de recorrer, ya que la escala de su centro es pequeña y para los turistas extranjeros es simple moverse entre la peatonal Zhengyang -donde se encuentran la feria de artesanías, los restoranes y hoteles- y la costanera Binjiang, que bordea el río y desde donde salen las excursiones náuticas. Guilin creció a lo largo de la historia como un punto de conexión con los puertos del sur en torno a Hong Kong y el centro y norte del país gracias al canal de Linqu, que fue construido hace dos mil años para conectar con la importante cuenca del río Yangtze.
En la Guilin de hoy el turismo es protagonista y, tal como ocurre en todo China, hay muchos parques de atracciones. Éstos suelen ser algo costosos y, si bien son un éxito entre los turistas locales, no siempre se justifica conocerlos. Entre los más publicitados están el parque de la Colina Trompa de Elefante, llamado así por la formación rocosa que se asemeja a un elefante tomando agua del río, y la Cueva de la Flauta de Caña, con inscripciones en tinta de más de 12 siglos de antigüedad, o el Pico de la Belleza Solitaria.
Un clásico local es la excursión de Dos ríos y cuatro lagos, que une los ríos Li y Tahoua, con los lagos Mulong, Guihu, Ronghu y Shanhu, en un circuito por dentro de la ciudad que, en realidad, es una muy buena excusa para conocer historia de la región a partir de las obras de las dinastías Tang, Song y Yuan entre los años 620 y 1368. Hay además una postal inconfundible de la ciudad: las pagodas del Sol y de la Luna, de estilo budista, de colores dorado y plateado, respectivamente, ubicadas en el lago Shanhu, en pleno centro de Guilin. La Pagoda del Sol es el edificio de cobre más alto del mundo, con 41 metros. La de la Luna mide 35 metros y ambos templos se conectan por un túnel.
Otro de los atractivos que tiene la ciudad son los restoranes de la calle Ring, que sobre la vereda ofrecen todo tipo de animales vivos, para que los clientes los elijan como plato. Peces, ranas, crustáceos, patos, reptiles y roedores integran el variado menú de este sistema habitual en varias partes de Asia, que garantiza la frescura de la carne que se ingiere.
• Navegando
Más allá de sus cualidades, lo más atractivo de Guilin no está en Guilin, sino en el camino hacia el pueblo de Yangshuo -distante 65 kilómetros por tierra y 85 kilómetros por agua- navegando el río Li corriente abajo. Muchos lo hacen en grandes catamaranes, pero la verdadera aventura está en las balsas hechas de grandes troncos de bambú, que son impulsado por precarios y ruidosos motores fuera de borda, y tienen capacidad para entre cuatro y seis pasajeros. A diferencia de la primera opción, las balsas no unen Guilin y Yangshuo, sino que cubren un tramo del río -que es el que realmente vale la pena- y el resto del viaje se realiza en bus.
La excursión por el río Li es lo que todo turista va a buscar a esa parte de China. Para disfrutar de las balsas de bambú hay que ir hasta los precarios muelles de Xingping, un pueblo a menos de una hora de Guilin, y ahí contratar una embarcación hasta Lengshui o Yangdi, desde donde luego habrá que tomar un bus hasta Yangshuo. Esta navegación lleva por la parte más bella del río Li, entre los picos de carst, la bruma y un juego de luces y sombras impactante cuando el sol no está en su cenit. Durante todo el trayecto se tiene la sensación de estar dentro de una postal y, de hecho, la imagen del río y las colinas de carst ilustra el dorso de los billetes marrones de 20 yuanes.
A lo largo de todo el paseo, que puede durar unas cuatro horas en total, se pasa en torno a colinas que en la antigüedad han sido bautizadas con curiosos nombres, como niño que adora a Buda, cabeza de dragón o mujer que aguarda a su marido, entre muchos otros.
• En balsa por el Yulong
La llegada a Yangshuo es impactante, ya que luce tal cual como se lo ve en las típicas postales tomadas desde la altura: un pueblo incrustado entre las colinas de carst, sobre el río Li. No por ser pequeño Yangshuo es un sitio tranquilo; por el contrario, está lleno de turistas llegados de occidente y de otras regiones de China que quieren conocer esta tierra de leyendas. Los hoteles dominan la escena y las calles peatonales del centro se llenan de personas todos los días del año. La actividad nocturna es otro de los fuertes de Yangshuo, con numerosos bares y discos en las terrazas.
Desde la década del 80 Yangshuo comenzó a hacerse muy popular entre mochileros de occidente. Algunos de ellos son los que hoy alimentan la cultura relajada de esta ciudad a la que muchos viajan para tomar clases de idioma o artes marciales como el taichi.
La selva y la humedad son una presencia muy real aquí -las lluvias suelen ser constantes en mayo y junio- por lo que salir a pasear por el río es casi una necesidad. Muchos utilizan el Li como balneario y se lanzan a nadar, pero la mejor aventura está en el río Yulong, el pequeño afluente del Li que en sus orillas tiene algunos de los paisajes más bellos del sur de China.
Alquilar una bicicleta es el plan ideal para una tarde completa, ya que desde el pueblo parten senderos que van bordeando el curso de agua de ambos orillas. En el paseo abundan los típicos cultivos de arroz y los pastores con sus búfalos de agua. Todo enmarcado por la selva, las constantes colinas de carst y el manso curso del Yulong poblado de balsas de bambú -aquí sin motor- que viajan en silencio, transportando turistas, tripuladas por una suerte de gondoleros que guían la embarcación con un único y extenso remo, luciendo el típico sombrero chino de bambú. Balseros, pastores y aquellos que trabajan los campos de arroz pertenecen a la etnia Zhuang -China está integrada por más de 50 grupos étnicos-, que tiene alguna proximidad con los oriundos de Tailandia.
A lo largo del río Yulong hay muchos sitios donde parar y hacer un picnic a orillas del río, o también se puede pedalear cruzando todos los puentes, hasta llegar al Yulong (dragón en chino) y disfrutar de una comida en alguno de los bares que hay sobre la costa. Buscar un acceso al río y lanzarse a nadar un rato es una excelente idea para una tarde de sol.
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