En simultáneo, desde La Plata, contraponer el relato de que el número dos bonaerense lo elegirá el gobernador aunque, menos extremos que sus primos K, asumen que lo ideal sería que la figura que complete la fórmula resulte confiable para los dos campamentos.
La clave es, claro, política. El vice de Scioli -como el de Cristina- tiene una relevancia que excede los protocolos. El bonaerense es visto, por los ultra-K, como un instrumento para limitar o mantener a raya al gobernador. Un comisario como lo fue Alberto Balestrini.
Pero obsesiona, desde otro enfoque, al PJ y al cacicazgo bonaerense. La vice es una plataforma para desplegar armados territoriales, construir una futura candidatura a gobernador o, incluso, como ocurrió con el matancero, desembarcar en la jefatura partidaria.
Cierta previsibilidad en esos aspectos forma parte, con muchos otros, del menú de requisitos que a partir de lo que plantean, por separado, el kirchnerismo y el sciolismo, deberían cumplir los aspirantes para trepar al sidecar de Scioli en octubre próximo.
La ristra de los candidatos a vice es larga. Baldomero «Cacho» Álvarez fue el primero en lanzarse puntualmente para esa butaca. Apareció Gabriel Mariotto, postulado por un clan ultra-K. También los corrientistas Francisco «Barba» Gutiérrez, Jorge Taiana y Fernando «Chino» Navarro.
El malón se amplía con el presidente de la Cámara baja bonaerense, Horacio González; el secretario de Ambiente, Juan José Mussi, y varios intendentes: el platense Pablo Bruera, el varelense Julio Pereyra, Darío Giustozzi de Almirante Brown y Mario Ishii de José C. Paz.
Hugo Moyano, sobre cuyos movimientos de proponer un vice de Cristina se lee bajo el agua que apunta al vice de Scioli, suma soldados sindicales: el canillita Omar Plaini y Jorge Mancini, capataz del gremio de la CEAMSE.
La oferta -la visible, al menos- se completa con funcionarios. Un dato: hace tiempo, el sciolismo planteaba que el vice sería un funcionario bonaerense; ahora extiende las fronteras para deslizar que el número dos surgirá de «los gabinetes». Es decir: el provincial y el nacional.
Del staff cristinista se agregan -a los mencionados Mariotto y Mussi- el ministro del Interior, Florencio Randazzo; su par de Agricultura, Julián Domínguez, y el secretario de Medios, Juan Manuel Aval Medina. Ese bloque se completa con el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
Con despacho en La Plata aparecen otros: los ministros Cristina Álvarez Rodríguez, Mario Oporto, Martín Ferré y Alejandro Arlía, a «Cacho» Alvarez. Existe, en algunas lecturas, otro posible: el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
Pistas
Una clave, inicial, es que como ocurre con la Presidente, a priori, ningún potencial vice le agrega a Scioli más votos de los que tiene. Un solo matiz: un referente de perfil «progre» podría, llegado el caso, reducir la fuga de votantes hacia la colectora de Martín Sabbatella.
De las exigencias que desliza el cristinismo, Scioli y el PJ orgánico, se puede componer un biotipo que aporta como pistas para determinar, en un ejercicio teórico, cuáles de todos esos nominados podrán entrar en el spring final para aspirar a la vice.
Veamos:
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