29 de octubre 2013 - 00:00

Enseñanzas del Veco para el rugby de la actualidad

Son tiempos de cambios en el rugby argentino y la renuncia de Santiago Phelan al cargo de entrenador de Los Pumas cuando quedaba sólo una semana para que finalizara su segundo contrato de dos años es una clara señal de que hay mucho por arreglar.

Le toca a Daniel Hourcade, el "Huevo", hacerse cargo del seleccionado nacional que enfrentará a Inglaterra en Londres el sábado 9, a Gales el sábado 16 en Cardiff y en la Roma del papa Francisco al seleccionado de Italia el sábado 23. Tendrá Hourcade, en poco tiempo, que imponer su impronta como buen armador de grupos, líder natural que es y que genera empatía con sus dirigidos.

No será una gira sencilla; más allá de lo deportivo, hay que reencauzar en poco tiempo un equipo que tiene complicaciones propias, a las que se suma la inoportuna y dolorosa lesión del capitán Juan Martín Fernández Lobbe este sábado en Francia -estará fuera de los campos de juego por un mínimo de dos meses-.

El nuevo coach argentino bien podría llevar entre su material de trabajo para el viaje a Europa el libro "Veco Villegas, pasión por el Rugby" que anoche se presentó en el San Isidro Club, la sexta publicación de la frondosa pluma de Sebastián Perasso, publicado por la Editorial Zona de Tackle.

Villegas, fallecido en un accidente aéreo junto a su esposa Maricha en 1988, es recordado como uno de los más emblemáticos que tuvo el país. Más allá de su capacidad de conductor -los números que avalan su tarea en el SIC son contundentes: ganó casi el 82% de los 423 partidos oficiales que jugó su club- empezó su carrera como entrenador a los 25 años y estuvo con el SIC durante 19 temporadas consecutivas, hasta su temprana desaparición. Más allá del éxito notable, lo tomaba con la misma naturalidad con la que enfrentaba la derrota.

Uno de los 62 partidos que perdió el SIC en esa época fue contra CUBA, campeón este sábado del rugby porteño después de 43 años. Complicados con el scrum, formación que el San Isidro Club manejaba como nadie, invitaron al Veco para que les diera una ayuda. Hombre fiel a sus principios docentes, accedió a ir, y esa misma temporada el scrum "cubano" le ganó la pulseada al SIC. Anécdotas como ésta hay miles y el libro refleja la personalidad de un entrenador único, irrepetible y muy extrañado.

Su gran compañero de ruta fue Emilio Perasso, cuyo hijo ahora escribió el libro. "Fue un trabajo de equipo ya que participaron muchos, incluida la familia y amigos que cosechó en todo el país," cuenta Sebastián de quien a los 29 años entrenó por primera vez a Los Pumas.

Su breve paso por el seleccionado nacional tuvo picos importantes como el 19-20 frente a Gales en Cardiff en el 76 y el empate en 18 contra Francia en 1977. Al igual que Phelan, renunciaría a Los Pumas poco después; no aceptó imposiciones de la dirigencia.

Hoy, en tiempo de vaivenes dentro del seleccionado nacional, cuando la brújula no termina de marcar un norte claro, llega Hourcade buscando un golpe de aire fresco. Los tiempos apremian y hay mucho por corregir y enmendar.

"Su mensaje sigue absolutamente vigente a pesar del paso de los años. El Veco sabía escuchar y cómo hacer sentir al jugador importante. Los convencía y eso los hacía mejores jugadores," sentencia Perasso.

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