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Escuchas: otro bochorno en comisión contra Macri
La temperatura de los diálogos arrancó alta, no bien el testigo se sentó ante los diputados, tras las declaraciones de su hija y de su esposa, cuando Martín Borrelli inquirió sobre que en la Justicia estaba la desgrabación de las escuchas, pero no las tenían los diputados. Burstein, ya molesto, explicó que era algo privado y que si estaban en una causa por violación a la intimidad no se iban a conocer. Es que su esposa había contado que «las escuchas son ciertas, están volcadas, yo leí mis conversaciones con mi esposo».
El macrismo fue insistente en su estrategia de defender a Macri, con repetición de preguntas, interrupciones e intentos de que los testigos terminen disvinculando al jefe de Gobierno. Burstein, sensible a esos modos, redoblaba con irritación, hasta que tras más de dos horas alternó un furioso diálogo con Martín Ocampo (PRO).
Acusación
El familiar de víctimas del atentado a la AMIA elevó el tono para acusar al jefe de Gobierno de mentiroso, aseguró que Macri le dijo a Palacios «que me escuchara» y en un intercambio de voces sobre voces deslizó que «si duerme o no Macri, me importa tres belines».
«Usted puede preguntarme de hoy hasta mañana lo que quiera y si hay duda en la causa yo estoy dispuesto bajarme de la causa», le gritó Burstein a Ocampo.
Ocampo: ¿Cuándo hablás de la orden de Macri a Palacios es un saber o una conjetura?
Burstein: No me vas a llevar a ese lugar, y vos reite porque realmente aprendé a limpiarte los mocos, sos un payaso; no me vas a apretar ni a faltar el respeto».
El presidente de la comisión, Martín Hourest, empezó a los retos con alta voz. «Se sienta», le gritó a Borrelli y se quejó Fernando De Andreis (PRO). Inmediatamente, Hourest, en un esfuerzo vocal mayor, pedía un cuarto intermedio. El titular del bloque PRO, Cristian Ritondo, lanzó un insulto a la secretaria de la comisión, Gabriela Cerruti, mientras el presidente del bloque Coalición Cívica -ya estaban todos de pie-, Fernando Sánchez, retenía a Ritondo para evitar lo que no pudo. El salón Montevideo estaba repleto, con asesores, movileros y curiosos en la Legislatura y en medio del apretujamiento, cuando se iniciaba un receso obligado, Burstein, Sánchez y Ritondo terminaron presos de un desparramo, cuando un camarógrafo se alzó en queja, personal de seguridad se trenzó y aparentemente asesores del macrismo dispararon patadas y
bofetadas que dieron contra periodistas y también rozaron a legisladoras. La declaración se interrumpió hasta nuevo aviso.
Burstein venía relatando que durante la investigación del atentado a la AMIA, donde murió su esposa, Palacios fue clave, que todos los familiares confiaban en él y que inclusive el ex comisario había ayudado mucho cuando se intentó secuestrar a su hijo. Pero que, a sus ojos, resultó «un infiltrado» y que fueron en vano los esfuerzos de su grupo y otras asociaciones como Memoria Activa, para convencer a Macri de que no nombrara al policía al frente de la fuerza de seguridad porteña.
También recordó que se encontraba en Nueva York cuando su hija recibió el llamado que desató la investigación, alertando sobre que su padre tenía «el teléfono pinchado por Palacios».
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