21 de septiembre 2009 - 00:00

“Fontanarrosa eligió este cuento para filmar”

Roberto Fontanarrosa con Rodrigo Grande, durante los años en que trabajaron juntos en la adaptación de «Cuestión de principios».
Roberto Fontanarrosa con Rodrigo Grande, durante los años en que trabajaron juntos en la adaptación de «Cuestión de principios».
Entre las cosas que dejó Roberto Fontanarrosa y poco a poco van apareciendo, está la adaptación cinematográfica de su cuento «Cuestión de principios», una comedia escrita a cuatro manos con el director Rodrigo Grande («Rosarigasinos»), y que se estrena este jueves. Protagonistas, Federico Luppi, Norma Aleandro y Pablo Echarri, y la productora propia es Línea de Tres. Dialogamos con Grande.

Periodista: ¿Por qué la productora tiene ese nombre?

Rodrigo Grande: Pensábamos ponerle Brancaleone SRL, pero preferimos algo con el número tres, supongo que porque se asocia con los mosqueteros de Alejandro Dumas, y lo de «línea» nos gustó porque le da el toque futbolístico. Tres mosqueteros futbolísticos no está mal. Un poco ridículos a lo mejor, por lo de andar corriendo con esa ropa y arrastrando la espada por el piso.

P.: ¿Quiénes la integran, aparte de usted?

R.G.: Leonardo Di Cesare, cuyo «Buena Vida Delivery» siempre me ha gustado mucho, y Rubén «Pitufo» Fernández, que era amigo de Fontanarrosa y miembro de la Mesa de los Galanes. Lo conocí a través del Negro, y nos hicimos amigos en las reuniones de los Galanes.

P.: ¿Y cómo conoció a Fontanarrosa?

R.G.: Teníamos un amigo en común, al que le insistí mucho que lo llevara al Negro al estreno de «Rosarigasinos» en Rosario. Le gustó la película, esa misma noche fuimos a cenar, y ahí empezó una amistad de tomar un café cada tanto. Yo siempre había leído sus libros, desde muy chico, y es el único autor del que leí un libro entero en una sola noche. Le propuse adaptar juntos uno de sus cuentos y aceptó enseguida. Me dijo que había dos o tres que le parecían posibles, y en cuanto me mencionó «Cuestión de principios» ya estaba. Es un cuento de esos que uno lo lee y dice «de esto habría que hacer una película».

P.: Y así empezaron la adaptación.

R.G.: Primero hice un guión yo solo, cambiando lo mínimo posible, agregando solamente las transiciones narrativas necesarias. A partir de ahí empezamos a tirar ideas, a juntarnos una o dos veces por semana, él me traía anotadas algunas ideas o escenas breves, que discutíamos. Agregamos subtramas, sacamos personajes, incorporamos nuevos, fue un trabajo de un año y medio que hicimos con mucha tranquilidad y placer. Era divertido trabajar con él. Una de las primeras cosas que me sorprendieron era que cuando me contaba una idea nueva se sonreía mientras me la contaba, le divertía su propia imaginación. En el 2003 ya la teníamos lista.

P.: Pero no filmada.

R.G.: Durante todo 2004 estuvimos siempre «a tres meses» de empezar. Entraban y salían coproductores, hasta que se cayó definitivamente. Escribimos entonces otro guión, que se llama «El Enemigo Público No. 1», que espero poder filmar algún día. Vendí los derechos de otros guiones que no se hicieron, me metí por callejones que no llevaban a ninguna parte y por avenidas que no terminaban nunca. Hasta que el año pasado pude recuperar los derechos de «Cuestión...» y armamos Linea de Tres para hacerla.

P.: ¿Con Fontanarrosa se habían imaginado el casting? Los rostros de algunos intérpretes, y a veces también la posición del cuerpo, parecieran inspirados en sus dibujos.

R.G.: El personaje principal, Castilla, siempre fue Luppi. Incluso antes de empezar a escribir el guión le mandé el cuento a Madrid, sin contarle porqué, y contestó: «Si Michael Caine dice que no, contá conmigo». Después, ya con una primera versión, fuimos con el Negro a la casa de Norma Aleandro, y ahí nos dijo que haría de Sarita. Lo demás ya se armó posteriormente a la muerte del Negro, pero estoy seguro de que estaría feliz con el resto de los actores. Lo mismo con los Galanes. Me gustaba que sus amigos estuvieran en la película. Y ellos aceptaron enseguida, no tuve que convencerlos, colaboraron con la película y sabían que al Negro lo hubiera divertido ver que estaban ahí. Ahora en la mesa siguen bromeando con que son actores, que el cachet fue bajo, que Pablo Echarri les robaba cámara, esas cosas. En cuanto a lo del rostro y el cuerpo de algunos actores no lo puedo responder, a ver si se ofenden.

P.: Párrafo especial para el compositor Ruy Folguera, con quien ya trabajó en «Rosarigasinos».

R.G.: Ruy Folguera es un genio. Tiene un talento inigualable, es rápido, tranquilo, y encuentra el tono de la película y de cada escena apenas la ve. Vino al rodaje para trabajar mientras filmábamos, y le digo que cuando uno escucha un borrador suyo para una escena ya no se la vuelve a imaginar sin esa música. La grabación se hizo con la Orquesta de Praga, vía Internet, Ruy y yo en Buenos Aires, el mezclador en Los Angeles, una cosa rarísima que solo fue posible gracias a su talento. Además hizo un pasodoble María Entraigues, que lo escribió y lo canta, y es la que canta también «Caro mio ben» en la película. Una voz impresionante.

P.: ¿En cuanto a las locaciones?

R.G.: Algunas yo las conocía por ser rosarino. El resto del mérito es de Mariela Rípodas, la directora de arte, que, por ejemplo, convirtió una casa de planta baja y tres pisos en un departamento. Transformó la casa completamente, tapó ventanas, achicó espacios, etc. Hay escenas que en la película tienen continuidad espacial y en realidad el actor salía por una puerta del segundo piso y la escena continuaba en planta baja. Es realmente una trabajadora con mucho oficio, tranquila y talentosa, y lo mejor de todo, siempre está de buen humor y genera un clima de amor por el trabajo a su alrededor.

Entrevista de P.S.

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