10 de junio 2015 - 00:00

Habitación con muchas sombras

Habitación con muchas sombras
Cristina Fernández Cubas "La habitación de Nona" (Bs.As., Tusquets, 2015, 186 págs.)

Si se leyera este libro a los saltos, eligiendo al azar, como suelen leerse los libros de cuentos, se encontraría algún relato interesante, otro fallido, uno modesto, otro conmovedor, todo muy desparejo. Poca cosa para quien es considerada "la mejor escritora de cuentos de España", país que no cuenta con grandes autores que se hayan destacado en el relato breve, salvando eso sí ciertas maravillas de Camilo José Cela. Pero si se lee relato a relato, en el orden presentado por el libro, el conjunto toma otra dimensión. A medida que va contando historias trata del arte de contar, y de cómo ese deslumbramiento nos impregnó en la infancia.

La primera sorpresa es la cercanía con la escritura de la autora de "La habitación de Nona". Así como la madrileña Rosa Montero ha dicho que se siente muy chilena, la catalana Cristina Fernández Cubas no sorprendería que dijera que se siente muy argentina, más allá de cierta homonimia presidencial. Como periodista viajera vivió en Buenos Aires. Es viuda del novelista, dramaturgo y ensayista Carlos Trias, que con su hermano el filósofo Eugenio Trías fueron declarados apologistas de la producción cultural de nuestro país.

Por otra parte, Fernández Cubas ha declarado la influencia de nuestra literatura, donde el cuento, y sobre todo el cuento fantástico, logró indiscutidas obras maestras (género que no deja de tener mutaciones y aportes, como los recientes y notables ofrecidos por los libros de Samanta Schweblin). "Bioy Casares decía algo con lo que me identifico"- ha señalado Fernández Cubas- "que escribir es añadir una habitación más a la casa de la vida, y eso es lo que he hecho yo con mis cuentos. Solo que mis habitaciones tienen altillos, espejos y arcones de doble fondo". Así como menciona a Bioy Casares, podría haber nombrado a Silvina Ocampo, a Manuel Mujica Laínez, con los que tiene correspondencias, y sobre todo Julio Cortázar, de quien ha recibido una innegable influencia. Cómo al autor de "Bestiario" le gusta recuperar historias de infancia, tratar de un mundo familiar cerrado donde circulan parientes (Freud ya denunció la relación entre lo familiar, el terror y lo fantástico) y deslizarse en atrapantes relatos de cámara.

"La habitación de Nona" es como una andanza narrativa que alcanza su cumbre en el tercer relato, "Interno con figura", y así como se sube fatigosamente por "La habitación de Nona", el primero, se sale con una conmovida sonrisa por "Días entre los Wasi-Wano". "La habitación de Nona" trata de las envidias entre hermanas, pero esencialmente de la amiga imaginaria, del tema del doble, de las fantasías de la infancia. Fernández Cubas cita a Albert Einstein "la realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente". Ese es el caso, hasta que se produce el catastrófico fin de la infancia. "Hablar de viejas", el siguiente, es un cuento de terror, una versión adulta y moderna de la historias de brujas con ogro incluido. "Interno con figura" es un relato antológico. La escritora descubre en una exposición un cuadro (el mismo que está en la tapa del libro) y necesita volver a verlo. Cuando regresa hay un grupo de colegiales frente al cuadro, y una nena, especie de caperucita roja, da una explicación de lo que ocurre en la pintura y cuando va a descubrir el secreto de algo ominoso se interrumpe.

"En el cuento tiene tanta importancia lo que se dice como lo que se oculta", sostiene Fernández Cubas, y aquí cuenta la historia del cuadro, de la chica que lo interpreta, de la chica del primer cuento del libro que se está leyendo, del cuento que está contando, de cómo se cuenta un cuento, y de cómo los cuentos que siguen deberán ser leído como esos lugares de deslumbramiento donde no hay pasado ni presente (otra vez Einstein), donde puede suceder un cortazariano pliegue en el tiempo que recupere y haga participar de un instante asombrosamente feliz del pasado ("La nueva vida"), o de aquel momento en que un tío nos reveló "el fabuloso y secreto mundo de los Wasi-Wano" como su herencia más querida, que solo es la del arte de poder entrar a través de las palabras en un mundo fantástico y de pertenece de ese modo a la tribu de quienes pueden otras historias además de la propia. Eso es lo que le importa a Fernández Cubas, más allá de no siempre lograr provocar la preparada sorpresa o el inspirado escalofrío.

Máximo Soto

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