21 de mayo 2009 - 00:00

La campaña K opera con triple comando

Sergio Massa
Sergio Massa
Televisiva y ultraperonizada, con Néstor Kirchner de gira por barrios periféricos, y una curiosa -pero explicable- ausencia del patagónico en afiches y paredones, la campaña K se bifurca en tres comandos que, aún con una lógica global, operan con criterio propio.

Si, para tormento de los Kirchner -sobre todo para ella-, se les imputa tener un doble comando de gobierno, en la campaña la conducción es trifásica: por un lado, el ex presidente, por el otro, su esposa, y una tercera usina bajo el mando de Daniel Scioli.

No hubo, hasta ahora, tensiones entre los tres búnkeres: Kirchner opera con su soldado más fiel, Florencio Randazzo, y el vocero oficioso Alfredo Scocimarro; Cristina se recuesta sobre el jefe de Gabinete, Sergio Massa; Scioli, con los suyos, interviene desde La Plata.

Hay, claro, terminales comunes y vínculos cruzados. El publicista Fernando Braga Menéndez es, aunque Kirchner lo consulta a diario, figura de consulta de los tres comandos de campaña. En cambio, no siempre el patagónico sienta a su mesa a Massa.

Se nutren, en simultáneo, de voces diferentes. Scioli, cada tanto, escucha al consultor estadounidense James Carville. Kirchner, como inyección anímica, escucha a Artemio López. Massa consume -y convida a Cristina- los números de Analogías desde que estaba en la ANSES.

El jefe de Gabinete sugirió a Kirchner moderar el tono de voz y mostrarse menos explosivo. Lo convenció, además, con recurrir al término «práctico» -hubiese preferido pragmático- para desideologizar su discurso y declararse, además, como «no estatista».

A regañadientes, el ex presidente acata pero prefiere otras visiones más callejeras: hace tiempo se fascina con los aportes despojados de Mario Ishii, el intendente de José C. Paz. Sobre La Matanza, entre tanto, sólo oídos para el vice Alberto Balestrini.

Bases

Desde Olivos, el ex presidente coordina -con Randazzo como gestor- la agenda de caminatas que en un 90% concentró, hasta ahora, en el conurbano profundo, mientras prefirió para las zonas menos amables los actos en complejos cerrados para evitar sorpresas incómodas.

Ayer, en Zárate, explotó todas las opciones: caminó un barrio periférico, se reunió con dirigentes y encabezó, al final, un acto en un teatro. Le mezquina, sin embargo, al interior: hoy lo esperan en Chacabuco, zona rural donde anima un piquete campero agresivo.

Un dato curioso es que, en el interior provincial -donde sí es fuerte la presencia de Scioli- y en el primer cordón y las ciudades grandes extraconurbano, Kirchner parece un candidato invisible: los intendentes lo sacaron de sus campañas, los afiches y las pintadas en los paredones.

Motivo: el plan es traccionar de abajo hacia arriba y, por eso, evitan darle protagonismo al ex presidente. Olivos, a lo sumo, sugiere campañas paralelas a los ultra-K en aquellas ciudades donde los alcaldes «esconden» al patagónico para preservar los votos propios.

En Casa Rosada, en paralelo, Massa digita las por ahora reducidas -pero se diseña una presencia más visible- apariciones de Cristina de Kirchner, que con libreto institucional empezó a caminar la provincia para respaldar la candidatura de su esposo.

Ensayo: la Presidente visitó ayer Mar del Plata donde se mostró con Gustavo Pulti, alcalde local y candidato testimonial K. Pulti justificó esa postulación por la promesa de recursos extra para obras y seguridad, Cristina le llevó la primera cuota.

El tercer vértice se asienta en La Plata, donde Scioli, con su jefe de Gabinete, Alberto Pérez; y el ministro de Gobierno, Eduardo Camaño, coordina la gira del gobernador por el interior y los desembarcos «de gestión» de Scioli en el conurbano.

El martes, en Carmen de Patagones, el gobernador empezó la gira de los 9 mil kilómetros, que lo llevó ayer a Mar del Plata con Cristina y lo tendrá hoy en Areco.

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